09 julio 2007

Campaña vs. Realidad

José Raúl González Merlo

Miembro de Junta Directiva

CIEN


La campaña se calienta en ofrecimientos. Ya comenzaron a decir que en un mes, que en cinco meses, que en ocho meses se soluciona el problema de seguridad. ¿Qué tanto se podrá hacer?

Hay tres limitaciones a todo lo que los candidatos van a poder realizar. La primera es la estructura del presupuesto de gastos de la nación. La segunda es política: un Congreso dividido en donde no existirán las “aplanadoras” del pasado limitando seriamente la capacidad de maniobra del Presidente. La tercera, la peor de todas: la capacidad gerencial del equipo que llegue al gobierno.

El primer año del gobierno, el nuevo Presidente trabajará sobre la base de un presupuesto “heredado”. Por la forma como se aprueba, Berger y este Congreso dejarán definido cómo se gastarán los fondos públicos del 2008. Será hasta los siguientes tres años en que el nuevo Presidente tendrá plena capacidad para proponer (en el presupuesto) sus prioridades. Con el tema de seguridad en boca de todos los candidatos y menos del 5% destinado a seguridad interna, estamos fregados. Y que conste, como se verá más adelante, que más fondos tampoco garantizan mejores resultados.

El Congreso dividido seguirá siendo un gran obstáculo a vencer porque, en términos generales, la “oposición política” juega a tratar de hacer quedar lo peor posible la gestión del presidente de turno. Una posición bastante miope porque la oposición de hoy es el gobierno del mañana. Así continuamos con el círculo vicioso de perjudicar la gestión del gobierno de turno a menos que… el gobierno compre la voluntad de los diputados con fondos públicos. Viéndolo desde esa perspectiva, las aplanadoras no lucen tan malas ahora.

Finalmente, como todo en la vida, el resultado bueno o malo dependerá de la capacidad de gestión. La gerencia pública seguirá siendo clave para un buen gobierno. Por lo tanto, la calidad de los funcionarios y la flexibilidad que puedan incorporar en la administración pública determinará su éxito o fracaso como gestores. O sea… estamos muertos porque el Estado está diseñado para anteponer las “conquistas laborales” de la burocracia a costa de la calidad de los servicios públicos y del pueblo de Guatemala.

Este último punto prácticamente no ha sido mencionado por los candidatos. Dicen que quieren “proteger” a sus futuros ministros no revelando sus nombres y evitan tocar el tema de las insoportables rigideces burocráticas. Estando así las cosas, le sugiero que comience a bajar sus expectativas del cumplimiento de las promesas de campaña. El Estado está estructurado para entorpecer; no para agilizar.

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