22 octubre 2007

Economía: ¿Aterrizaje Forzoso?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN


No cabe que estamos mejor que antes, sobre todo cuando se mide en términos del desempeño global de la economía. Para los ultra optimistas no hay nada de que preocuparse, la buena marcha de la economía parece estar garantizada. El nuevo gobierno parece ser el heredero de una situación económica inmejorable. Aunque han existido factores negativos como los altos precios del petróleo, el aumento en los precios internacionales de los alimentos, las variaciones en las tasas de interés internacionales, la “turbulencia financiera” en el mercado local, la incertidumbre política, etcétera, la economía local ha mostrado una gran capacidad para adaptarse a los mismos. ¿A qué viene, entonces, la revisión hacia abajo de la tasa de crecimiento económico por parte del FMI? ¿Qué amenaza puede ser tan grande para justificar dicha revisión?

Aunque la mejoría en la situación económica es innegable, no puede obviarse el hecho que el país se ha visto beneficiado de una “marea alta” que ha empujado hacia arriba a la mayoría de economías emergentes. Situación que, según el FMI y otros expertos, parece no ser sostenible de manera indefinida. Sobre todo, debido a que la situación económica norteamericana cada vez se complica más. Desde hace varios años se habla en Estados Unidos acerca de la posibilidad de un “hard landing”, un “aterrizaje forzoso”. Hoy en día, con el precio del petróleo en constante aumento, la inflación subyacente resistiéndose a la baja, el problema en el mercado de las hipotecas, cada vez parece más probable que la economía norteamericana entre en un período de recesión e inflación.

De materializarse tal escenario se podrían esperar reducciones en las exportaciones y las remesas; condiciones mundiales de liquidez más complicadas que dificulten el financiamiento del desequilibrio externo; tendencias alcistas en los precios de los alimentos y de la energía, etcétera. Factores de riesgo a los que habría que añadir condicionantes domésticos como la posibilidad que se materialice el “hoyo” fiscal dejado por la desaparición del IETAAP, que aumenten las presiones por ampliar el gasto público, etcétera. Aunque es muy difícil pronosticar una crisis, no cabe duda que tanto los factores internos como los externos podrían cambiar rápidamente. ¿Estamos preparados para ello? ¿Está preparado el próximo gobierno para tal eventualidad? Ganarle a México en el fútbol es importante, pero nada garantiza que después de cada victoria, tal y como sucedió en 1967, los siete años siguientes sean de prosperidad.

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