25 noviembre 2007

Oxigenación: ¿De qué o de quién?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Toda crisis es una oportunidad. Sobre todo para aquellos sectores que saben cómo manejar políticamente la ansiedad de la gente para aumentar sus privilegios. Un ejemplo de esto es la la iniciativa de Ley de Oxigenación de Gasolinas, según la cual “toda la gasolina para vehículo automotor que se use, venda, comercialice y distribuya en el territorio deberá contener el mínimo de alcohol etílico anhidro desnaturalizado… (de) 10%”. ¿En qué nos beneficia mezclar etanol con la gasolina? Según los considerandos de la ley, la oxigenación de las gasolinas permitiría “la sustitución del uso de productos petroleros por energía de proveniente de fuentes nacionales renovables, así como fomentar la inversión en la agro-industria nacional, generando nuevas fuentes de empleo”. Asimismo, tal medida permitiría “reducir la emisión de gases nocivos que, entre otros efectos, contaminan la atmósfera, los recursos naturales…”. Además del “ahorro de divisas en la importación de combustibles apoyando a la producción (nacional, léase) de alcohol carburante”.

En cuanto al “ahorro de divisas”, concepto de dudosa validez técnica, el mismo podría oscilar alrededor de los US $80 millones. Cifra que palidece frente a los más de US $ 9,000 millones que el país importa al año. Ese “ahorro” ni “huele ni hiede”, es menos del 1% del total de divisas que requiere el país. Nada va a pasar si no se materializa.

En cuanto a la reducción de la contaminación de la atmósfera y de los recursos naturales, lo que “no se va en lágrimas se va en suspiros”. Es ingenuo suponer que la producción de etanol a partir de caña de azúcar no implica ningún tipo de contaminación. No hay necesidad de ser un experto para darse cuenta que la producción de etanol puede conllevar más contaminación del agua debido a la descarga de efluentes industriales en los cuerpos de agua y al uso de más agroquímicos en el proceso de siembra de la caña. El balance ecológico final es muy difícil de saber; la ley asume que es positivo.

En cuanto a fomentar la inversión en la agro-industria y generación de empleo, generarlos de manera artificial no implica creación de riqueza. Si la mezcla de etanol con gasolina fuera un negocio rentable, uno que generara riqueza para el país, no se necesitaría de una ley que obligue a todos a tal cosa. Generar inversión y empleo de esta manera equivale a transferir recursos de toda la población hacia un sector específico. Para ese caso sería menos costoso y más transparente subsidiar directamente a los potenciales beneficiados por esta ley.

Y lo más grave, desde el punto de vista del consumidor, es que nada garantiza que los precios de los combustibles vayan a bajar.

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