25 noviembre 2007

Regalando lo ajeno

José Raúl González Merlo
Miembro de Junta Directiva
CIEN

No cabe duda que el diputado de la UNE – Manuel Baldizón – ha asumido el papel de “benefactor” de los pobres. Fácil. Como Presidente de la Comisión de Finanzas, tiene una chequera de cuarenta y dos mil millones de quetzales a su disposición. No tomar esos fondos para comprar popularidad es una tentación demasiado grande en manos de un político. A las pruebas me remito.

Baldizón fue el padre de la una nueva pensión para ancianos sin dicha cobertura. Siendo diputado incrementó, de un plumazo, las obligaciones del presupuesto de la nación metiéndole más presión a la carga tributaria de los guatemaltecos. Con la complicidad del Presidente Berger, obligó a los asalariados a pagar un nuevo impuesto disfrazado bajo el eufemismo de “contribución especial de solidaridad”. Luego, decretó que se tomaran Q250 millones de nuestros impuestos para financiar el resto del programa. ¿Qué rico no? Baldizón nos acaba de dar una cátedra de cómo se hace caridad con dinero ajeno.

No contento con lo anterior, ahora acaba de inventar un nuevo beneficio para los pensionados del estado. De otro plumazo pretende que las pensiones estatales se indexen anualmente al mismo ritmo que la inflación. La cosa es seria porque el monto que el gobierno tiene destinado anualmente para ese régimen es cerca de dos mil cuatrocientos millones de quetzales. Adquirir ese compromiso sin tener claras sus consecuencias fiscales o su fuente de financiamiento es una impresionante irresponsabilidad.

Es una irresponsabilidad, especialmente cuando hablamos del régimen estatal de pensiones. Dicho programa ya es un desastre: no tiene un fondo de dinero de cuyo rendimiento se financie el pago de los beneficios. Y, encima de todo, las condiciones de retiro son tan ridículamente favorables que incentiva a que el problema financiero sea cada vez mayor. Es, en estas condiciones, que el diputado Baldizón viene y lo pone peor al cargarle más obligaciones a un régimen absolutamente quebrado.

Como todo buen político, a Baldizón se le hace más fácil regalar dinero ajeno que tratar de proponer una solución inteligente a un sistema de pensiones estatal en crisis. Si la propuesta de ley llega a ser una realidad, Baldizón será moralmente responsable por heredar a los ciudadanos guatemaltecos una deuda de varios millardos de quetzales. Nuevamente, seremos todos nosotros – no el diputado Baldizón – quienes pagaremos esos compromisos con los impuestos que nos quitan. Ciudadanos: ¡despierten y no se dejen endeudar por estos políticos inescrupulosos!

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