25 diciembre 2007

¿Renuncia o Remoción?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

La polémica desatada en torno a la renuncia de las actuales autoridades del banco central vuelve a mostrar la importancia de la independencia del banco central. Aunque mucho se ha avanzado para que el banco central sea una institución más moderna y dinámica, hace falta mucho para que el Banco de Guatemala esté completamente aislado de presiones políticas y de la injerencia de grupos de presión. Aunque las presiones provenientes de la Presidencia de la República constituyen un riesgo importante para la independencia de dicha institución, en el largo plazo el mayor riesgo se derivan de la integración corporativista de la Junta Monetaria. A diferencia de otros países, en donde las sillas en dicho órgano rector están reservadas a expertos con largas trayectorias técnicas y académicas, en Guatemala se asignan a sectores específicos. Los cuales, casi sin excepción, podrían tener en manejar la política monetaria en su favor.

Aunque en los últimos días ha sido el Presidente electo quien ha estado en el ojo del huracán por “recomendar” a la actual presidente del BANGUAT “reconsiderar” su continuidad, no se puede olvidar que el personaje en cuestión simplemente reacciona a los incentivos existentes. Lo mismo hacen otros sectores cuando les conviene una determinada decisión, la diferencia, tal vez, estriba en los demás sectores representados en la Junta Monetaria son mucho más discretos y efectivos que el señor Colom. Aunque muchos hemos puesto el grito en el cielo por las intenciones del Presidente electo, es importante entender que se defiende a la institución y no a quienes hoy estén de turno.

De esa cuenta, así como se ha criticado al señor Colom por sus reveladas intenciones, también debe criticarse la falta de independencia del órgano superior de dirección del banco central. Mientras los delegados a la Junta Monetaria no sean nombrados según sus capacidades e independencia de grupos de interés, sean estos económicos, políticos, sociales u oficiales, no deberían asustarnos comentarios como los del Presidente electo o decisiones más sutiles que terminan favoreciendo a sectores específicos y damnificando a toda la población. Aunque la tecnocracia dentro del banco central garantiza cierto nivel mínimo de coherencia en la conducción de la política monetaria, es poco lo que ésta puede hacer cuando las motivaciones políticas o sectoriales son muy fuertes. De esa cuenta, no resulta aventurado argumentar que hace falta mucho para que el BANGUAT sea verdaderamente independiente y pueda gozar de plena credibilidad. Por supuesto, la independencia también implica transparencia y rendición de cuentas por parte de quienes toman decisiones que nos afectan a todos.

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