23 julio 2007

¿Desarrollo por consenso?

José Raúl González Merlo
Miembro Junta Directiva
CIEN

Frecuentemente escuchamos de parte de nuestros líderes políticos, religiosos, académicos, empresariales, sociales, etcétera, que es importante tener una visión “consensuada” entre los guatemaltecos. El fin, normalmente, no es motivo de discusión: todos queremos (con algunas diferencias) un desarrollo económico y social. Son los medios para alcanzar ese desarrollo los que generan los “disensos”. Por ello se plantea que debemos alcanzar “consensos” también en los medios. Suena bien pero está equivocado.

Lamentablemente, estar de acuerdo en los medios no es razón suficiente para alcanzar el objetivo. Las medidas de política económica alcanzadas por “consenso” en las diversas instancias como los “Acuerdos de Paz”, el plan “Visión de País”, el “Foro Guatemala”, el “Pacto Fiscal” u otros, no serán, necesariamente, las que solucionen nuestros problemas. Hace falta un elemento indispensable: “congruencia” (no “consenso”) entre medios y fines. No importa si todos estamos de acuerdo en la ruta. Es imposible llegar al Pacífico tomando la carretera al Atlántico. Simplemente, hay medidas que funcionan y otras que no funcionan. Por ello, el consenso no es sustituto de la congruencia.

Un paradigma “consensuado” es, por ejemplo, que el gobierno erradicará la pobreza redistribuyendo los fondos que obtiene de los impuestos. Y que mientras más redistribuya de esa manera, menos pobres habrá. Con razón todavía no hemos logrado erradicar la pobreza… Lo que debemos aplicar son soluciones congruentes aunque éstas no sean aceptadas por consenso. Para ello se necesita el liderazgo que esté dispuesto a llegar a menos “consensos” y más medidas congruentes que mejoren las condiciones de vida de los más pobres.

Algunos países, han alcanzado altos niveles de desarrollo bajo dictaduras que han impuesto (no consensuado) medidas correctas: Chile, y los llamados “tigres asiáticos”, por ejemplo. Medidas que al haber logrado el desarrollo económico y social, han sido preservadas en democracia. Pero, también, otras dictaduras han sido nefastas: Cuba, Corea del Norte o las dictaduras militares africanas. El reto para Guatemala es tomar las medidas correctas en democracia. Para ello, es importante dejar de creer que cualquier instancia en donde se propongan medidas por “consenso” será algo necesariamente bueno. Hay que analizar críticamente si las soluciones propuestas son congruentes o no con la solución del problema y luego concluir si vale la pena aplicarlas. De esta manera, nos ahorraremos escasos recursos, estériles esfuerzos y sobre todo desilusiones.

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