14 octubre 2007

Ticas y ticos, sean bienvenidos

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

Las opiniones de los guatemaltecos son contradictorias. Algunos lamentan que Costa Rica aprobara el DR-CAFTA; otros lo festejan.

Para los primeros, Guatemala acaba de perder una ventaja: habíamos aprobado el DR-CAFTA antes que Costa Rica y eso nos volvía más atractivos a los inversionistas. En el pasado, siempre que nos comparaban con este país sobresalían las debilidades de nuestras instituciones. Con el DR-CAFTA aprobado podemos ofrecer mejores reglas de juego para que los empresarios del mundo vengan a Guatemala a invertir y exporten hacia Estados Unidos. Pero ahora que Costa Rica aprobó el tratado esa diferencia se esfumó y Costa Rica se convierte nuevamente en un país más atractivo.

Para los segundos, Guatemala se beneficia de la decisión de los costarricenses. Entre sus argumentos se pueden rescatar los siguientes: a) con la aprobación del Tratado, Costa Rica mantiene su competitividad para exportar hacia Estados Unidos, por lo cual les interesa seguir comprando materias primas a los guatemaltecos y viceversa, aprovechando las normas de origen; b) los costarricenses tendrán más seguridad para invertir y comerciar con Guatemala, pues pueden ampararse en el mismo Tratado; c) se facilita la unión económica centroamericana, pues no tiene que realizarse una excepción con Costa Rica en materia de unión aduanera, mecanismos de solución de controversias, compras de gobierno, comercio electrónico, etc.; y d) se facilita promover a Centroamérica como una región, lo cual cada vez más es un requisito para que podamos tener un espacio en la economía y la política mundial.

Por último, varios amigos guatemaltecos y costarricenses señalan que el principal beneficio del DR-CAFTA es que permitía una mayor igualdad de oportunidades económicas. El Tratado abre nuestras economías y permite que no sea necesario ser un gran empresario para poder exportar. Muchos empresarios con empresas pequeñas lo están haciendo y eso les ha permitido salir de la pobreza. Personas como los cooperativistas que conocí un mes atrás en Chimaltenango. Entre ellos, habían exportadores de vidrio soplado y de miel. En ausencia de la apertura comercial de los últimos veinte años, probablemente ellos vivirían en condiciones de extrema pobreza cosechando maíz. En lugar de eso, estaban tomando un curso sobre globalización y casos exitosos de exportación.

Ahora, manos a la obra. Ya existe un camino recorrido sobre lo que necesitamos hacer: la Agenda Nacional de Competitividad y la Política Integrada de Comercio Exterior. Esperamos que el próximo Gobierno los haga propios y les de un nuevo impulso.

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