26 febrero 2007

Un muro más alto

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

No es necesario construir un Muro para evitar que los trabajadores latinoamericanos emigren hacia Estados Unidos. Lo que se necesita es limitarles el acceso al objeto de su emigración: trabajo.

En el siguiente artículo quiero desarrollar una hipótesis sobre las repercusiones que podría tener en la inmigración la nueva lucha que el Congreso de Estados Unidos emprenderá por incrmentar el salario mínimo y que podría afectar a los inmigrantes ilegales latinoamericanos. Será una lucha que lastimosamente ganará fácilmente el Congreso norteamericano porque:

v No será tan evidente como la construcción de un muro en su frontera sur.

v La presentarán como una gran conquista social.

v Tendrá el apoyo de grupos diversos, desde la extrema derecha y la izquierda vinculada con temas laborales.

v Intelectuales como Gary Becker y Richard Posner,[1] si bien han criticado esta nueva lucha del Congreso norteamericano, no se han tomado la molestia en individualizar a uno de los perjudicados: los trabajadores inmigrantes ilegales latinoamericanos.

Actualmente ya existe dicha prohibición, en el sentido de que los trabajadores latinoamericanos, no pueden trabajar ante la carencia de residencia o visas de trabajo. Sin embargo, la capacidad para su cumplimiento ha sido débil, porque termina siendo un “crimen” en donde los dos involucrados se benefician y por lo tanto, ninguno de los dos tiene motivos para entablar una demanda ante el Estado. Por esta razón, se requiere de un mecanismo adicional que promueva el cumplimento de la ley. Creo que las autoridades estadounidenses al fin lo han encontrado.

Los líderes de la mayoría Demócrata en el Congreso de Estados Unidos han mostrado interés en elevar en un 40% el salario mínimo de dicho país. Ello implicaría un cambio de US$5.15 la hora a US$7.25 la hora.

¿Por qué el aumento al salario mínimo de Estados Unidos será un Muro Altísimo en contra de los inmigrantes latinoamericanos?

Para explicarlo, debemos hacerlo a partir de dos posibles escenarios. El primero, donde se cumple perfectamente con el salario mínimo. El segundo, donde se dará un cumplimiento imperfecto.

La explicación más sencilla se da a partir del primer escenario. Suponiendo que el Gobierno y las centrales sindicales estadounidenses despliegan un fuerte operativo y se logra cumplir a cabalidad con el nuevo salario mínimo, los inmigrantes latinoamericanos de baja productividad no tendrán acceso al mercado laboral norteamericano. Además, no podrán optar al auto-empleo para obtener ingresos, ya que ello implicaría que son más visibles para la autoridad, pudiendo esta detectar más fácilmente su estatus de inmigrante ilegal. Por lo tanto, el inmigrante ilegal no lograría un espacio dentro de la economía norteamericana, lo cual disminuiría el atractivo de inmigraciones futuras.

El segundo escenario es un poco más complejo. A pesar que existiese un escaso compromiso político y sindical en materia salarial, aun así existiría un proceso que presionaría por el cumplimiento del nuevo salario mínimo y, por lo tanto, a perjudicar a los trabajadores inmigrantes latinoamericanos.

Me explico. Según menciona Richard Posner, aproximadamente un 5% de la fuerza laboral norteamericana gana menos del salario mínimo. De realizarse el cambio, dicho porcentaje se incrementaría a un 10%. Este dato resulta importante porque mostraría un creciente grupo de la población norteamericana que estaría compitiendo frontalmente con los inmigrantes para conseguir trabajos para mano de obra poco calificada, pero cuyo salario supere los US$7.25. Y será esta competencia la que puede llegar a desencadenar una cacería de brujas por parte de los trabajadores norteamericanos de baja productividad hacia los inmigrantes latinoamericanos y hacia toda empresa que los contrate.

En el fondo de estas explicaciones subyace una hipótesis importante: la baja productividad del trabajadores inmigrante ilegal latinoamericano. Dicha hipótesis puede sustentarse en varios elementos, pero que no necesariamente sería cierta para todos los casos:

v De ser un trabajador más calificado, pudo haber optado a un estatus migratorio distinto.

v Escaso conocimiento del idioma inglés.

v No está acostumbrado a la cultura organizacional norteamericana.

v Escasa experiencia en las tareas asignadas dentro de una industria que no existe en América Latina o cuyos procesos tecnológicos son distintos.

Dada esta baja productividad, el inmigrante latinoamericano deberá competir con trabajadores norteamericanos de baja productividad. Esto molesta a los trabajadores norteamericanos de baja productividad, porque los latinoamericanos estarían obteniendo puestos de trabajo que, en ausencia de migración, obtendrían los estadounidenses mucho mas fácilmente.

Por último, vale la pena mencionar que es posible imaginar que el aumento del salario mínimo estadounidense podría reducir la rentabilidad de ciertas industrias en este país, promoviendo una mayor importación de dichos productos. Estas podrían ser excelentes noticias ya que podríamos generar dichas empresas latinoamericanas, suponiendo que son bienes que puedan exportarse, como los productos agrícolas. Sin embargo, hay dos limitaciones para dicho escenario. La primera, algunos de esos trabajos no son sujetos de exportación, como el trabajo doméstico. El segundo, no puede argumentarse que en Latinoamérica existan condiciones apropiadas para la atracción de inversiones, de cara a la posibilidad de hacer dichas inversiones en otras regiones. Por lo tanto, es probble que dichas oportunidades sea aprovechadas en otros lugares del mundo.

Por lo tanto, de aprobarse el aumento en el salario mínimo estadounidense, debiéramos estar preparados en América Latina para efectos en nuestras economías. Deberemos prestar atención a los flujos migratorios, las condiciones de vida de los inmigrantes y el flujo de remesas que vienen a nuestros países.



[1] http://www.becker-posner-blog.com/archives/2006/11/

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