09 marzo 2007

Crónica de una tragedia anunciada

Marcela Springhmuhl
Estudiante UFM
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Las autoridades hicieron oídos sordos al clamor de los vecinos del Barrio San Antonio.

Como es costumbre en nuestra bella Guatemala, hasta que las desgracias no suceden las autoridades no se preocupan por atender las necesidades de los ciudadanos, sin importar que esto provoque la perdida de vidas humanas y daños materiales.

La última catástrofe -que por cierto pudo ser prevenible- sucedió la noche del jueves en el poblado barrio San Antonio en la zona 6 capitalina.

Murieron dos jóvenes y hay un desaparecido, cinco casa fueron seriamente dañadas y una más fue arrastrada a un abismo de unos cien metros de profundidad.

¿Y por que digo que pudo ser prevenible?, la respuesta es simple: los vecinos del sector dieron la voz de alarma una semana antes de que el gigantesco hoyo provocara la desgracia.

Los asustados vecinos se quejaron de escuchar retumbos y sentir constantes movimientos de tierra, varios medios de comunicación se encargaron de difundir la noticia a los cuatro vientos, pero no hubo respuesta de los entes correspondientes.

Ni la Coordinadora nacional para la reducción de desastres, el Insivumeh, y en este caso especifico la Municipalidad Capitalina, se tomaron la molestia de verificar de forma concienzuda la magnitud del problema.

Los dos primeros se tiraron la chibolita en todo momento y solo se instalaron sismógrafos que de nada sirvieron, no se realizó ningún estudio científico y las consecuencias son más evidentes.

Los albergues municipales llegaron cuando ya el desastre estaba consumado, mejor hubiera sido evacuar a las personas con más riesgo de perecer.

Las imágenes de la televisión mostraban a cientos de personas acarraendo con sus pertenencias son desgarradoras, hombres mujeres y hasta niños tratando de salvar sus posesiones de un abismo que bien pudo ser tapado si se hubiera querido.

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