06 agosto 2007

¿Aló Presidente?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

¿Manipulación de Chávez o capitalización del descontento popular? A pesar del trasfondo populista, oportunista y clientelista que tienen muchas de las medidas que Chávez promueve desde su conocido programa, no puede negarse su habilidad para sacar provecho del descontento popular con la forma tradicional de hacer política y negocios en nuestros países. Las amenazas de nacionalización, que ahora recorren el continente, son un ejemplo de como políticos como Chávez aprovechan el descontento popular. Entre falsas promesas de recibir productos y servicios “regalados”, movimientos políticos con tintes socialistas, los abusos de la posición de dominio por parte de algunas empresas y la frustración de muchos consumidores, hay razones suficientes para que los políticos “listos” intenten lucrar con esa figura. Las otrora empresas nacionales, ahora convertidas en rentables empresas privadas de capital nacional y transnacional, resultan ser el objetivo preferido de este tipo de políticas.

Mientras sea el consumidor el que pague “los platos rotos”, en forma de precios más altos, opciones limitadas o malos tratos y arbitrariedades por parte de ese tipo de empresas, es casi seguro que los políticos, como hábiles mercaderes de sentimientos, ansiedades y expectativas, utilicen cualquier excusa que les permita capitalizar en las frustraciones de la gente. Para un consumidor frustrado, que anhela un cambio, la nacionalización puede representar la esperanza que su voz sea tomada en cuenta, que sus derechos sean respetados y que las condiciones de precio y calidad sean mejores. Algo que se sabe bien no es más que una ilusión, ya que al final de cuentas ese remedio resulta peor que la enfermedad. Sin embargo, con políticos populistas de por medio debería quedar claro que hace falta mucho por hacer para limitar efectivamente el poder económico y político que han obtenido algunas de las empresas surgidas a raíz de las privatizaciones. Debería quedar clara la necesidad de promover más competencia y mayor apertura en los mercados en donde estas empresas operan, así como eliminar la posibilidad de recibir favores por parte de los gobiernos de turno.

De no darse estos cambios, y materializarse la promesa de que el consumidor es el verdadero soberano, de nada servirá quejarse después cuando algún político populista escuche la llamada de quienes están descontentos. ¿Aló Presidente?

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