10 marzo 2007

La Suerte del Banano…

Hugo Maul R.

Director del Área Económica

CIEN


…el inmigrante la quisiera."Los inmigrantes tienen la mala fortuna de no ser bananos, pues las frutas llegan sin problemas y a ellos se les ponen todo tipo de trabas". Según la fuente consultada, esa fue la reflexión de la Dra. Rigoberta Menchú en una conferencia en Palma de Mallorca en el 2005 respecto del problema de la inmigración. (http://www.lavozdeasturias.com/noticias/noticia.asp?pkid=240521). Aunque no era su intención, la afirmación de Menchú tiene un profundo trasfondo para el comercio internacional y el discurso reinante al respecto en E.U.A. y Europa. Es basntante ingenioso comparar bananos con inmigrantes. Hasta parece que estoy oyendo hablar a un mi profesor de Teoría del Comercio Internacional respecto del “factor content of trade”.

La comparación de Menchú permite hacer una lectura entre líneas que complementa la denuncia que ella hiciera en contra de E.U.A y Europa. En términos teóricos, y bajo ciertas circunstancias, un banano es una forma particular de “empaquetar” trabajo. Cuando E.U.A. o Europa compran bananos del Tercer Mundo, quiéranlo o no, importan trabajo de nuestros países. El trabajo de quien corta el racimo, de quien lo empaca y de quien lo sube al camión, entre otros, va incluido dentro de ese sabroso “empaque” que llamamos banano. Y como bien intuye Menchú, deja entrar a los bananos sin problemas pero no a los inmigrantes esconde una profunda contradicción. Los gobiernos de los países poderosos hablan de libre movilidad de mercancías pero no de trabajadores. Como si el trabajo de nuestra gente no viajara también dentro de los productos que exportamos.

Si los gobiernos de E.U.A. y Europa temen a los efectos que la mano de obra barata puede tener sobre sus economías, tendrían que reconocer también que no hace falta que nuestros trabajadores crucen desiertos o mares para que su trabajo llegue a los mercados de esos países. Camisas, pantalones, carne de res, mangos o flores son otros de los tantos “empaques” dentro de los cuales el trabajo de nuestra gente cruza fronteras. Si el miedo es a la mano de obra barata, aunque digan lo contrario, también deberían temerle a la que va “empaquetada” dentro de los productos que exportamos. Los “bananos” todavía tienen suerte. Sin embargo, dadas las contradicciones en el discurso de los gobiernos de Europa y E.U.A. nadie puede asegurar que la misma dure para siempre. No vaya a resultar que en un futuro cercano no sólo nos quedemos sin remesas, sino también sin exportaciones. Aunque es muy importante que Menchú denuncie el problema de la inmigración, también sería muy importante que reclamara la importancia de la libertad de comercio entre los países. Tal vez a ella sí sería escuchada.

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