15 enero 2007

¿Eutanasia o Genocidio Monetario?

Mario Cuevas, MSC
Director Área Financiera
CIEN

Llaman poderosamente la atención los comentarios de las autoridades publicados el domingo 14 de enero del 2007 (páginas 10 y 11) en Prensa Libre, explicando que no hay pérdida de confianza en el sistema bancario y que esto se evidencia en que después de la liquidación del Bancafé los depósitos "subieron" un porcentaje importante (13% en poco más de un mes).

El funcionario obvia mencionar que de facto se han impuesto restricciones a los retiros en efectivo, acorralando así la liquidez dentro del sistema bancario. Por tanto, el efecto anunciado con orgullo no es sino reflejo del corralito que ellos mismos han impuesto, como respuesta a la desconfianza previamente manifestada por el público.

El elevado nivel de desconfianza del público hacia el sistema financiero está documentado en la misma edición de Prensa Libre. “La Encuesta: Tercer Año de Gobierno” publicada el domingo por Prensa Libre (página 6) revela que más del 80% del público dice confiar “poco o nada” en el sistema bancario.

Cabe lamentar que en este caso el remedio sí resulta peor que la enfermad. La credibilidad de las entidades financieras está sufriendo como resultado directo del agotamiento e inoperancia de las autoridades. Particularmente, la falta de transparencia en el caso Bancafé se ha combinado letalmente con la negligente falta de billetes para erosionar dramáticamente la confianza del público en sus bancos.

Pareciera que las autoridades están queriendo incursionar en el nuevo campo experimental del exterminio monetario-financiero en masa. Como ni los bancos ni el público están complacidos con el exterminio impulsado desde arriba, el término aplicable al exterminio es el de genocidio monetario-financiero, aunque las autoridades quieren que creamos que es pura eutanasia.

El intento de las autoridades de “reinterpretar” la realidad pretendiendo que la desconfianza simboliza confianza armonizaría con el estilo propagandístico de algún movimiento totalitario y hasta podría funcionar si el Partido monopolizara el derecho de interpretar la realidad en nombre del pueblo. En una democracia, no obstante, el público conserva el derecho de interpretar la realidad libremente y de actuar sobre la base de su interpretación soberana.

Además, el público no está obligado a explicar las razones de su desconfianza a la autoridad, pero la autoridad sí debería rendir cuentas por los resultados de su gestión.

Cabe recordar que hace algunas semanas las autoridades también habían expresado que para paliar la crisis de efectivo el público podría emplear tarjetas plásticas o cheques, como si las paupérrimas masas que conforman la nación tuviesen acceso a tan modernos medios de pago. Recordemos que “si no hay pan, pues que coman pasteles” es la famosa frase que pronunciada desde la comodidad palaciega anunció y también precipitó el desmoronamiento de la monarquía en Francia.

Hoy, no hay confianza. Hoy, no hay efectivo. Hoy, no hay pan ni pasteles. ¿Hasta cuándo resistirá la nación el ocaso de las instituciones a cargo de las políticas públicas? ¿Hasta dónde llegará el exterminio monetario-financiero de la nación?

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