23 marzo 2008

Ilusión Cambiaria

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Las variaciones en el tipo de cambio son temas que siempre acaparan la atención del público. Tanto así que muchas veces se genera un gran revuelo por movimientos de cinco o diez centavos hacia arriba o hacia abajo, tal y como ha venido sucediendo en los últimos días. Al punto que pareciera que nos hubiera quedado la fijación mental de la antigua paridad de un Quetzal igual a un Dólar Americano. La cual nos lleva a creer que estas relativamente pequeñas variaciones son equivalentes a depreciaciones del 5% o 10% en el tipo de cambio, cuando en realidad, con un tipo de cambio que oscila alrededor del Q7.60 por Dólar Americano, equivalen a depreciaciones del tipo de cambio de alrededor de un 1%. Variaciones importantes, pero que no debería ser causa de grandes preocupaciones o estar sujeta a profundos análisis.

Más sorprendente que estas pequeñas variaciones resulta el hecho que el tipo de cambio se haya mantenido “pegado” a una estrecha banda de fluctuación durante los últimos años. Esto a pesar que el Banco de Guatemala prácticamente no ha intervenido en el mercado cambiario para mantener un determinado tipo de cambio. Situación que bien podría considerarse como un tipo de cambio fijo “de facto”. Es decir, un tipo de cambio en donde la oferta y la demanda, se materialicen éstas de la forma que se materialicen, mantienen, y se espera mantengan, la cotización del Dólar alrededor del Q7.60 por Dólar. Alrededor significa algunas veces unos cuantos centavos por arriba, otras veces unos cuantos centavos por debajo. Tal y como ha venido sucediendo en las últimas semanas; nada que sea causa de gran sorpresa o que deba desatar grandes análisis acerca del efecto que estas tienen sobre las exportaciones e importaciones.

Por otro lado, si se insiste en analizar los impactos de tales variaciones, habría que tomar en cuenta que cualquier fluctuación en el tipo de cambio, o ausencia de ella, beneficia a unos y perjudica a otros. Una depreciación favorece a los exportadores pero perjudica a los importadores y consumidores. Una apreciación provoca lo contrario. En todo caso, más que preocuparnos por los efectos que el tipo de cambio tiene sobre importaciones o exportaciones, deberíamos preocuparnos por hacer más competitiva nuestra producción de productos exportables.

Ahora bien, si se insiste en analizar las variaciones diarias del tipo de cambio, tal vez sería mejor reconocer que estamos pegados “de facto” al Dólar Americano, y que en el mediano plazo no será mucho lo que le sucede a nuestro tipo de cambio respecto de esa moneda. Pero que, sin embargo, por el hecho de estar “pegados”, así como le vaya al Dólar le irá al Quetzal en los mercados internacionales. Por ejemplo, se hace ruido por un movimiento de cinco centavos en el tipo de cambio Quetzal-Dólar, pero se dice muy poco acerca de la depreciación de más del 20% que el Dólar, y por ende el Quetzal, ha tenido en los últimos meses respecto del Euro.

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