28 diciembre 2007

Nuevo Año: ¿Nuevo Gobierno?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Dentro de unas cuantas horas el año 2007 habrá pasado a la historia; dentro de unos cuantos días lo mismo habrá pasado con el gobierno de la GANA. Para algunos el 2007 habrá sido un buen año; para otros el gobierno de Berger habrá sido un buen gobierno. Otros muchos querrán olvidar el 2007 o de los cuatro años de Berger para siempre. En términos generales, en materia económica, el año 2007 fue un buen año. Seguramente mucho mejor que el año 2006 y, probablemente, mejor que el año 2008. En términos generales, el gobierno de la GANA parece haber sido un buen gobierno. Seguramente mejor que el de sus predecesores en el poder y, probablemente, igual o mejor que de sus sucesores. Por supuesto, de los sucesores depende probar que todas las expectativas negativas sobre su gestión en el poder están equivocadas.

Está claro que los nuevos gobernantes quieren hacer las cosas de manera diferente. Por ejemplo, en su documento de Política Económica, página 6, sostienen que “no es posible lograr una mejoría en el nivel de vida de los y las guatemaltecas si seguimos haciendo lo mismo que han hecho gobiernos anteriores”. Ahora bien, el simple deseo de hacer las cosas de manera diferente no implica que en la práctica los resultados sean diferentes. Sobre todo mientras no se reforme la estructura básica de incentivos y restricciones que limitan el accionar de los políticos y funcionarios en el poder. Todos ellos, al igual que cualquier ciudadano, hacen, o dejan de hacer lo que las reglas le permiten.

Aunque un cambio de partido en el poder puede resultar sano, mientras no se limite el uso discrecional del poder, no se adopten mecanismos que promuevan la eficiencia y transparencia en el uso de los fondos públicos y no se detecte y castigue oportunamente la corrupción, es difícil que haya cambios fundamentales. Desear hacer las cosas diferentes es condición necesaria pero no suficiente para que en la práctica los resultados sean distintos. Mientras esto no se comprenda no perderá vigencia lo que un personaje de Sartre en “El Engranaje”, el tirano Aguerra, advertía a quien lo deponía del poder: “Tú continuarás mi política. La continuarás porque no es posible otra. No pienses que quiero justificarla, No, tú mismo serás quien la justifique dentro de tres meses, dentro de seis meses”. Sentencia que ya fue usada en esta columna hace más de cuatro año para tratar de moderar las expectativas acerca del cambio de gobierno. Parece que Aguerra tenía la razón .

25 diciembre 2007

¿Renuncia o Remoción?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

La polémica desatada en torno a la renuncia de las actuales autoridades del banco central vuelve a mostrar la importancia de la independencia del banco central. Aunque mucho se ha avanzado para que el banco central sea una institución más moderna y dinámica, hace falta mucho para que el Banco de Guatemala esté completamente aislado de presiones políticas y de la injerencia de grupos de presión. Aunque las presiones provenientes de la Presidencia de la República constituyen un riesgo importante para la independencia de dicha institución, en el largo plazo el mayor riesgo se derivan de la integración corporativista de la Junta Monetaria. A diferencia de otros países, en donde las sillas en dicho órgano rector están reservadas a expertos con largas trayectorias técnicas y académicas, en Guatemala se asignan a sectores específicos. Los cuales, casi sin excepción, podrían tener en manejar la política monetaria en su favor.

Aunque en los últimos días ha sido el Presidente electo quien ha estado en el ojo del huracán por “recomendar” a la actual presidente del BANGUAT “reconsiderar” su continuidad, no se puede olvidar que el personaje en cuestión simplemente reacciona a los incentivos existentes. Lo mismo hacen otros sectores cuando les conviene una determinada decisión, la diferencia, tal vez, estriba en los demás sectores representados en la Junta Monetaria son mucho más discretos y efectivos que el señor Colom. Aunque muchos hemos puesto el grito en el cielo por las intenciones del Presidente electo, es importante entender que se defiende a la institución y no a quienes hoy estén de turno.

De esa cuenta, así como se ha criticado al señor Colom por sus reveladas intenciones, también debe criticarse la falta de independencia del órgano superior de dirección del banco central. Mientras los delegados a la Junta Monetaria no sean nombrados según sus capacidades e independencia de grupos de interés, sean estos económicos, políticos, sociales u oficiales, no deberían asustarnos comentarios como los del Presidente electo o decisiones más sutiles que terminan favoreciendo a sectores específicos y damnificando a toda la población. Aunque la tecnocracia dentro del banco central garantiza cierto nivel mínimo de coherencia en la conducción de la política monetaria, es poco lo que ésta puede hacer cuando las motivaciones políticas o sectoriales son muy fuertes. De esa cuenta, no resulta aventurado argumentar que hace falta mucho para que el BANGUAT sea verdaderamente independiente y pueda gozar de plena credibilidad. Por supuesto, la independencia también implica transparencia y rendición de cuentas por parte de quienes toman decisiones que nos afectan a todos.

20 diciembre 2007

Año nuevo

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

Estamos a pocos días de iniciar un nuevo año. Esto representa e reinicio del círculo: repetir los ritos, las ceremonias y las costumbres. Esto significa revivir momentos, que van desde la emoción y alegría del día del cariño a la nostalgia de los cumpleaños de aquellos que se fueron. La sensación de que las cosas se repiten nos da cierta tranquilidad y aunque no todas las cosas nos generan alegría, reafirman nuestra individualidad.

Estamos a pocos días de iniciar un nuevo año. Y aunque se reinicia el círculo, el círculo no es, ni tiene que ser exactamente el mismo de hace 365 días. Por ello, es necesario reconocer las diferencias y trabajarlas para lograr un mejor año. Por ello, antes de iniciar el año, debiéramos detenernos por unos minutos para planificar las principales metas que queremos alcanzar para el año 2008. La idea parece muy aburrida y demasiado soñadora, pero es muy útil.

La utilidad de planificar permite enfocarnos en aquellos grandes deseos que tenemos. Si no tenemos ni siquiera una leve idea de aquellas metas que nos gustaría alcanzar, difícilmente vamos a tomar las decisiones correctas. Por ejemplo, si nuestro interés es lograr un mayor salario, debiéramos de identificar cómo lograr esta meta. Hay varias opciones, podemos: a) ver cuáles son las opciones que nos puede ofrecer la empresa donde trabajamos; b) buscar un nuevo empleo; o c) iniciar un nuevo negocio. Estas tres opciones traen consigo distintos caminos de acción. Podríamos empezar a ahorrar para pagar cursos de capacitación o para comprar mercadería para revender. Sin embargo, si no nos ponemos la meta de ganar más, podríamos no ponernos a ahorrar y, por lo tanto, podríamos dificultar cumplir con nuestra meta.

A veces, un año es una meta muy corta para muchas cosas que queremos realizar. Si estamos estudiando secundaria, muchas veces se requiere el sacrificio de varios años para poder obtener los conocimientos y las relaciones sociales para ganar una buena cantidad de dinero. Lo mismo sucede con ser un buen padre, un buen hermano o un buen hijo. Y son estas grandes metas, de largo alcance, las que debemos concretar en pequeñas acciones. Reducir el tiempo de juego en las semanas previas a los exámenes es una acción pequeña que puede tener resultados que se acumulan y se vuelven beneficiosas con el pasar de los años. Lo mismo resulta de ofrecerse a hacer tareas dentro de la casa, ponerse a jugar con los hermanos o pasar una tarde platicando con nuestros papás.

Planificar significa detener el reloj. Es unir el pasado, el presente y el futuro. Y aunque muchas veces la vida no se parece en nada a nuestros planes, tiene su recompensa el sentarse una tarde de diciembre a pensar.

17 diciembre 2007

¿El Congreso al rescate energético?

José Raúl González Merlo
Miembro Junta Directiva
CIEN

Es poco creíble que el Congreso pueda promover una “solución” al alto precio de los combustibles. Aún así, el diputado Oliverio García Rodas, con la complicidad de la Comisión de Finanzas Públicas y Moneda del Congreso, pretenden aprobar una ley que nos obligará a agregarle alcohol etílico a la gasolina.

Dice el artículo 12 del proyecto de ley que “… toda gasolina… deberá contener el mínimo de alcohol etílico… el cual no será inferior al diez por ciento”. De no cumplir, existe la amenaza de multas hasta por un millón de quetzales. Gracias a la ley, dizque nos “ahorraremos” $50 millones en divisas, se crearán 5,000 plazas nuevas de trabajo y reduciremos la contaminación ambiental. Es exactamente el regreso a las políticas fallidas de los setentas. Lo único que nadie garantiza es que el remedio no salga más caro que la enfermedad. En mi opinión, el sólo requerimiento de obligatoriedad y amenaza de multas, es garantía de que nos saldrá mucho más caro a los consumidores.

Se supone que los diputados vienen al rescate porque el precio del barril de petróleo anda cerca de los $100. Usar el poder coercitivo del gobierno para obligarnos a adoptar otros combustibles debería ser para que nos salga más barato ¿no? Porque, si no hay garantía de ello, ¿para qué nos están “haciendo el favor”? ¿No se le hace absurdo que, si el alcohol etílico es la solución a nuestros problemas energéticos, los diputados nos tengan que obligar a comprarlo? ¿Por qué no simplemente los productores de dicho combustible nos lo ofrecen sin amenazas de multas?

Si la cosa fuera tan beneficiosa, ya estaríamos usando alcohol etílico como combustible porque alguien estaría haciendo plata vendiéndonosla. Sin embargo, todo este esquema coercitivo es una mala señal. Seguramente será más caro y no redundará en beneficios para los ciudadanos más pobres. Es demasiado obvio. Los únicos beneficiados serán los productores nacionales de alcohol etílico y sus proveedores. Es tan obvio, que el alcohol etílico hasta tiene una protección arancelaria de casi 40%. O sea, ni siquiera lo podremos comprar más barato en el exterior…

Lamentablemente, esta ley demuestra, nuevamente, que el Congreso vuelve a convertirse en una maquinaria para dispensar privilegios. Los guatemaltecos no necesitamos diputados para salvarnos de crisis energéticas. Lo único que necesitamos es que no intervengan en un proceso competitivo que nos ofrecerá las soluciones adecuadas en el momento en el que éstas se vuelvan económicamente viables. Esta ley debe ser rechazada por ser un burdo privilegio económico y porque, como tal, perjudicará a los ciudadanos más pobres.

Yunnus: Cuando menos es más

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

“Vivimos en un océano de dinero” fue la afirmación de Yunnus en la conferencia que dictara en la UFM el pasado lunes. “El verdadero problema” dice Tomás Rosada, en su columna del pasado jueves en Prensa Libre, “es que los pobres no tengan acceso a probar ni una sola gota de éste”. Aunque ambos economistas tienen razón, en países como el nuestro no es tan fácil llevar esos mares de recursos a los millones de personas que han permanecido al margen del proceso de desarrollo. Aunque todos están de acuerdo en la urgencia de superar los problemas de pobreza y marginación que nos aquejan, el problema, como siempre, surge en torno a la forma de alcanzar dichos objetivos.

Este eterno debate que parece no tener salida alguna, ya que nadie está dispuesto a ceder un milímetro de sus respectivas “verdades”, palidece ante los resultados que logran gente como Yunnus. Citando a Rosada, lo que Yunnus ha logrado es producto de una “iniciativa de un profesor universitario de Economía que veía como, por un lado, su país atravesaba por grandes hambrunas en los años setenta, y por el otro él enseñaba teorías económicas muy elegantes pero con tan poca aplicación, impotencia, y poca utilidad para las necesidades de la mayoría de sus conciudadanos”.

Aunque las teorías pueden llegar a ser hermosas, y cautivarnos tanto como lo haría una hermosa mujer de ojos verdes, lamentablemente, tal y como lo atestigua Yunnus, poco o nada beneficioso para los demás puede salir de ese enamoramiento. Usando otra vez las palabras de Rosada, tal vez “el verdadero problema” sea que nos enamoramos tanto de nuestra forma particular de ver el mundo que a todos se nos olvida que la gente no vive de teorías o discursos, sino de tortillas y recursos. En ese sentido, no puede pasarse por alto que la conferencia de Yunnus, como bien dice Rosada, constituye una “invitación implícita de la UFM a discutir mecanismos de superación de pobreza e indirectamente de exclusión y desigualdad padecidos por una gran mayoría de la población que, al igual que en el Bangladesh de hace 25 años, hoy en Guatemala continúa estando al margen de la mayor parte de procesos políticos, económicos y sociales y sus consecuencias.”

Ojalá que dicha “invitación implícita de la UFM”, como la llama el joven economista de la URL, sumada al poderoso mensaje de Yunnus, respecto de dejar de hablar tanto y hacer más por el prójimo, tengan algún efecto sobre la forma en que deliberamos cómo lograr el desarrollo y superación de la pobreza en Guatemala.

10 diciembre 2007

Adiós a las adopciones…

José Raúl González Merlo
Miembro Junta Directiva
CIEN

Si las cosas salen como lo quieren los “grupos defensores de la niñez”; el Congreso aprobará el día de hoy la llamada ley de adopciones. Con esto, se cortará de tajo la oportunidad para que miles de niños puedan contar con un mejor futuro. Felicitaciones a todos los involucrados. Ahora lávense las manos de las consecuencias como lo hizo una vez Poncio Pilatos.

Los “movimientos sociales” presumen que un proceso de adopción que antes tomaba seis meses, ahora, tomará como mínimo dos años. El proceso será mucho “más complejo” y la Secretaría de Bienestar Social, en representación del Estado, será el ente que monopolizará los procesos de adopción. Están felices porque, según ellos, se acabó con el “negocio de las adopciones”.

Querrán decir que, con los nuevos procedimientos, orgullosamente bajará significativamente el número de niños adoptados y, con ello, miles de infantes quedarán desamparados y sin posibilidades de tener un mejor futuro. Es una pena que los cinco mil niños que no serán adoptados en el 2008 y en los años venideros, dejarán de contar con la oportunidad de tener un hogar. La envidia y el prejuicio enmarcados de buenas intenciones dominaron sobre el sentido común y la misericordia. Envidia hacia abogados que dizque cobraban veintisiete mil dólares por un trámite que duraba 6 meses. ¡O ingenuos! Ahora que durará dos años y lo volvieron mucho más complejo burocratizándolo ¿creen que el trámite será más barato? ¿Y que en manos del Estado se acabará la corrupción?

Envidia y prejuicio porque, como los niños se iban en su mayoría a los Estados Unidos, con seguridad, tenían un futuro mucho mejor que el de millones de niños que no eran adoptados. Entonces, como siempre, es más fácil que todos se frieguen en vez de celebrar que, aunque sea una minoría opte a un mejor futuro. Como se nota que a todos estos “grupos sociales” que han hecho de la pobreza su modo de vida no les conviene este tipo de prosperidad infantil.

Afortunadamente les tomó cinco años llegar a este punto. De no ser así, decenas de miles de niños jamás hubieran podido ser adoptados y estarían en ese horrible círculo de pobreza y explotación infantil que da negocio a esas “agrupaciones”. El lamentable resultado de esta ley será un trámite más caro, más corrupto, más largo y que producirá muchas menos adopciones. Es decir, lo peor de todos los mundos.

Dicen que hoy será bautizado como “el día de la dignidad de la niñez”. Márquenlo en el calendario porque alguien tiene que recordarles a los “grupos sociales” lo que llevarán en su conciencia de ahora en adelante.

Salario Mínimo: ¿Pajas o Discurso?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

“Con todo respeto don Hugo, solo pajas ha escrito usted. ¿Es para quedar bien con los patrones? O son fumadas teóricas… pero la gente no come teorías, sino tortillas y ahora dan solo 4 raquíticas por Quetzal.”. Esa fue la reacción de un estimado lector a la columna de la semana pasada, tal como consta en la versión electrónica de elPeriódico. Si darle de comer a la gente fuera tan fácil, bastaría con discursos como el del respetado lector. ¿Por qué llamar discurso a comentarios como los del respetado lector? Antes que nada, porque aunque piense diferente no llamo tonterías a las ideas de otras, mucho menos las considero mentiras, dos de los significados de la palabra “paja”, según la RAE. Segundo, porque en términos estadísticos la mayoría de guatemaltecos que todavía pueden comprar las raquíticas cuatro tortillas no derivan su ingreso del salario mínimo. Seguir defendiendo a ultranza el salario mínimo no es más que puro discurso, pura ideología.

Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos del 2004 solamente un 14% de los trabajadores ganan el salario mínimo; 86% de los indígenas, 78% de las mujeres y 76% de los jóvenes entre 15 y 25 años de edad ganan menos de ese monto. Y para que quede claro, sobre todo a quienes piensan como el estimado lector, estos alarmantes porcentajes no son producto de un flagrante incumplimiento de la legislación por parte de los “patronos”, sino de que la mayoría de la población trabaja por cuenta propia. La mayoría de guatemaltecos NO trabaja para empresas que puedan y deban pagar salario mínimo. La mayoría subsiste gracias al autoempleo; cada quien es su propio patrono y su propio trabajador.

A ese tipo de patrono y de trabajador, dicho sea de paso, son los que no tendría problema en defender. Sin embargo, no necesitan que nadie los defienda, han hecho de la adaptación al fallido arreglo institucional su forma de vida; no están pidiendo que los defiendan, ya que en el fondo desconfían de quienes dicen hacerlo, llámese sindicatos, cúpula empresarial o grupos sociales, y; nunca nadie los va a defender mientras no seamos capaces de poner en duda arreglos institucionales que no funcionan. Pero como el juego no consiste en generar mayor bienestar para las grandes mayorías, sigamos insistiendo en lo que sabemos bien que no funciona. ¿Puras pajas o puro discurso? Cada quien saque sus propias conclusiones. De lo que no hay escape, parafraseando la expresión del querido lector, es que “el bienestar de la gente no mejora con discursos, sino usando mejor los recursos”. El salario mínimo difícilmente ayuda en algo en este sentido.

08 diciembre 2007

En el Parque Navidad

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

Estos últimos meses he ido seguido al Parque Navidad ubicado en la zona 5 de la ciudad de Guatemala. Un parque bonito y grande, con biblioteca, centro de cómputo, juegos para niños, teatro al aire libre e instalaciones para cursos del INTECAP. Es un lugar muy bonito para pasar las tardes caminando o aprendiendo dentro de sus instalaciones. Es un lugar que la Municipalidad ha luchado por recuperar del abandono que sufrió por mucho tiempo. Sin embargo, es poca la gente que llega a este centro de recreación.

¿Por qué un lugar tan lindo no se encuentra lleno todos los días con niños, jóvenes y padres de familia? De todas las razones que he oído al día de hoy, sólo una considero como realmente esencial: falta de motivación. Es la falta de motivación y compromiso lo que evita que los vecinos cercanos se den cuenta que tienen allí tienen una mina de oro para sus actividades sociales y mejorar su calidad de vida. Falta motivación para organizarse entre los vecinos y lograr una mayor notoriedad ante otros vecinos, los medios de comunicación y las autoridades. Eso les permitiría hacerle frente a varios problemas que les toca afrontar día con día.

Por ejemplo, se habla de problemas de violencia en la zona 5, pero los días que lo visité fueron pocos los padres que vi llevando a sus hijos a jugar, a liberar tensión corriendo o a enseñarles el hábito de la lectura. Y lo digo porque el tema de seguridad no sólo se resuelve con mejores leyes, tribunales y policías. Esa es una respuesta institucional que logra mitigar unos cuantos márgenes de la violencia y criminalidad. De hecho la Municipalidad asignó un Policía al parque, lo cual resuelve el problema dentro del parque. Pero el problema de inseguridad fuera del parque aun sigue latente. Por eso, debe reconocerse que otros márgenes del problema de violencia y crimen se resuelven desde la casa, los amigos y la comunidad cercana. Realizar actividades dentro del parque podría ser una forma para empezar a disminuir la violencia actual y prevenir la futura.

El fin de semana pasado estuvimos en el Parque Navidad con un grupo de alumnos de la Facultad de Economía de la Universidad Francisco Marroquín. Con el interés de promover un mayor aprovechamiento del parque, de la biblioteca y del centro de cómputo (elemento esencial para mejorar la empleabilidad de los jóvenes y adultos del lugar), realizamos una serie de actividades que promovieran el uso del parque. Se notó la alegría de los niños y el interés de las madres. Muchas no habían entrado al parque y se sorprendieron con las posibilidades que existen adentro.

Lastimosamente, los problemas no se resuelven con unos breves esfuerzos de extraños. Los problemas reales se resuelven con el involucramiento de las personas del lugar y su interés constante y permanente.

03 diciembre 2007

Todos son unos abusivos

José Raúl González Merlo
Miembro Junta Directiva
CIEN

Que los diputados se hayan recetado una indemnización fue la gota que derramó el vaso de paciencia ciudadana. El movimiento de rechazo tuvo eco entre los partidos políticos y ahora andan viendo con qué “güizachada” dan marcha atrás. Sin embargo, hay que aclarar que los diputados únicamente han seguido el mal ejemplo de otros funcionarios que cometieron el mismo abuso aunque sus respectivos casos hayan pasado desapercibidos.

Es la segunda vez que una legislatura fracasa en el intento de crear la indemnización. Los diputados volvieron a alegar que, solamente, pretendían gozar de las mismas prebendas de otros funcionarios que también crearon su indemnización. Lamentablemente para los diputados, la prensa le tiene la lupa puesta en el Congreso e inmediatamente denunció cómo, de forma abusiva, se habían auto recetado gozar de un mes de salario por cada año de servicio, entre otras prestaciones.

Maldita maña de creer que las prestaciones y los beneficios laborales se pueden crear de la nada y por mandato legal como que la vida fuera gratis. ¿A cuenta de qué, se debe indemnizar a un funcionario público (diputado u otro) electo por un plazo definido? ¿Cuál es el “daño” causado al terminar su gestión como para merecer una indemnización? Mentalidad propia de país subdesarrollado en donde se cree que la legislación es fuente de riqueza y que siempre alguien más debe pagar la factura como si nos lo mereciéramos todo.

No es la primera vez que, como ciudadanos, nos meten este tipo de goles. Así fue como, en su oportunidad, los también entonces “honorables” magistrados del Tribunal Supremo Electoral y de la Corte Suprema de Justicia, entre otros cargos, se recetaron su respectiva indemnización. Fue, igualmente, un acto abusivo, inmerecido y antiético. Ahora que gozan de dicho “derecho adquirido”, como es “irrenunciable”, se ven “obligados” a cobrarlo al finalizar su período de “servicio”. Ojala que la prensa también publicase los nombres de las personas que, desde sus cargos, cometieron esos abusos. El pueblo de Guatemala tiene derecho a conocerlos para también condenarlos en la corte de la opinión pública.

El error no es fuente de derecho y lo que hace el mico no tiene por qué hacerlo el mono pero, si ese comportamiento provino de sendos “magistrados” ¿qué podemos esperar de simples diputados? Todos son unos abusivos y ese es el mensaje que debe calar en la ciudadanía. Si no le ponemos límites al poder discrecional de los funcionarios públicos, no seamos tan ingenuos de pensar que no usarán y abusarán del poder que les delegamos.

02 diciembre 2007

Salario Mínimo: ¿Más o Menos?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Unos argumentan, correctamente, que el salario no alcanza para comprar la canasta básica. Otros argumentan, correctamente, que el salario debe guardar relación con la productividad de los trabajadores. Unos argumentan que el efecto inmediato del salario mínimo es un mayor salario para los trabajadores. Otros argumentan que el efecto inmediato es desempleo. ¿Será posible lograr un acuerdo entre ambas posiciones? Mientras la deliberación ocurra en un terreno discursivo inapropiado, parece muy difícil. El marco jurídico que rige el debate no reconoce las fragmentaciones del mercado laboral guatemalteco; no reconocen las diferencias entre lo formal y lo informal. No se reconoce que más de tres cuartas partes de los trabajadores y de las empresas operan en el sector informal. No se reconoce que la suerte de estos trabajadores y empresas está íntima, y negativamente, ligada a las decisiones en materia laboral, específicamente a las relacionados con el salario mínimo. Por más importancia que el marco jurídico otorgue al debate acerca del salario mínimo, no es ni por asomo el debate más importante para las decisiones de empleo de las grandes mayorías.

La pobreza y el atraso en materia social no se resolverán a través de aumentos al salario mínimo. Superar estos desafíos requiere crear nuevos empleos y, por lo menos, no destruir los empleos existentes. Los aumentos al salario mínimo en poco o nada ayudan a crear nuevos empleos. Para crear nuevos empleos y pagar mejor salarios se requiere de mayor productividad laboral. Sin negar el papel que pueden jugar los salarios de eficiencia en inducir a una mayor productividad laboral, los bajos niveles de capitalización, física y humana, que caracterizan a nuestra fuerza laboral son finalmente los responsables de la baja productividad de los trabajadores. Sin mayor inversión por trabajador y una más y mejor educada fuerza laboral es aventurado suponer que una política de aumentos al salario mínimo resolverá los problemas de desempleo y subempleo.

Por si fuera poco, no sólo no ayuda a crear nuevos empleos sino destruye parte de los empleos formales existentes. Ante un aumento del salario unas empresas se ven obligadas a despedir a los trabajadores menos productivos y a sustituirlos por maquinaria. Otras empresas modifican la relación laboral y la redefinen dentro de la informalidad. En última instancia, otras empresas dejan de operar. El caso de la maquila es un claro ejemplo de ello. Desafortunadamente, la mayoría de empleos que se destruyen son aquellos que eran ocupados por jóvenes, mujeres, ancianos, indígenas con poco dominio del español y en general, población con baja productividad. Si este es el juego que quieren jugar quienes toman las decisiones respecto del salario mínimo, adelante. Las grandes mayorías ya optaron por la opción de la salida.