29 agosto 2007

CUBA EN MI CORAZÓN

Héctor Ñaupari
Colaborador

Heredé de mis padres el amor por Cuba y su revolución. Como la mayor parte de mi generación, nacimos fascinados por la gesta de Fidel, Che Guevara y Camilo Cienfuegos. Con el paso del tiempo, esas figuras heroicas y románticas fueron cediendo el paso a espectros de pesadilla, debido a las sucesivas informaciones acerca de la escasez y la miseria en que vivían los cubanos, así como por los padecimientos de los presos políticos y los disidentes en la Isla. Por ello ese amor fue arribando, primero, al desengaño; luego, a una rebeldía sin concesiones. Sin embargo, a pesar de esa pátina tenebrosa, ha pugnado por mantener su heroicidad, vigente hoy en amigos y conocidos, para quienes los hondazos del David caribeño todavía impresionan y conmueven. De esta suerte, decidí pasar unos días en Cuba, para comprobar en carne propia si la Isla era, como creyeron mis padres, el paraíso en la tierra, cuyas gentes –hombres y mujeres nuevos– estaban todas entregadas a la alta causa del socialismo.

Lo que hallé en Cuba superó mis peores expectativas. Cuba es, en primer término, un Estado opresivamente policiaco, tan vasto que es una ironía común decir que, de once millones de cubanos, nueve son policías. Su peor consecuencia es que los isleños se hallan en una prisión mental, en la que no pueden expresar lo que verdaderamente piensan, al punto que nadie, ni ellos mismos, saben lo que verdaderamente anida en su interior. De esta manera, si un extranjero conversa un tiempo largo con un cubano, observará que se han vuelto una contradicción en términos: alaban y critican al régimen al mismo tiempo. No menos grave, este sistema de delación permanente ha destrozado la confianza entre sus semejantes, un atributo elemental en cualquier sociedad con mayores márgenes de libertad; es decir, en todas las demás. La cubana debe ser la única colectividad de occidente donde la primera idea que viene a la mente cuando se conversa con otro es la sospecha.

Esa opresión y esa destrucción se reflejan bien en su capital. Antaño ciudad de esplendores, de legendaria belleza, La Habana es hoy una ciudad bombardeada. Lo que va quedando de sus hermosos edificios es presa de los estragos del tiempo, de los derrumbes, de la falta de mantenimiento, pero sobre todo de la indolencia de sus gobernantes, quienes la abandonaron, primero, a la convicción revolucionaria, y luego, a la mera supervivencia en el poder. Estos estragos también los viven a diario los cubanos, sobre todo las mujeres y los jóvenes, a merced de los apetitos de los turistas. Si bien en los últimos tiempos la prostitución en Cuba es un tema tan ampliamente descrito como silenciado por los compañeros de ruta de la revolución –entre ellos, las feministas– el sistema de hospedajes particulares ha hecho ingresar a las casas y al interior de las familias a la profesión más antigua del mundo, donde los turistas llevan a cabo, al costado de las habitaciones de padres, hermanos e hijas, acciones que serían penadas legal y socialmente en sus propios países. De esta manera, en tanto se sientan marxistas exóticos o guerrilleros de caricatura –la idea es fumar un puro y sentirse como el Che Guevara– los turistas son, en su gran mayoría, absolutamente indiferentes a la trágica suerte de este pueblo.

Es de observar que hay en Cuba tres economías: la turística, capitalista; la formal, centralmente planificada; y, la economía marginal o informal, de mera supervivencia, y que es la que en verdad sostiene la vida cotidiana del cubano promedio. La primera de ellas es inaccesible para la mayoría de los cubanos, quienes son discriminados en sus playas e incluso en las propias calles de su ciudad, a las que tienen prohibido acudir. La economía planificada, añade a su perversidad característica de escasez y desabastecimiento generalizado, la de hacer subir primero los salarios y luego los precios de los productos, y de cobrar por servicios antes gratuitos –un triunfo de la revolución– como el agua potable. Por último, en las puertas de sus casas, los cubanos venden desde pasta de dientes hasta aparatos de aire acondicionado, con instalación incluida. Sabido es que la economía informal tiene una cara sucia: la de la corrupción. Los servicios médicos por ejemplo, supuestamente gratuitos, tienen un precio si se quiere una atención rápida. De este modo, el paraíso socialista está cercado, incluso en las mismas calles de La Habana o de Matanzas.

Me pregunto ¿Por esto lucharon mis padres y tantos otros en América Latina y diversas partes del mundo? ¿Para que los cubanos tengan prohibido comer pescado, langostas y carne de res –productos exclusivos para los turistas– caminar por su propio país, no tengan un techo que los ampare de los aguaceros y que, siendo un pueblo educado, con conocimiento pleno de varios idiomas, deban degradarse con la prostitución, la mendicidad turística y la venta negra de sus productos? El hecho cierto es que, como en una triste justicia de la historia –a la que ha aludido sin cesar el Comandante en Jefe– él es ahora el Fulgencio Batista que combatió cuando joven, una siniestra copia que ha hecho palidecer al original a extremos inimaginables, y que lleva más de un año sin aparecer –durante su natalicio, otrora fecha de celebraciones y marchas, la Plaza de la Revolución lució desamparada y vacía, y la dictadura tuvo que extender un día más los carnavales, acaso los más tristes de La Habana, según todos–. ¿Eso es lo que llamamos heroísmo, y que debe justificar todos estos abusos? Si algo quedó del legado de la admiración paterna, es que ningún acto heroico, sin importar su dimensión, debería tener el costo de acabar con el bienestar de un pueblo, justamente al mismo que se dice va a beneficiar o inspirar con su ejemplo.

Hoy son otros los que quieren llevar el bienestar indispensable al pueblo cubano, que tanto lo necesita, y librarlo por fin de la tiranía que lo acosa, y que se repite a sí misma con frenesí durante casi un siglo. Disidentes, presos, líderes que intentan inculcar por lo menos un sistema de valores elementales, que enfrente el burdo comportamiento reflejo que se ha esforzado en imprimir en los cubanos el régimen dictatorial que padecen. Ellos no son calco ni copia, sino una creación heroica, auténtica y sacrificada, porque lo tienen todo en contra. Por eso debemos apoyarlos. Así, con ellos está mi corazón, pues se ha quedado en Cuba, a su lado. También anida allí mi esperanza por verla libre, próspera, con bienestar y con justicia. Ése es el sueño inconmovible, el que no cesa de iluminarnos pese a la tiniebla autoritaria que quiere resistirse al tiempo o al cambio de estación. Lo que ella no sabe es que, como el aguacero, caerá inevitablemente. Y esta vez lo veremos.

Santiago de Surco, 19 de agosto de 2007

26 agosto 2007

Consejos para votar

José Raúl González Merlo
Miembro Junta Directiva
CIEN

Faltan dos semanas para las elecciones generales. Durante la campaña, diversas personas e instituciones han hecho el llamado de “no poner todos los huevos en la misma canasta” y seguir la estrategia de “votar cruzado”. Es decir, al votar por un candidato a presidente, no votar por los diputados de su mismo partido político sino por los de uno diferente. De esa manera, el Ejecutivo enfrentaría a un Congreso dividido y el poder no se habría concentrado. Yo propongo otra estrategia que he llamado la del “voto inteligente”.


La estrategia del voto inteligente consiste en hacer una evaluación de los candidatos a presidente y diputados y votar en base a su trayectoria, personalidad y carácter. No en base a lo que digan las encuestas o en base a “cruzar el voto”. Si el resultado siguiendo mi análisis es similar al de “voto cruzado”; enhorabuena. Pero si no es así, el método del “voto inteligente” debe prevalecer. Es mejor apostarles a las personas que seguir ciegamente una estrategia que tampoco ha sido necesariamente brillante. La experiencia de un voto cruzado, que nos entregó los congresos de Jorge Serrano y Oscar Berger, logró el objetivo de dividir el poder pero, por otra parte, nos dio a los famosos “diputados depurables” y a otra buena cantidad de congresistas cuyo currículum es poco menos que aterrorizante.


En el marco de lo anterior, el llamado de la Iglesia Católica, apoyado por el Foro Guatemala, al respecto de tener conciencia en no elegir a candidatos con vínculos criminales es muy oportuno. El voto cruzado puede llevarnos a elegir delincuentes por andar más preocupados en cruzar el voto que en evaluar a quién estamos llevando al Congreso. Contrario al riesgo descrito anteriormente, la estrategia de “voto inteligente” me permitió, por ejemplo, llevar al Congreso a Don Julio Lowenthal quien se mantuvo fiel a sus principios durante los momentos más importantes de este gobierno aún a pesar de las amenazas de expulsión del partido.


Por supuesto que la estrategia del voto inteligente implica mucho más trabajo que simplemente cruzar el voto. Tenemos que hacer el esfuerzo de informarnos respecto a quiénes son los personajes que ocupan los primeros lugares en los listados de diputados para saber a quién estaremos eligiendo. Como dice el refrán “el que quiera celeste, que le cueste”. Vale la pena hacerlo y, gracias a la prensa, la tarea investigativa ya ha sido realizada. Este “sacrificio” es poco comparado con lo que nos jugamos ante la posibilidad de cometer el error de, por un lado, quejarnos de las mafias y por otro llevarlas al Congreso…

25 agosto 2007

Planes de Gobierno

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Si no ha leído dichos planes no se ha perdido de nada trascendental, al menos en lo que respecta a la parte económica. Los planes de los tres partidos que encabezan las encuestas son una muestra de que cada vez estamos más conscientes que no se puede llegar al gobierno a improvisar”. Sin embargo, después de leer muchas de las acciones, políticas y estrategias que en ellos se consignan, surge la duda si no sería “mejor que faltara a que sobrara, sobre todo cuando se trata de propuestas que no tienen pies ni cabeza”. Son tantas los objetivos que se pretenden alcanzar que resulta imposible ordenarlos de manera coherente, de forma que no compitan unos con otros.

Sin duda alguna, la situación que vive el “país requiere de liderazgo político, credibilidad y capacidad para generar confianza dentro de la sociedad. Un buen plan de gobierno puede ayudar en este sentido. Sin embargo…es necesario… especificar cuáles serán las medidas concretas que se tomarán en el corto y mediano plazo”. Y sobre todo, el orden de prioridades de las medidas que se pretenden adoptar. Un conjunto de acciones debidamente priorizadas, donde se identifique no sólo el qué sino también el cómo, es de vital importancia para “moderar las expectativas de la población respecto de lo que pueden esperar o no de las políticas públicas. Elemento crucial que incide en la capacidad que puede tener un gobierno para solicitar sacrificios y ajustes a la población”.

No obstante, los políticos deberían tener muy claro que “publicar un plan de gobierno no garantiza nada, salvo llenar algún espacio vacío en una estantería de biblioteca. La confianza se gana por medio de de promesas creíbles, decisiones coherentes e integrales y, sobre todo, mediante acciones concretas dentro de un marco de referencia bien definido”. Al igual que ha sucedido en el pasado, a intervalos regulares de cuatro años, los planes de gobierno está vez se vuelven a caracterizar por la falta de especificidad, incongruencia entre los objetivos y poca coherencia entre las distintas políticas. Una vez más, tal y como lo anotara Samuel Pérez, lector de la edición electrónica de elPeriódico, hace un par de semanas, se repite la “sarcástica teoría de los ciclos…ahí está: la misma columna, con los mismos contenidos... ah… solo que ahora ya hay chance de que los que pensaron lo mismo al leerla, lo puedan escribir en el blog. Deja vu, que le dicen”. Salvo el comentario de Samuel, el resto de fragmentos entre comillas provienen de los comentarios publicados en esta columna dos semanas antes de la elección del año 2003. La historia vuelve a repetirse, al menos cuanto a los debates y a los planes de gobierno.

24 agosto 2007

¡Mejores Empleos! ¿Cómo?

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN


¡Desempleo masivo!¡Malos empleos! ¡Bajos salarios!


Al día de hoy, ningún partido político ha salido a realizar este tipo de promesas. Por lo mismo, es necesario hacer una evaluación de cuáles son los temas que debieran de estar dentro de la agenda de las próximas autoridades para lograr un mejor desempeño a favor de los trabajadores guatemaltecos.

Podemos dividir los temas de la agenda económico-laboral en tres: a) incrementar la competencia por trabajadores guatemaltecos, para que las empresas ofrezcan mejores condiciones laborales; b) promover políticas y mecanismos de cumplimiento que permitan mejorar las condiciones de los trabajadores; y, c) incrementar la productividad de los trabajadores, para que puedan acceder a mayores salarios.

Los tres, son temas complicados. Los primeros dos se orientan a que el trabajador tienda a recibir un mayor pago por su trabajo. El tercero, se orienta a que el trabajador sea más productivo y, por lo tanto, sea realmente posible, darle un mayor salario y mejores condiciones laborales.

En el caso de Guatemala, el CIEN ha identificado que debe avanzarse en la siguiente dirección:

Generar más competencia por trabajadores. Para generar más competencia por los trabajadores, se debe facilitar la generación de nuevos negocios. Se debe mantener el compromiso por la apertura comercial y apoyar condiciones económicas que permitan aprovechar dicha apertura. Ya se han iniciado a ver beneficios de dicha apertura, pues ha permitido instalar empresas que antes no eran pensables. Muchas mujeres dejaron de trabajar de sirvientas para trabajar en maquilas; muchos jóvenes ahora encuentran posibilidades de empleo en los Call Centers.

Políticas laborales. Se ha identificado que el problema en Guatemala son: a) la excesiva protección laboral, que promueven que los empresarios no quieran contratar trabajadores; y b) lo poco efectivo y justo de los mecanismos de cumplimiento del Código Laboral. Esto llevaría a que las próximas autoridades promuevan una mayor flexibilidad en la legislación laboral unido a mejores mecanismos para hacer cumplir el Código Laboral.

Incrementar productividad. Para lograr una mayor productividad laboral se requiere atraer una mayor inversión (nacional y extranjera), necesitándose también el acompañamiento de una mejora sustancial en el sistema educativo guatemalteco. En sentido, se han generado varias propuestas para la atracción de inversión, como queda evidenciado en la Agenda Nacional de Competitividad 2005-2015, donde se evidencia la necesidad de trabajar en áreas como el sector energético, la infraestructura vial y portuaria y el sistema educativo.

Adicionalmente, debe promoverse la capacidad de incrementar la productividad de los trabajadores actualmente vinculados en Micro, Pequeñas y Medianas Empresas, MIPYMES. Debido a su fragilidad, estas empresas dificultan la acumulación de capital (y por lo tanto a generar mayor productividad laboral). Para mejorar su capacidad de acumulación de capital, debe apostar a identificar cómo generar encadenamientos productivos. En este último caso, debiera evaluarse mecanismos de mediación y de arbitraje privado. Incluso, evaluar el involucramiento de las Municipalidades en la justicia comercial.

Como se ve, la tarea de mejorar las condiciones laborales no es sencilla y no será cuestión de sólo un gobierno. Deberá ser una política de Estado.

¿Qué situación laboral encontrará el próximo gobierno?

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

¿Qué afrontarán las próximas autoridades? Para entender cuáles debieran de ser las preocupaciones laborales del próximo Presidente y de los próximos Diputados, vale la pena tener en cuenta los siguientes datos:

  • En Guatemala, el desempleo fue calculado en 3.3% para el año 2004. Es decir, en Guatemala, el problema laboral no es igual al de Europa. Aquí la gente sí trabaja, sí consigue empleo. El problema, es la calidad del mismo.
  • Una forma de identificar la calidad de los empleos, es reconociendo que la informalidad no tiene acceso a los beneficios promovidos por la legislación laboral. El número de trabajadores informales creció en un 19% entre el año 2000 y el año 2004. En estas cifras se explican en la crisis ocasionada por la baja de los precios del café a nivel internacional y un ambiente poco propicio para la inversión.
  • Para el año 2004, un 25.6% de los trabajadores nunca asistió a la escuela y un total de 72.4% nunca llegó a secundaria. Esto limita la capacidad para generar buenos empleos, pues la mayoría de los guatemaltecos no tienen las herramientas educativas necesarias para realizar trabajos complejos.
  • Un 50% de los trabajadores están en el sector servicios, mientras que sólo 14% en industria. Sin embargo, la legislación laboral guatemalteca se encuentra redactada pensando que el proceso de industrialización, iniciado en la década de 1950, tendría un mayor éxito. Al contrario, ahora hay muchas nuevas empresas formales que están muy alejadas de se paradigma, como lo son las empresas que exportan servicios: call-centers, páginas de Internet, software para bancos, etc.
  • Un total de 55% de los trabajadores guatemaltecos no tienen jefe. Son trabajadores por cuenta propia, es decir, el Código Laboral no se aplica a ellos. Al entrevistar a muchos empresarios informales, uno puede darse cuenta que ellos se consideran muchas veces empleados y que consideran pertinente el promover más legislación laboral, a pesar que por ser ellos mismos los empresarios, no recibirían ninguno.
  • El 90.8% de las empresas ocupan cinco o menos trabajadores. Dada la elevada fragmentación del proceso productivo, se plantea la necesidad de contar instrumentos que permitan que la actividad económica crezca: a) facilitando la coordinación entre las empresas, mediante el sistema jurídico (incluyendo contratos y el uso de mecanismos de resolución de conflictos, como: mediación, arbitraje y cortes); b) posibilitando el crecimiento de las empresas (el cual muchas veces se ve limitada por la mismas políticas laborales, dificultando la contratación, despido y mantenimiento de los trabajadores).

Para finalizar, debe señalarse el impacto de no lograr generar mejores empleos: para el año 2006, se estima que el número de inmigrantes fue cuatro veces mayor que en el año 1998, pues se llegó a una cifra de 160 mil inmigrantes. Trabajadores que dejaron atrás su familia y que se cansaron de buscar oportunidades en Guatemala.

20 agosto 2007

Sobre el estado de la República

Javier Calderón
Colaborador

A pesar de no ser un seguidor de Manuel Ayau, debo reconocer que algo de lo que dijo en una entrevista que le hiciera El Periódico me llamó mucho la atención:

Mientras el sistema sea el mismo, no podemos esperar nada distinto. (...) Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”.

Lo cierto es que el actual proceso electoral se diferencia en poco a los anteriores. Los votantes siguen creyendo que votar por un presidente es más importante que votar por un diputado; la elección de los candidatos a lo interno de los partidos políticos sigue siendo una cuestión de dinero y lealtad personal y no una elección popular que genere un vínculo o contrato social entre los candidatos y sus seguidores; después del 9/11, igual que en Estados Unidos, las torres de ofrecimientos de los candidatos probablemente se van a convertir en polvo, excepto para aquellos que les pagaron el espacio. El próximo año el ciudadano común, totalmente desinteresado por la cosa pública, pilar de cualquier gobierno republicano y democrático, va a seguir esperando que algún día llegue un presidente tan bondadoso, cual Rey Ricardo Corazón de León, que lo saque de sus problemas y sino, por lo menos lo puede criticar. Como si solo criticar a las autoridades públicas lo expiara de su propia falta de participación y desinterés en aquellas cosas que le afectan directamente.

En la medida en que el sistema político por medio del cual elegimos y controlamos a nuestras autoridades públicas siga siendo el mismo, la exclusión de la mayoría de guatemaltecos seguirá siendo la misma; la arbitrariedad de las autoridades públicas, sujetas a los intereses de los que pagaron el espacio seguirá siendo la misma; la constante conflictividad entre grupos y sectores sociales y el Estado seguirá siendo la misma; la debilidad del Estado seguirá siendo la misma.

Y es que pareciera que los guatemaltecos no nos damos cuenta de la importancia de la política, del Estado y de tomar parte en la toma de decisiones públicas. Es el ámbito político el que genera los marcos y condiciones políticas y legales necesarias para la paz social y el desarrollo económico de cualquier sociedad y de cualquier Estado moderno; o que genera todo lo contrario, un marco político y legal directamente causante de la tensión social y el subdesarrollo económico.

Las civilizaciones más importantes de nuestra historia –Grecia, Roma y Estados Unidos- y que han alcanzado periodos prolongados de paz y desarrollo se han caracterizado por su respeto a la Libertad; pero esta Libertad fue garantizada por un Estado fuerte, capaz de brindar seguridad y justicia necesarias para la paz social y el desarrollo económico, pero también representativo y “balanceado”, en donde el mayor número de ciudadanos y la mayor riqueza de algunos de ellos estaban representadas y contrapesadas para evitar los excesos y las arbitrariedades de cada uno en el manejo de la cosa pública, la res pública.

Después de 21 años de existencia el sistema político guatemalteco sigue siendo corrupto, incapaz de brindar seguridad y justicia efectiva a toda la población, excluyente de los pobres, campesinos e indígenas y arbitrario en el manejo de la cosa pública –seguridad, justicia, economía, salud, etc.--. ¿Como podemos esperar que los avances económicos y la paz social se mantengan en un sistema que permite la arbitrariedad de las autoridades de turno y la corrupción de la base ejecutiva del Estado-la burocracia-?

Si bien parece que el próximo Gobierno y Legislatura no serán tan malos como son los de Venezuela o Ecuador, tampoco creo que el sistema político actual permita cambios radicales para mejorar al país de una forma vertiginosa. Más bien se avizora, de seguir el desinterés general de la mayoría de guatemaltecos por la política, la continuación de una inercia social que nos hace esperar “a ver que pasa” y no una dinámica social que nos lleve a un cambio sustantivo que nos acerque más al camino de la felicidad –paz y desarrollo-.

19 agosto 2007

El nuevo enfrentamiento

José Raúl González Merlo
Miembro Junta Directiva
CIEN

El Gobierno y la Muni se enfrentan de nuevo. ¿Cuál de los dos es competente para regular el horario de circulación de vehículos pesados en la Ciudad de Guatemala? Pareciera evidente que es la Muni pero el gobierno quisiera que no fuera así. La Corte de Constitucionalidad tendrá la última palabra pero creo que el Gobierno volverá a ser derrotado legal y políticamente.

El reciente “paro” de transporte pesado y la intervención del Gobierno para “solucionarlo”, pasando por encima de la autoridad municipal, acaparó titulares de prensa y comentarios en las columnas de opinión. “Prepotente” fue el calificativo dedicado al alcalde por no querer “dialogar” con los transportistas quienes protestaron las restricciones de circulación parando operaciones. Las pérdidas por la mercadería no transportada se acumularon y los siempre noveleros chapines corrieron a llenar los tanques de sus vehículos acabándose en pocas horas el combustible de las gasolineras mientras el gobierno garantizaba que no habría problemas de abastecimiento.

A pesar de lo que los columnistas critiquen respecto al carácter y personalidad del alcalde; a pesar de la sospechosa cercanía del “paro” con las elecciones generales; la fortaleza política del alcalde Arzú se sostiene. Alvaro Arzú ha demostrado a sus críticos que los capitalinos están más interesados en su capacidad para entregar resultados que en su “estilo gerencial”. Pareciera que valoran más a un alcalde dispuesto a poner en riesgo su capital político que a las buenas y estériles intenciones de diálogo de un presidente.

Y vaya que Alvaro Arzú tiene bastante capital político para arriesgar. Ni las molestias causadas por el proyecto del Transmetro han representado una amenaza a sus aspiraciones de reelegirse como muchos vaticinaron. El disgusto provocado entre aquellos que nos movilizamos en carro, al perder un carril en la Calzada Aguilar Batres, ha sido compensado con la seguridad y comodidad ganada entre los usuarios del Transmetro que nos superan en número.

No cabe duda que el Alcalde mantiene frustrados a todos sus detractores. No consulta ni busca consensos. Ignora a sus críticos. Identifica un problema y para bien o para mal se lanza a atacarlo. Esa fue su actitud cuando de Presidente concluyó la firma de los Acuerdos de Paz, desmonopolizó las telecomunicaciones y, más recientemente, apoyó a que su partido votara en contra de la CICIG. Mientras esa actitud se mantenga y sus consecuencias agraden a la mayoría de los capitalinos, nos guste o no, Arzú seguirá perdiendo encuestas de popularidad y ganando elecciones…

Las Promesas de Empleo

Hugo Maul Rivas
Director Àrea Económica
CIEN

La mayoría de candidatos presidenciales hablan de la urgencia de crear más y mejores empleos. Aunque no es claro qué significa tener un buen empleo, pareciera que se refieren a empleos que permitan al trabajador obtener suficientes ingresos para satisfacer las necesidades básicas de su hogar. Aunque nadie está en contra de tan noble propósito, siempre surgen dudas en cuanto cómo lograr dicho objetivo. La literatura muestra, en términos generales, que el ingreso per capita mejora a medida que aumenta la inversión en capital, físico y humano. La evidencia disponible muestra que una precondición básica para que aumenten los salarios es el aumento en la inversión física. Con tasas de inversión como las que tiene el país resulta difícil crear muchos más empleos adicionales, no se diga “buenos empleos”. Sin la intención de criticar a ninguno de los candidatos presidenciales, las promesas de creación de empleo serían mucho más convincentes si vinieran acompañadas de propuestas para elevar la inversión doméstica y extranjera en el país. Teniendo claro que los aumentos que se requieren no son para nada triviales. Sobre todo si se toma en cuenta la magnitud y calidad de los empleos que se está ofreciendo.

Para aclarar más este punto resulta conveniente considerar cuánta inversión requiere la creación de un puesto adicional de trabajo. Por ejemplo, en una industria como la maquila no requiere tanta inversión por trabajador como la que se requiere en la industria de plásticos. En el primer caso, podría tratarse de unos pocos miles de dólares mientras que en el segundo de casi diez mil. Si se pretenden crear unos 600 mil nuevos empleos cada año, la inversión que se requeriría podría ir desde unos US $ 500 millones hasta unos US$ 5,000 millones adicionales, dependiendo de los sectores económicos en donde se pretendan crear dichos empleos. Lo cual representa un aumento que va desde un 10% hasta más del 100% en la tasa de inversión existente.

En el caso que la creación de dichos empleos se distribuyera a lo largo de todo un período presidencial, el esfuerzo mínimo sería bastante factible. Claro está, el tipo de empleos que podrían crearse no serían necesariamente del tipo los candidatos tienen en mente. Por el contrario, el otro monto, el superior, parece muy difícil de alcanzar en ausencia de estrategias concretas para promover la inversión. Y aún así, la cifra parece poco probable de alcanzar dado el resto de variables en la economía. Más empleo, sí; mejores empleos, también. ¿Cómo? La eterna pregunta.

12 agosto 2007

Los nominados

José Raúl González Merlo
Miembro Junta Directiva
CIEN

A un mes de la primera vuelta, los diferentes candidatos ya exhibieron lo que pueden dar electoralmente. El foro de presidenciables (organizado por la AGG, Prensa Libre y Guatevisión) nos dejó algunas frases célebres. Siendo las elecciones demasiado importantes para ser tomadas en serio, hay les van los “bloopers” electorales:

La frase célebre del foro es de Rigoberta Menchú. La candidata de Encuentro por Guatemala dijo: “…si pusiera una maquila en Uspantán, hasta la electricidad sería racista”(¿!). Ojala que para las próximas elecciones, la Sra. Menchú logre superar ese complejo que le hace ver “micos aparejados”… hasta en la electricidad.

El cierre más dramático le tocó a Alvaro Colom cuando concluyó una de sus intervenciones diciendo “!Dios bendiga a Guatemala!”… y al darse cuenta de lo que acababa de decir inmediatamente continuó “… y nos ilumine para poder gobernar sabiamente…” Vaya dramática manera de no terminar con el slogan de Alejandro Giamattei.

El que ya no pudo corregir el cierre fue Eduardo Suger quien dijo “… ¡necesitamos un gobierno de esperanza!...” Con lo que Alvaro Colom movió su cabeza en señal de aprobación sin poder esconder una sonrisa por el favor recibido.

Alejandro Giamattei, logró convertir una amenaza en oportunidad. Al abordar el tema de salud, Alvaro Colom presumió de tener un brillante médico en la vicepresidencia. Cuando le tocó intervenir, el Dr. Giamattei dijo que no había nada mejor que tener un médico en la presidencia.

Luis Rabbé del FRG se llevó el trofeo al cinismo cuando, él mismo trajo a colación el tema del “jueves negro” y en tono burlón le preguntó a la audiencia: ¿…por que nadie se pregunta qué nombre le ponemos al día que mataron a los diputados salvadoreños…? Y sonriéndose nos recomendó que “dejemos de ver al pasado y miremos al futuro”. Con ese pasado… no le culpo por querer provocarnos amnesia colectiva.

El General Otto Pérez se lleva el premio a la originalidad cívica. En vez de entonar el himno nacional con la palma extendida en el corazón – como nos enseñaron a todos en el colegio - él y sus correligionarios se cruzaron el puño sobre el corazón y lo cantaron “con mano dura”.

Oscar Rodolfo Castañeda del PAN no fue invitado por el lugar que ocupa en las encuestas pero no podemos dejar de darle el premio a la demagogia electoral. Con su campaña de “…sin dueños ni patrones…” y “…sin IVA para las medicinas y los alimentos”, supera promesas que ni a Alfonso Portillo se le ocurrieron. Es increíble lo que la gente está dispuesta a decir y prometer con tal de lograr sus ambiciones políticas

¿Debate Presidencial o Repetición?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Es difícil resumir en tres minutos cómo resolver los problemas económicos, sociales y de seguridad del país. Más aún en un foro, que de debate tuvo muy poco, frente a miles de personas y junto a los más fuertes contendientes en la carrera. Nadie los culpa por muchas de las cuestiones que no tuvieron tiempo de explicar, tampoco por aquellas que no recordaron. Sin embargo, después de haber presenciado el debate presidencial organizado por la Asociación de Gerentes de Guatemala en su Noche Cívica, hay que reconocer que pareciera uno estar viviendo una situación que ya se había vivido antes. En el caso de esta columna, basta con revisar lo que en este mismo espacio se publicó hace cuatro años en vísperas de la anterior elección.

El 25 de agosto de 2003 esta columna se titulaba “¿Plan de Gobierno o Gobierno sin Plan?”. Situación que parece repetirse nuevamente. Las partes entrecomilladas corresponden a publicado en aquella ocasión. Juzgando por lo que dijeron durante la Noche Cívica, “todos los partidos coinciden en la necesidad de hacer cambios y… en la urgencia de los mismos. Sin embargo, lo más seguro es que ninguno de ellos sabe a ciencia cierta qué hacer”. Insistir en “soluciones simplistas, como queriendo engañarse ellos mismos, o al electorado de ser posible, es la receta para el fracaso”. En las pocas asuntos en los que todos los candidatos coinciden es en la “necesidad de hacer algo que todavía no está definido; de una manera que nadie conoce; sin saber exactamente cuando; y sin sabe con que fin. En pocas palabras, no tienen ni la menor idea del reto que tienen por delante”. Los candidatos hablan de planes de gobierno pero parece no entenderse que “un plan de gobierno tiene que ser creíble, coherente y consistente. La credibilidad exige que todas las metas que se plantean puedan ser alcanzadas…; la coherencia se refiere a que las metas planteadas no sean mutuamente excluyentes…la consistencia… que todas las metas puedan ser cumplidas… y que unas no pongan en riesgo a las otras.”

¿Por qué pareciera repetirse la historia de elecciones pasadas? Una posibilidad es que el tiempo transcurra de forma circular y los mismos acontecimientos se repitan una y otra vez. De ser así, una fuerza inexorable obligaría a todos los candidatos presidenciales a repetir lo que se ha hecho antes. Otra posibilidad es que el que escribe siempre ve lo mismo, aunque la realidad sea diferente. Otra más, que los candidatos se preparan para ganar una elección y no para gobernar un país. Y, desafortunadamente, lo primero no implica lo segundo.

06 agosto 2007

¿Aló Presidente?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

¿Manipulación de Chávez o capitalización del descontento popular? A pesar del trasfondo populista, oportunista y clientelista que tienen muchas de las medidas que Chávez promueve desde su conocido programa, no puede negarse su habilidad para sacar provecho del descontento popular con la forma tradicional de hacer política y negocios en nuestros países. Las amenazas de nacionalización, que ahora recorren el continente, son un ejemplo de como políticos como Chávez aprovechan el descontento popular. Entre falsas promesas de recibir productos y servicios “regalados”, movimientos políticos con tintes socialistas, los abusos de la posición de dominio por parte de algunas empresas y la frustración de muchos consumidores, hay razones suficientes para que los políticos “listos” intenten lucrar con esa figura. Las otrora empresas nacionales, ahora convertidas en rentables empresas privadas de capital nacional y transnacional, resultan ser el objetivo preferido de este tipo de políticas.

Mientras sea el consumidor el que pague “los platos rotos”, en forma de precios más altos, opciones limitadas o malos tratos y arbitrariedades por parte de ese tipo de empresas, es casi seguro que los políticos, como hábiles mercaderes de sentimientos, ansiedades y expectativas, utilicen cualquier excusa que les permita capitalizar en las frustraciones de la gente. Para un consumidor frustrado, que anhela un cambio, la nacionalización puede representar la esperanza que su voz sea tomada en cuenta, que sus derechos sean respetados y que las condiciones de precio y calidad sean mejores. Algo que se sabe bien no es más que una ilusión, ya que al final de cuentas ese remedio resulta peor que la enfermedad. Sin embargo, con políticos populistas de por medio debería quedar claro que hace falta mucho por hacer para limitar efectivamente el poder económico y político que han obtenido algunas de las empresas surgidas a raíz de las privatizaciones. Debería quedar clara la necesidad de promover más competencia y mayor apertura en los mercados en donde estas empresas operan, así como eliminar la posibilidad de recibir favores por parte de los gobiernos de turno.

De no darse estos cambios, y materializarse la promesa de que el consumidor es el verdadero soberano, de nada servirá quejarse después cuando algún político populista escuche la llamada de quienes están descontentos. ¿Aló Presidente?

Expectativas, realidades y la CICIG

José Raúl González Merlo
Miembro de Junta Directiva
CIEN


La CICIG es reflejo de la mediocridad que nos aqueja a todo nivel. Ante nuestra incapacidad e incompetencia para ser dignos de tener una nación, recurrimos a Naciones Unidas – ONU - para que nos saque la grave tarea del crimen y la impunidad. Estamos en la misma situación del chiriz que cree que aprenderá matemáticas porque su papá le hace la tarea…


Ojala que la CICIG llene las infladas expectativas que han creado en la población los que tan vehementemente promovieron su creación. Ojala que un puñado de funcionarios de ONU venga a hacer, en poco tiempo, lo que nosotros hemos sido incapaces de lograr. Me parece que los que apoyaron la CICIG han demostrado una gran ingenuidad engañando sistemáticamente a los ciudadanos creando expectativas inalcanzables. Las cosas no cambiarán con la CICIG por la misma razón que el patojo no aprenderá matemáticas. Ni siquiera será, como ya comenzaron a matizarlo, un “primer buen paso”. Solamente los guatemaltecos podemos cambiar nuestra realidad. Ninguna nación se ha construido haciendo outsourcing con la ONU.


El más grande experimento contemporáneo en materia de “construcción de una nación” – Iraq - con trillones de dólares gastados en 4 años ha demostrado que, sin la unidad, el valor y la participación de los ciudadanos no se logra nada. Eso es lo que nos hace falta a los guatemaltecos y tampoco lo obtendremos de la CICIG…


Es irónico que, gracias a la prensa, todos sepamos quiénes son los personajes involucrados en el crimen organizado. Obviamente, no necesitamos CICIG para conocer esa realidad. El problema es ¿qué Policía Nacional los captura, qué Ministerio Público presenta las pruebas, qué sistema judicial los condena y qué sistema penitenciario los mantiene presos impidiéndoles continuar delinquiendo? El mandato de la CICIG (recabar pruebas y hacer denuncias, entre otras), por si sólo, no cambiará realidad alguna. Quizás hasta será peor porque ahora entraremos en la zona de comfort y nunca haremos nuestra tarea.


La impunidad de Guatemala se acabará cuando se reúna un grupo suficientemente grande de ciudadanos que conjuguen su liderazgo y la oportunidad para que, desde el poder, decidan cambiar esas instituciones. Y mejorará cuando más ciudadanos participen directamente en ese cambio y tengamos la suficiente inteligencia de exigir continuidad a nuestros políticos. Así cambian las naciones: cuando sus ciudadanos asumen (no delegan) su responsabilidad. Si somos incapaces de hacer eso, tampoco seamos tan ingenuos como para creer que, de todas las instituciones del mundo, la ONU nos sacará la tarea…