16 septiembre 2007

¿Victoria de la Derecha?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Según parece, juzgando a partir de los resultados electorales del domingo pasado, el país se ha librado del avance de los movimientos de “izquierda”, al menos de su avance por medio de las urnas. Si se pudieran sumar los votos de la GANA, CASA, PP y Unionismo, bajo el supuesto que dichos partidos representan ideas de “derecha”, parecería que más de la mitad del electorado no está a favor de las ideas de izquierda. Si a esto se suma el hecho que la propuesta de la UNE, sobre todo en la parte económica, se asemeja más a una “izquierda vegetariana” que a una radical, bien podría decirse que casi un 80% de los electores no quieren saber nada del tipo de movimientos radicales que ahora reinan en Venezuela, Bolivia o Ecuador. No obstante, resultaría ingenuo pensar que después de estos resultados electorales ya “todo está dicho”. Es bien sabido que en países como Guatemala, en donde existe un marcado déficit de comunidad política, la adscripción de un ciudadano a determinadas propuestas políticas y/o ideológicas depende más de su situación económica y social, y de consideraciones prácticas y de corto-plazo, que de su identificación con valores y principios abstractos de un determinado sistema de pensamiento.

En virtud de esto, la amenaza de las ideas radicales y populistas de izquierda está y estará siempre presente mientras la democracia no traiga aparejada consigo mejoras sustanciales en el bienestar de la mayoría y/o se transforme en un verdadero sistema de representación de los intereses nacionales. Si bien es cierto que no corresponde a la democracia, como sistema político, promover un mejor nivel de vida, tampoco pueden negarse los pobres resultados económicos que la democracia ha traído consigo, en parte por la “alianza profana” que ha permitido entre intereses políticos y económicos. Si bien es cierto que millones votan cada cuatro años, esto no significa que luego sean tomados en cuenta en el diseño, modificación y puesta en práctica de cientos de miles de decisiones políticas y económicas a nivel local y/o nacional. De esa cuenta es que muchos perciben a la democracia como algo “irreal”; un espejismo, una imagen falsa de participación popular, representación de intereses públicos y mejora económica.

Mientras la derecha, sin importar cuantos votos obtenga en las urnas, no haga más que jactarse de comprender mejor el proceso económico pero sea incapaz de promover un sistema económico más abierto y competitivo y, sobre todo, sea incapaz de romper su propensión a establecer “alianzas profanas” entre políticos y empresarios, no debe extrañar a nadie que los discursos que prometen “voltear la tortilla” o que prometen “almuerzos gratis” sigan teniendo vigencia.


No hay comentarios.: