02 julio 2007

DR-CAFTA: Un año Después

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Dentro de poco se estará cumpliendo un año de vigencia del DR-CAFTA y, según parece, no se han cumplido a cabalidad las profecías de quienes sostenían que el tratado sería la perdición o la salvación del país. Contrario a las profecías de quienes vaticinaban la destrucción de la economía nacional y la profundización de la pobreza y las desigualdades en Guatemala, han pasado ya once meses de vigencia del tratado y no hemos sido borrados del mapa. De igual forma, contrario a las profecías de quienes vaticinaban que Guatemala se iba a convertir en Disneylandia de la noche a la mañana, han pasado ya once meses de vigencia del tratado y Guatemala sigue siendo la misma de siempre.

Aparte de esta evaluación en términos muy generales, la medición del impacto del tratado no es una empresa sencilla ya que involucra más que una comparación entre lo que sucede hoy contra lo que sucedía hace uno o dos años atrás. No puede olvidarse que de no haberse ratificado el tratado estaríamos hoy corriendo el mismo riesgo que Costa Rica: perder el acceso preferencial de nuestras exportaciones a los EE.UU. Lo cual, de cumplirse la amenaza del gobierno norteamericano de retirar los beneficios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, de seguro hubiera tenido un costo importante en término de pérdida de inversiones y empleo para el país. Por lo que cualquier impacto positivo, por pequeño que sea, es ya una ganancia considerable respecto de lo que pudo haber sido de no estar el tratado en vigencia. Lo cual no implica aceptar sin más cualquier efecto positivo o negativo relacionado con el tratado, sino simplemente tomar en cuenta las opciones que existían antes de juzgar lo que hoy está sucediendo.

En todo caso, este primer año de vigencia parece darle la razón a quienes siempre sostuvieron que el DR-CAFTA no era malo ni bueno en sí mismo, sino que todo dependía del uso que hiciéramos de esta herramienta. Es importante recordar que los resultados positivos o negativos que puedan derivarse del tratado dependen más de lo que nosotros hagamos o dejemos de hacer que del tratado mismo. El alcance y la efectividad de los programas de apoyo y acompañamiento del tratado; la administración del tratado, la actitud con la que afrontemos el nuevo conjunto de incentivos y la profundidad de las reformas que hacen falta para hacer de Guatemala un país más competitivo son, finalmente, los que harán la diferencia entre un balance positivo y uno negativo.

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