12 noviembre 2007

Petróleo: ¿Crisis anunciada?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Es difícil saber cuánto más aumentará el precio del petróleo. De hecho estamos ya muy cerca de superar el record histórico en términos reales. Los US $38 que alcanzó el barril de petróleo a finales de 1979 representan hoy entre US $98 y US $103. Lo cual para países como Guatemala, importadores netos de petróleo, son malas noticias. Ya que, además de las consideraciones tradicionales acerca del impacto del precio del crudo sobre el nivel de precios, hay que tomar en cuenta que los efectos negativos sobre la producción y el empleo. Efectos cuya temporalidad y profundidad dependen de la magnitud y duración del aumento en cuestión. Circunstancias que parecen no jugar en nuestro favor ya que, según parece, el elevado precio del petróleo llegó para quedarse. En las circunstancias actuales es importante distinguir entre cambios transitorios y cambios permanentes en las condiciones subyacentes de la economía.

Si los cambios fueran de naturaleza transitoria, de muy corto duración, podrían justificarse políticas como la reducción de impuestos o el endeudamiento para evitar ajustes abruptos en la economía. Si dichos cambios tienden a ser permanentes, o de una duración más larga, es muy difícil evitar los procesos de ajuste que los mismos conllevan. Un aumento permanente del precio del petróleo, como parece ser el caso, requiere de ajustes en los patrones de consumo y gasto en todos los sectores de la economía, incluido, por supuesto, el sector público. Y aunque no suene muy bonito, ni sea políticamente correcto, ni sea el tipo de medidas con que un nuevo gobierno quisiera estrenarse, la situación demanda que todos nos “amarremos el cincho”.

Anunciar la eliminación del impuesto sobre la distribución de petróleo y derivados en nada ayuda a este proceso de ajuste, salvo que el nuevo gobierno esté dispuesto a “amarrarse el cincho” en nombre de todos. Esto es, a reducir el gasto público en proporción directa a los ingresos que se pierdan por la eliminación de dicho impuesto. Sin embargo, la situación no es tan fácil. De inicio el nuevo gobierno tiene ya un faltante de ingresos de casi Q 2,000 millones debido a la desaparición del IETAAP y del impuesto sobre pasajes aéreos. Si a esto sumamos la posible eliminación de este otro impuestos, el faltante podría superar a los Q 4,000 millones. Si el nuevo gobierno está dispuesto a realizar un ajuste de esta magnitud en sus gastos, bienvenidas las rebajas de impuestos. De lo contrario, la crisis de la deuda de los ochenta es el mejor ejemplo de lo que sucede cuando ante situaciones como la actual se pospone el ajuste y se opta por “soluciones menos drásticas”.

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