15 junio 2008

Inflación: ¿Batalla perdida?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

La tasa de inflación de los últimos doce meses, entre mayo 2007 y mayo 2008, supera ya el 12%. La meta para el 2008 era la mitad de este valor. ¿Será posible todavía alcanzar dicha meta? Al día de hoy parece difícil. Fenómenos económicos como la inflación muestran cierto grado de “inercia”, lo cual dificulta su eliminación por completo de la noche a la mañana. Sobre todo en casos como el nuestro, en donde la inflación observada parece ser más producto de la inflación importada y el efecto de la expansión monetaria en el pasado reciente. El primero de estos efectos seguramente permanecerá por un buen rato más en el sistema. En el caso del segundo, habrá que esperar algunos meses más para que el efecto de lo sucedido el año pasado termine de impactar a la economía nacional. A pesar de lo difícil que resulta hacer pronósticos en la economía, más aún en los momentos que actualmente vive la economía nacional, todo parece indicar que es bastante factible que la tasa de inflación se mantenga por encima del 10% durante todo el año.

Ante las divergencias observadas entre la tasa de inflación y la meta de política, es bastante comprensible que las autoridades monetarias se encuentren reacias a tomar cualquier medida que pueda significar una expansión en la liquidez en el sistema. Controlar la inflación puede implicar un mayor deterioro en la actividad económica debido a los faltantes de liquidez. No controlar la inflación, aunque pudiera permitir cierto repunte en la actividad económica, tendría un costo muy alto para la población y a largo plazo no se ganaría mayor cosa. La situación es complicada, buena parte de la carestía de la vida no tiene nada que ver con las medidas del banco central como tampoco la posibilidad de crecimiento a largo plazo. Sin embargo, por la forma en que funciona el sistema, es a éste a quien se le exigen las soluciones. Aunque la posibilidad de reactivar la economía por medio de la expansión monetaria siempre está presente, los niveles observados de inflación hacen de tal posibilidad una apuesta demasiado riesgosa. Aunque controlar la inflación implique cierto deterioro de corto plazo en la actividad económica, parece ser que, dado el estado de las cosas, es lo más prudente por hacer. A pesar de todas las críticas que puedan hacerse contra la disciplina fiscal y monetaria, al día de hoy parecen ser el camino más seguro a seguir. Y, por supuesto, el resto del sector público tomando decisiones coherentes, consistentes y creíbles en los demás campos de la política económica.

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