14 mayo 2007

Discurso de graduación. Mayo 2005

Lisardo Bolaños
Investigador Asociado
CIEN

“Los Dioses están muertos”, exclamó Nietzsche, hace más de cien años.

Esta frase parece que se aplica hoy más que nunca.

Nosotros crecimos jugando Nintendo, escuchando Nirvana y viendo He-Man. Hoy, ninguno existe. Como ven, nuestra niñez y juventud ha tenido héroes de arena.

Incluso MTV nos ha defraudado: la rebeldía ya no es importante, sólo el ridículo.

Parece que los ideales han muerto.

Necesitamos recuperar esos días cuando los héroes se apoderaban del fuego divino y llenaban los corazones humanos con libertad.

Hace dos meses me puse a platicar con una familia en el Parque Central. La abuelita, la mamá, y el papá iban detrás de las procesiones ofreciendo dulces.

Dos cosas me quedaron como recuerdo de esa plática. La primera, fue la creatividad, porque ahora los dulces incluyen juguetes y nuevos sabores. La segunda, la esperanza del padre de que estuviese enseñando a sus dos hijas a soñar y a trabajar duro por esos sueños.

Por lo visto, el problema es que estamos buscando héroes en los lugares equivocados. No debemos buscarnos en MTV, sino en el Parque Central, o aquí, en este momento.

Hoy finaliza un capítulo de nuestras vidas. Hemos tenido la oportunidad de una educación excepcional, lo cual también involucra una gran responsabilidad.

¿Acaso vamos a negar nuestro deber de inspirar a otros, de motivarlos a soñar, a trabajar duro, y de tomar al toro por los cuernos y hacerlos responsables de su propio destino?

Yo creo que no tenemos otra opción. Sólo nos falta soñar, sólo nos falta creer, sólo nos falta actuar.

Pero sobre todo, lo que nos falta es darnos cuenta de que dicha responsabilidad proviene de una deuda. Hoy estamos aquí, gracias a la gente maravillosa que creyó en nosotros desde un principio.

Los primeros en creer en nosotros fueron nuestros familiares, a quienes corresponde la mayor parte del éxito. Nuestros amigos nos apoyaron constantemente.

Y dentro de la Universidad, la deuda es doble. Primero, con el equipo dispuesto a ayudarnos en el día a día. Y segundo, con los maravillosos profesores que han creído profundamente en nosotros. Ellos creen en el héroe que reside dentro de cada uno de nosotros. Ven que somos capaces de inspirar un cambio positivo en la gente que nos rodea.

Por eso creo que no es casualidad que hoy la Universidad esté dando el Doctorad Honoris Causa a tres políticos.

Quiero tomar el ejemplo de José Piñera. Para mí, el representa al hombre práctico. Representa al Hércules que estrangula con sus propios brazos a enormes serpientes. No representa al Sócrates dormido en el mundo de las ideas.

Y el problema es que muchos de nosotros, aquí, creemos que no es necesario ser Hércules. Creemos que con empezar nuestra empresa, trabajar para una multinacional o ser Sócrates, con humildad y comillas, vamos a mejorar nuestro presente y nuestro futuro.

Yo creo que estamos equivocados, tenemos el deber de transformarnos en Hércules y salir a defender nuestros principios con inteligencia. Necesitamos convertirnos en Hércules para construir un nuevo país.

Y óigase bien que estoy hablando de un nuevo país, porque cuando decidamos a hacer las cosas bien, lo primero es replantear nuestra sociedad.

Ya no queremos un Estado que responda a la lógica de la conquista.

Ya no queremos un Estado que responda a los intereses sectoriales de los amigos del Presidente.

Ya no queremos un Estado inútil para garantizar la vida, la propiedad y la justicia.

Y quiero aclarar algo. No niego que los Sócrates, empresarios y gerenten sean valiosos. Pero hoy en día, hay responsabilidades que no podemos delegar.

Aquí nadie dejaría su futuro en manos de un desconocido. Entonces, ¿por qué creemos que es posible hacerlo en la política?


Espero equivocarme, pero sé que todos olvidarán este discurso en media hora.

Pero entonces, espero que tampoco estemos alegando cuando, en lugar de la bella libertad, soportemos el yugo de la tiranía.

TODOS. Sí, todos nosotros, tenemos el deber de transformar lo que en Guatemala no beneficia a TODOS los guatemaltecos.

Hoy, bajo un cielo azul tan hermoso, los que hoy estamos aquí podríamos empezar el cambio.

¡Ojalá que nuestros sueños remonten su vuelo, más alto que el cóndor y el águila real!

Gracias


Universidad Francisco Marroquín

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