06 febrero 2008

Carreteras o cuellos de botella

Verónica Spross
Directora Área Social
CIEN

En la antigüedad se decía que todos los caminos llevaban a Roma. Sus vías de comunicación eran muy eficientes para la época. Las obras de ingeniería que desarrollaron incluyendo carreteras, acueductos o edificios aún son recordadas en la actualidad. En nuestro país, la disponibilidad de vías eficientes de comunicación que permitan el desarrollo del potencial competitivo con que contamos es un gran desafío.

En las últimas décadas se han realizado importantes trabajos de infraestructura vial, como la carretera de la Ciudad de Guatemala al Puerto de San José, que cuenta con un tramo concesionado a una empresa que cobra peaje por el servicio de operación y mantenimiento. Esta es, quizás, la mejor carretera con que contamos, debido a sus excelentes condiciones de mantenimiento, seguridad, amplitud y eficiencia. También puede mencionarse la renovación de la carretera a la Antigua Guatemala.

Uno de los casos de mayor impacto es la carretera que va de Río Dulce a Flores, Petén. Desde que la carretera que era de terracería fue asfaltada se recorre la distancia en menos de tres horas; antes el viaje tomaba cerca de 8 horas. La facilidad de transporte ha generado menores precios y variedad en los productos disponibles. El turismo nacional ha crecido en la región de Petén, especialmente por el interés de todos los guatemaltecos, e incluso centroamericanos, de conocer Tikal.

Importantes trabajos de ampliación se han venido haciendo desde hace algunos meses o años, como sucede con la carretera Interamericana, trabajo de gran importancia para el desarrollo económico del Altiplano. Hay avances sustanciales en algunos tramos, pero en otros hace falta mucho trabajo para concluirlos. En algunos lugares tienen que cercenar montañas o hacer rellenos. El plan de carreteras que nos presente el equipo actual deberá incluir la continuidad de las que están en proceso de construcción, así como aquellas aprobadas que aún no se han empezado, incluyendo la Transversal del Norte o la del Valle del Polochic, Alta Verapaz.

Un desafío enorme es eliminar los cuellos de botella de nuestro sistema vial. En primer lugar, debe aumentarse el número de retornos, con el fin de ordenar a quienes deben entrar o salir de las carreteras principales. En segundo lugar, es fundamental evitar que las carreteras pasen por ciudades o poblados, ya que el tráfico inevitablemente se interrumpe cuando la carretera los atraviesa. Hay casos que requieren acciones urgentes como el paso por Chimaltenango o Salcajá, ya que atravesar los tres o cuatro kilómetros de su área central toma al menos media hora, debido a las paradas de bus fuera de lugar, a los cruces sin tener la vía, entre otras causas.

Por otra parte, en muchas carreteras secundarias se encuentra infinidad de túmulos, ubicados donde hay aldeas o escuelas. Esto hace que el tráfico se vuelva lento y se gaste más combustible por las paradas y aceleraciones requeridas. En muchos lugares donde se bifuca una carretera no hay rótulos de señalización. La imprudencia de los autobuses extraurbanos constituye un peligro para quien transita en las carreteras del país, debido a su irresponsabilidad Su regulación debe hacerse de forma urgente.

Para competir con eficiencia con otros países, exportando productos, es prioritario que el desarrollo vial forme parte de la agenda nacional. Requerimos carreteras que permitan alcanzar el máximo potencial a las personas y a las empresas, sin costosas pérdidas de tiempo. Es urgente el anillo metropolitano, así como el surgimiento de alianzas público-privadas, pudiéndose concesionar tramos viales importantes. Debe introducirse el principio de que quien usa la carretera debe pagar por ella. En este tema hay mucho por hacer, no podemos quedarnos con los brazos cruzados.

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