14 enero 2008

La Fuerza del Destino

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Este título es tomado de una popular canción de Mecano. Y aunque la canción nada tiene que ver con la entrada del nuevo gobierno, algunos de sus versos vienen como anillo al dedo al momento de reflexionar acerca del cambio de mando. Por ejemplo, el que dice “la fuerza del destino nos hizo repetir”. Así es, pareciera que el destino, en lo que se refiere a nuevos gobiernos, nos obliga siempre a repetir lo mismo. El nuevo gobierno, al igual que todos sus antecesores, no se diferencia en nada en términos de las expectativas que ha generado entre quienes le dieron su apoyo. Al igual que en ocasiones anteriores, la UNE llega al poder gracias a las innumerables promesas hechas durante la campaña; gracias a la “venta de sueños”, diría el Alfonso Portillo. Hace falta que ahora los cumplan; una cosa es estar en la oposición y prometer grandes cambios, otras es llegar al gobierno y lograr dichos cambios. Sobre todo, cuando parte de la “venta de sueños” se ha centrado en la urgencia de los cambios y en la imposibilidad que las grandes mayorías sigan esperando más. Acciones que pueden resultar en un desborde de expectativas, alentado en parte por un ambicioso Plan de los 100 Días, y convertirse en el principal enemigo del nuevo gobierno. Dadas las promesas de campaña es probable que grandes sectores de la población estén a la espera de resultados inmediatos por parte del nuevo gobierno. Corresponde al nuevo presidente y algunos de sus ministros, el de Finanzas Públicas sobre todo, trabajar para moderar dichas expectativas y alinearlas con lo política y administrativamente factible. En caso contrario, a lo mejor Colom tendrá que prestar a Mecano un verso y decir “empezamos mal y yo creía que este era un buen plan”.

Además de lo que corresponde hacer las nuevas autoridades para empezar bien, corresponde a todos dar un voto de confianza al nuevo gobierno. No podemos darnos el lujo, simpaticemos o no con él, de empezar con una actitud negativa o apostar desde ya al fracaso del nuevo gobierno. Por el bien de todo es importante que el nuevo gobierno obtenga ese voto de confianza y que sepa cómo aprovecharlo. Voto de confianza que, por supuesto, depende de la eficacia y eficiencia con que administren la cosa pública y de la transparencia y de la honestidad con que lo hagan. De lo contrario, no sólo empezaremos mal sino que estaremos abonando para que la “fuerza del destino nos haga repetir” lo que ya hemos vivido otras veces: empezar mal, para mal terminar.

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