18 marzo 2007

Ferrovías y DR-CAFTA

Hugo Maul Rivas
Director del Área Económica
CIEN

Históricamente, ferrocarril e inversión extranjera siempre nos han salido caros. Y por más que la historia parece repetirse, seguimos cometiendo los mismos errores. En el caso de Ferrovías, como tantas otras veces, cumplir o incumplir con lo pactado puede resultar igualmente costoso. Si cumplir con lo pactado implica “limpiar” la vía férrea de todo tipo de invasores, el remedio podría salir más caro que la enfermedad. Si no cumplir lo pactado implica pagar una compensación por daños y perjuicios a Ferrovías, sucedería algo parecido. Aunque nadie niega la importancia de recuperar la vía férrea para su uso productivo, tal hecho no justifica cualquier tipo de solución para ese problema. Tal y como la historia lo demuestra, las soluciones que se han intentado en el pasado sólo han beneficiado a poderosos políticos, burócratas y empresarios. Desconozco las interioridades del caso de Ferrovías, pero si algo ha caracterizado históricamente al gobierno de Guatemala es su incapacidad de realizar procesos abiertos, transparentes y competitivos en situaciones como estas. ¿Por qué el caso de Ferrovías tendría que ser distinto?

No es casualidad que este incidente se esté ventilando dentro de la normativa del DR-CAFTA. Tampoco que la emblemática figura de Mrs. Vargo esté de por medio y que la denuncia haya coincido con la visita de Mr. Bush a Guatemala y la celebración de la Asamblea de Gobernadores del BID en nuestro país. Todo esto obedece a un intento de enmarcar dicho reclamo dentro de, lo que el filósofo francés M. Foucault llamaría, “la política general de verdad” dentro del nuevo contexto económico del país. Entendiendo que dicha “verdad está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen”. De esa cuenta, cuestionar la validez del reclamo de Ferrovías equivaldría a poner en duda la importancia de respetar la inversión extranjera y cumplir lo pactado en los tratados de libre comercio. ¡Casi una herejía¡ Sin embargo, a costa de ser malentendido, casos como el de Ferrovías siempre deben verse con bastante escepticismo. Una cosa es dilucidar la “verdad jurídica” detrás del asunto y otra lo que más le conviene al país. La lección que todo esto nos deja es que con tratados como el DR-CAFTA no se juega: incumplir lo convenido puede resultar muy costoso. Y lo que es más grave, muchas veces habrá que pagar el costo de no haber cumplido sin haber recibido ningún beneficio importante de tal incumplimiento.

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