Otra reforma tributaria
Miembro de Junta Directiva
CIEN
El regreso de Semana Santa nos recibió con la noticia de una nueva “reforma tributaria”. Al igual que sus predecesores, el nuevo gobierno dio a conocer los lineamientos generales de su propuesta para modificar los impuestos existentes. Las promesas de campaña se vuelven a romper y el Presidente Colom se prepara para subir los impuestos a los ciudadanos.
Los medios de comunicación han descrito únicamente las generalidades del proyecto. Como quiera que sea, en materia de impuestos, el gobierno, como institución, no tiene credibilidad ni autoridad moral alguna. Desde que tengo memoria, cada gobierno que entra, promueve de una u otra manera, cambios a las leyes fiscales. La excusa es siempre la misma. La recaudación vigente es insuficiente y necesitan recaudar más (¡los ingresos fiscales se han quintuplicado del 1995 al 2007!). Por ello, vuelven a cambiar las normas contribuyendo a la inestabilidad jurídica que tanto daño le hace a nuestro país.
Hoy dicen que van a bajar progresivamente la tasa de impuesto sobre la renta; una medida en la dirección correcta. El problema es que ¿quién se lo va a creer? Casi que, por definición, tanto las promesas de campaña, como las promesas del gobierno, son una mentira declarada. Ya tuvimos una rebaja en la tasa del ISR del 31% al 25%. Poco duró porque, en una de tantas reformas, la tasa volvió a subir al 31%. Es difícil creer que, en esta, como en tantas otras ocasiones, no nos estén dando, de nuevo, “atol con el dedo”.
Es el mismo caso, sólo que al revés, de los dividendos sobre utilidades. Ahora dicen que los van a gravar con un impuesto del 3% a pesar de que los mismos habían quedado exentos de impuestos en una reforma tributaria previa. También dicen que van a eliminar el IETAAP. Sería la cuarta vez que se promete eliminarlo y alguien siempre lo revive. ¿Quién nos garantiza que otro gobierno no lo vuelve a resucitar? Promesas y más promesas incumplidas…
La estructura impositiva guatemalteca puede tener espacio para muchas mejoras. El grave problema es que, aunque éstas fueran en la dirección correcta, carecen absolutamente de credibilidad. Así como se le da al gana a este gobierno pasarlas, así se le dará la gana a otro eliminarlas. Ese es el cáncer que nos mantiene en el subdesarrollo: una crónica falta de estabilidad en las normas y un equivocado enfoque en recaudar más antes de demostrar que lo que se gasta, se gasta correctamente. De seguir así, seguiremos alimentando al insaciable monstruo llamado presupuesto de gastos de la nación en el pésimo marco de inestabilidad jurídica.
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