27 julio 2008

Empresarios y Civismo

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Quien espere que el gobierno le vaya a solucionar todos sus problemas, que consiga una buena silla y se siente a esperar. Aunque podría argumentarse, correctamente, que hay ciertos problemas cuya solución compete directamente a las autoridades y que, por tanto, el ciudadano tiene razón en exigir, la experiencia nos muestra que esa actitud no nos lleva muy lejos. Después de miles de entrevistas, reuniones, grupos de trabajo, visitas de campo, etcétera, en proyectos relacionados con la economía informal, los obstáculos para hacer negocios y el clima de negocios estoy llegando a la conclusión que la principal debilidad para un mejor ambiente empresarial y para una democracia más efectiva no es necesariamente la ausencia de buenos empresarios y políticos bien intencionados; o, de un ambiente económico y electoral competitivo que se oriente a maximizar los beneficios para los guatemaltecos, sino la ausencia de una fuerte cultura cívica.

Problemas que aquejan a la mayoría de empresarios del país, como la criminalidad, la inefectividad del sistema judicial y la precariedad de los derechos de propiedad, entre otros, podrían ser resueltos o mitigados, a nivel local, de forma privada y pacífica a través de la acción de las asociaciones civiles-empresariales. Estas asociaciones podrían jugar un rol importante en la construcción y el mantenimiento del Estado democrático en Guatemala ya que podrían facilitar la transmisión de valores y prácticas cívicas y democráticas a un nivel micro: al nivel de la comunidad, del municipio o el departamento. Lo cual se traduciría en una presión más efectiva para ser tomados en cuenta en el proceso de construcción de la agenda política. El involucramiento de esta pluralidad de voces en la generación de políticas públicas podría ayudar a romper con el caudillismo y clientelismo que hoy existe. Esto es diferente a la idea de un “acuerdo de país” por parte del Estado y grupos armados; o, entre partidos políticos débiles; o, entre el Gobierno y algunos líderes sociales o empresariales. El verdadero “acuerdo de país” parte por contar con una sociedad organizada y que de manera voluntaria llega a acuerdos y genera proyectos de beneficio social. Como bien dijo Robert Putnam, “en la comunidad cívica (…) los ciudadanos persiguen (…) [su] propio interés definido en el contexto de necesidades públicas más amplias, interés propio que es “iluminado” más que miope, interés propio que está vivo para el interés de otros.”

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