02 septiembre 2007

¿Gobiernos sin Planes?

Hugo Maul Rivas
Directo Área Económica
CIEN

La “sarcástica teoría de los ciclos”, como uno de los lectores bautizara el patrón repetitivo que se observa en la arena política durante cada elección es producto de múltiples factores. Uno de ellos, sin duda, es la tendencia que tienen los políticos a tomar el camino fácil. El camino de la demagogia y el oportunismo. Un segundo factor podría ser la incapacidad de aprender de los errores cometidos por otros en el pasado. A pesar de los pobres resultados que se han obtenido en el pasado, los políticos parecieran no darse cuenta que período tras período cometen el mismo tipo de errores. Un tercer factor podría ser la propia debilidad de los partidos políticos, los cuales al no lograr institucionalizarse se encuentran seriamente limitados para promover políticas y objetivos de largo plazo y terminan promoviendo políticas de gobierno y no políticas de estado; políticas que no trascienden de gobierno a gobierno.

La “sarcástica teoría de los ciclos” parece ser, finalmente, producto de la necesidad de tener “reinventar” el país cada cuatro años. La ausencia de un “interés público”, como diría S. Huntington, obliga a los partidos, elección tras elección, a empezar desde cero; cada cuatro años tienen que reinventar el país que ofrecerán al electorado. Nada de construir a partir de los cimientos que han dejado quienes han estado antes. Todo tiene que ser nuevo. Desafortunadamente, como nota Huntington, “el interés público no es algo que exista a priori en la ley natural o en la voluntad del pueblo. Tampoco cualquier cosa que resulte del proceso político”. De tal cuenta, a pesar que algún partido resulte electo, no es de extrañar que sea muy poco lo que logre en términos de construir dicho interés compartido por todos. Todos saben bien, políticos y electores, que un país no se construye en cuatro años, mucho menos que pueda construirse uno diferente cada cuatro años. Sin embargo, el proceso se repite una y otra vez; promesas de corto plazo, casi todas ellas inalcanzables, a cambio de lealtades electorales de corto plazo.

Tal y como Huntington lo describe, “en una sociedad políticamente atrasada, carente de un sentido de comunidad política, se da por supuesto que cada dirigente, cada individuo, cada grupo persigue sus propios objetivos materiales a corto plazo, sin consideración alguna por un interés público más amplio”. El próximo domingo habremos escrito una página más en esta triste historia.

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