10 diciembre 2007

Salario Mínimo: ¿Pajas o Discurso?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

“Con todo respeto don Hugo, solo pajas ha escrito usted. ¿Es para quedar bien con los patrones? O son fumadas teóricas… pero la gente no come teorías, sino tortillas y ahora dan solo 4 raquíticas por Quetzal.”. Esa fue la reacción de un estimado lector a la columna de la semana pasada, tal como consta en la versión electrónica de elPeriódico. Si darle de comer a la gente fuera tan fácil, bastaría con discursos como el del respetado lector. ¿Por qué llamar discurso a comentarios como los del respetado lector? Antes que nada, porque aunque piense diferente no llamo tonterías a las ideas de otras, mucho menos las considero mentiras, dos de los significados de la palabra “paja”, según la RAE. Segundo, porque en términos estadísticos la mayoría de guatemaltecos que todavía pueden comprar las raquíticas cuatro tortillas no derivan su ingreso del salario mínimo. Seguir defendiendo a ultranza el salario mínimo no es más que puro discurso, pura ideología.

Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos del 2004 solamente un 14% de los trabajadores ganan el salario mínimo; 86% de los indígenas, 78% de las mujeres y 76% de los jóvenes entre 15 y 25 años de edad ganan menos de ese monto. Y para que quede claro, sobre todo a quienes piensan como el estimado lector, estos alarmantes porcentajes no son producto de un flagrante incumplimiento de la legislación por parte de los “patronos”, sino de que la mayoría de la población trabaja por cuenta propia. La mayoría de guatemaltecos NO trabaja para empresas que puedan y deban pagar salario mínimo. La mayoría subsiste gracias al autoempleo; cada quien es su propio patrono y su propio trabajador.

A ese tipo de patrono y de trabajador, dicho sea de paso, son los que no tendría problema en defender. Sin embargo, no necesitan que nadie los defienda, han hecho de la adaptación al fallido arreglo institucional su forma de vida; no están pidiendo que los defiendan, ya que en el fondo desconfían de quienes dicen hacerlo, llámese sindicatos, cúpula empresarial o grupos sociales, y; nunca nadie los va a defender mientras no seamos capaces de poner en duda arreglos institucionales que no funcionan. Pero como el juego no consiste en generar mayor bienestar para las grandes mayorías, sigamos insistiendo en lo que sabemos bien que no funciona. ¿Puras pajas o puro discurso? Cada quien saque sus propias conclusiones. De lo que no hay escape, parafraseando la expresión del querido lector, es que “el bienestar de la gente no mejora con discursos, sino usando mejor los recursos”. El salario mínimo difícilmente ayuda en algo en este sentido.