02 febrero 2007

1999-2007: La Misma Historia

Hugo Maul Rivas

Director del Área Económica

CIEN

“Se teme que las expectativas de los agentes económicos ante la pérdida de confianza en el sistema financiero, la elevada incertidumbre acerca de la política monetaria, la falta de información y el “efecto contagio” que ha empezado a generarse entre los depositantes lleve eventualmente a una corrida bancaria...”. No se asuste. La afirmación anterior fue tomada del documento titulado “El Sistema Financiero Guatemalteco: Realidad y Perspectivas”, publicado por el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales –CIEN- en febrero de 1999. ¡Ocho años atrás¡ Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Al igual que aquel entonces, nadie conoce hoy, a ciencia cierta, la situación de cada banco o financiera. Situación que influye negativamente en el ánimo de los depositantes e inversionistas. No obstante, al igual que hace ocho años, “la situación… del sistema financiero no debería forzar a tomar decisiones precipitadas… la solidez del sistema financiero parece no estar comprometida… los problemas de regulación inadecuada no deberíamos apresurarnos a concluir que más regulación es la salida. La economía tiene fundamentos sólidos”. Efectivamente, los fundamentos son sólidos en este momento: el déficit fiscal está bajo control, la tasa de inflación viene cayendo, el crecimiento económico acelerándose, el nivel de reservas internacionales es alto, etcétera. Factores que permiten a las autoridades cierto margen de maniobra en sus acciones. Sobre todo, margen para tomar acciones encaminadas a devolver la confianza a los agentes económicos. No hay que olvidar que “la credibilidad y la confianza juegan un papel primordial en situaciones como las actuales”.

Para devolver dicha confianza a los agentes económicos hacen falta muchas cosas, sin embargo, “una estrategia de comunicación adecuada, que sea creíble y que sirva para detener un potencial pánico generado por expectativas equivocadas” es primordial en estos momentos. Lo que menos se necesita es una politización del tema; mucho menos un manejo demagógico del mismo. “Para ello se requiere la coordinación entre autoridades técnicas y políticas…es recomendable que las decisiones de carácter técnico sean anunciadas por las autoridades competentes. De lo contrario… algunos anuncios… pueden generar una mayor perdida de credibilidad en el sistema”. La situación es difícil, nadie lo niega, pero todavía es manejable. Así como salimos en 1999, seguramente lo haremos esta vez. Al igual que aquel entonces, seguramente habrá un costo fiscal que afrontar. Y al igual que hace ocho años, todos juraremos que nos volverá a pasar lo mismo nuevamente. Esperemos que esta vez si aprendamos de nuestros errores.

Transgresiones de un Impío: El Programa del Adulto Mayor

Jaime Diaz
Investigador Asociado
CIEN

Se ha escuchado por más de una vez que la política requiere un poco más de “amor” que el que hoy en día se ha mostrado. Otras veces se ha dicho que la solidaridad debe predominar sobre cualquier otro valor. Sin embargo, los propulsores de estos estandartes “moralistas” en la vida política terminan siendo sanguijuelas que reinan en la iniquidad (aunque éste no sea su propósito). Por esta razón el siguiente documento tiene por nombre las transgresiones de un impío: este documento se inspira en aquellos personajes de la vida pública y política que han demostrado demasiado “amor” en sus discursos, pero sus hechos no han permitido más que pobreza y dolor. No está dedicado a alguien en concreto, pero sí es un traje demasiado amplio que le permite a varias personalidades tallarle lo suficiente bien. No es el deseo de este documento herir susceptibilidades, sino construir una serie de argumentos (que desean y gritan por ser comentados y criticados) que construyan un diálogo alrededor de la política del seguro social en Guatemala.

El “Programa de Aporte Económico del Adulto Mayor” puede ser una piedra más que atenta en contra de la institucionalización en Guatemala. Las instituciones de seguridad social que han sido diseñadas por el Estado hasta el día de hoy no han resuelto la incertidumbre que los guatemaltecos afrontan respecto a su situación económica en el futuro. Peor aún, han causado los efectos contrarios: crisis financieras, pensiones “de hambre”, escándalos de corrupción, procesos burocráticos (y antihumanos), entre otros problemas. Esta situación ha llevado al desencanto, por parte de los mismos usuarios (y espectadores), traduciéndose en un fracaso de los sistemas de seguridad social en Guatemala. Por irónico que suene, hoy en día en Guatemala se acaba de inaugurar un nuevo sistema de previsión social. Ante esta situación surge una serie de interrogantes como las siguientes:

  • ¿Realmente las necesidades de Guatemala requieren un nuevo sistema de seguridad social?
  • ¿Es genuina nuestra inquietud moral de ser solidarios con la vejez?
  • ¿Una pensión resuelve todos los problemas que afronta la vejez?
  • ¿Es el sistema propuesto el adecuado para resolver el problema planteado?
  • ¿Es legítima la intención del político al apoyar estas medidas?

Dado que hoy abundan las opiniones pero se carece de respuestas concretas a estas preguntas, el siguiente documento gira alrededor de una crítica al programa propuesto con el fin de promover el diálogo. A continuación se mostrará un documento que describirá de forma breve las principales debilidades y desafíos del Programa del Adulto Mayor de cara a la realidad guatemalteca. Este análisis se basará en el Decreto 85-2005 el cual le da vida a este programa y el Decreto 39-2006 modificándolo para cumplir con las garantías constitucionales necesarias.

1. Pecado 1: imprudencia

Los sistemas de seguridad social no deberían ser diseñados en calidad de urgencia. Es necesario pensarlos un poco más. No es posible que ante la presencia de una crisis (nueva, vieja, recurrente, existente o inventada) de los distintos programas de seguridad social en Guatemala se cree uno nuevo. Antes de tratar de resolver problemas que aparentemente son nuevos y urgentes, es necesario reflexionar sobre los resultados que hemos tenido en ocasiones similares y en las cenizas que nos han dejado las políticas propuestas con anterioridad. Este problema se hace más duro cuando el futuro que está en riesgo es el de los ancianos en situación de pobreza.

Siendo concretos, los regimenes de seguridad social en Guatemala no son más que un camino de arenas movedizas que los trabajadores están obligados a cruzar. Si hoy en día se reconoce que varios de los distintos sistemas están en crisis y en una situación vulnerable, entonces: ¿es lógico pensar en agregar un nuevo sistema de seguridad social? Dado el ambiente que reina en este aspecto, tal parece que somos un país demasiado inmaduro para sugerir estas propuestas. Y es que los desequilibrios financieros que estos sistemas afrontan son recurrentes y ponen en riesgo los futuros ingresos de los trabajadores pasivos. Por ejemplo, el Instituto de Previsión Militar –IPM- ha necesitado de una erogación de Q. 65 millones (que representa el 50% del pago total de jubilaciones) para cumplir con las obligaciones de éste régimen (ver el siguiente link). Asimismo, el Programa de Invalidez, Vejez y Sobrevivencia del IGSS –IVS- ha manifestado su interés en modificar sus parámetros ante un posible desequilibrio financiero del sistema (ver el siguiente link). Aún siendo un régimen pequeño el del Programa del Adulto Mayor, ¿estamos conscientes de lo que ésta acción significa? ¿Qué recomendaciones haremos cuando exista un desequilibrio financiero? ¿Qué les diremos a los ancianos que viven en pobreza cuando no podamos pagar sus pensiones porque el Estado no “diseñó” bien este sistema?

La pregunta más relevante debería ser la siguiente: ¿Qué hicimos de distinto para cambiar el rumbo de lo que se ha mostrado con anterioridad? La respuesta es: NADA. Seguimos esperando resultados distintos con los mismos (o peores) métodos. Por ejemplo, hoy en día abundan más los casos, escándalos y oportunidades de corrupción más que los análisis y estudios técnicos en temas previsionales. ¿Cuántas veces se ha realizado un estudio actuarial de cada uno de los sistemas de previsión social en Guatemala? ¿Cuántas veces se han realizado estudios sin que alguno de ellos esté en riesgo de algún desequilibrio? ¿Qué tan fácil es obtener está información para todos los usuarios? ¿Qué calidad analítica presentan los estudios que se han realizado con anterioridad? Hoy incluso es difícil de saber la información básica de cada régimen. Por ejemplo, la Oficina Nacional de Servicio Civil –ONSEC- carece de la tecnología y registros necesarios para proveer estadísticos básicos como la densidad de los cotizantes, pensiones promedio por grupos de edad y sexo, la antigüedad promedio de los cotizantes por rangos de edad y sexo, el desglose financiero (detallado) de los ingresos y egresos del sistema, entre otros. Otro ejemplo, el IGSS carece de registros adecuados por trabajador respecto a los años y montos que ha cotizado a lo largo de su vida laboral. Si no se muestra un cambio o una actitud diferente, no podemos esperar más que otro descalabro de un sistema de seguridad social.

2. Pecado 2: Saña

Cuando comience a funcionar el Programa del Adulto Mayor las personas ancianas y pobres crearán una dependencia de los ingresos que devenguen de este sistema. Esto modificará la acción de cada usuario del sistema. Es decir, la existencia de este programa cambia los incentivos de los ancianos (en pobreza) esperando mes a mes un mínimo vital de ingresos. Sin embargo, al analizar detalladamente la estructuración, los alcances y las limitantes de este programa, tal pareciera que este sistema de incentivos es creado con crueldad y saña en contra de los ancianos que el programa pretende cubrir.

¿Qué garantías ofrece esta nueva opción para pensar lo contrario? Hagamos una breve reflexión: primero, este programa deja en manos de otras instituciones (altamente cuestionables) los aspectos más cruciales de su funcionamiento. Por ejemplo, el artículo 3 del decreto 39-2006 indica que los beneficiarios, por concepto de invalidez, de este programa deben ser certificados por Directores de Hospitales Nacionales, Centros o Puestos de Salud. La interrogante es la siguiente: ¿Habrán evaluado la capacidad que hoy en día tienen estas organizaciones para emitir dichos certificados? Si en caso no lo hicieron: ¿Realmente tendrán esta capacidad? Lo más irónico de la situación es que este decreto fue aprobado unos meses después de una extensa huelga por parte de los médicos del sistema de salud público, poniendo en evidencia las debilidades que el sector hoy en día adolece. Conociendo la labor de varios de los médicos guatemaltecos, en el futuro se estarán vendiendo los certificados de salud en cualquier clínica (tal como se hace con los exámenes de vista para obtener la licencia de conducir o los certificados médicos que algunos trabajadores utilizan para excusarse de faltar al trabajo).

Otro ejemplo que se une a este problema se encuentra en el artículo 6 Bis del decreto 39-2006, donde se establece que la dependencia responsable del programa es la Dirección General de Previsión Social del Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MTPS). Dicho anteriormente, si hoy en día la mayoría de regímenes de seguridad social afrontan una crisis sistémica, caracterizada por desequilibrios financieros, por mala administración del sistema y por escándalos de corrupción, entonces cómo puede esperarse que las cosas cambien esta vez. En otras palabras, ¿qué garantías se ofrecen para pensar que el MTPS mostrará resultados diferentes en esta oportunidad?

¿Habrá sido saña o los legisladores habrán estado cegados a estas realidades? Es mejor pensar lo segundo. Es preferible creer que los congresistas confiaron ciega y apasionadamente en las instituciones que han mostrado resultados deficientes con anterioridad. Ahora bien, no por esto hay que callar y dejar el futuro de los “pobres” ancianos guatemaltecos en un sistema tan riesgoso como pasar el Niágara en bicicleta.

Debo dejar claro que es cuestión de ser fatalista. No se está afirmando que este programa esté determinado para su fracaso. Sin embargo, sí se afirma que hoy en día sus bases descansan sobre instituciones que han demostrado su poca capacidad de cumplimiento. Esto a su vez genera un incentivo peligroso para los beneficiados de éste programa, que estando en una situación vulnerable cambiarían sus expectativas motivadas a tomar acciones más riesgosas.

3. Pecado 3: Envidia

Contrario a lo que se declara cuando se propuso este programa, este sistema está diseñado para reducir la solidaridad y aumentar la envidia. ¿Cómo es posible que una persona sin cotizar ni un centavo a lo largo de su vida laboral pueda devengar más en concepto de pensiones que una que sí lo ha hecho? La propuesta de este sistema es dar una pensión a aquella persona que es pobre y no ha cotizado a los sistemas de seguridad social, permitiéndole ganar una pensión más alta que la pensión mínima que hoy en día están ofreciendo los sistemas de seguridad social que ya existen. Por ejemplo, hoy en día el IVS puede permitir pensiones que sean menores a los Q400 que ofrece el Programa de Apoyo al Adulto Mayor. ¿Quién tiene más culpa, el trabajador por desear el ingreso del ciudadano guatemalteco que nunca contribuyó a estos sistemas pero gana más que él o las personas que apoyaron este tipo de sistemas?

No es de asustarse después de ver las distorsiones que generan los sistemas contributivos que hoy en día existen. Hoy los sistemas de seguridad social no pueden ser más heterogéneos, estar más segregados y ser inconsistentes entre ellos. Primero, no existe equidad horizontal a lo largo de los distintos sistemas de pensiones: un trabajador con las mismas características laborales puede ganar distintas pensiones dependiendo del sistema de previsión social al que cotice. Esta situación no fuera un problema si el trabajador pasivo hubiese tenido alternativas para depositar su dinero donde quisiera. El problema surge cuando el Estado impone un sistema para cada trabajador según su “clase” (funcionario público de la Universidad de San Carlos, funcionario público del Banco de Guatemala, militar, trabajador privado en relación en dependencia, entre otros), dejándole sin alternativa alguna para seleccionar el programa que más se adecue a sus necesidades. Segundo, es evidente que existe una gran heterogeneidad en las pensiones devengadas. Por ejemplo, un trabajador pasivo puede llegar a ganar desde Q340 (en el Programa de Vejez, Invalidez y Sobrevivencia del Instituto de Seguridad Social Guatemalteco –IVS-, por ejemplo) hasta Q18,000 (como sucede en el Instituto de Previsión Militar –IPM-).

Por último, al comenzar a funcionar el programa del adulto mayor, es de esperar que los tres millones de guatemaltecos que hoy en día están formando parte de la Población Económica Activa y que no cotizan a algún seguro social estén próximamente pidiendo una pensión. Asimismo, el ganador sería la economía informal, incrementando aún más su magnitud. Esto también tendría efectos sobre la organización del Gobierno, ya que existiría mayor presión para incrementar los ingresos de éste régimen e incrementar el trabajo, en un programa que en sus inicios se consideró como pequeño, inofensivo y altamente solidario. Asimismo, éste programa generaría ganadores en el terreno público como los médicos que emitirán sus certificados, para las empresas que realicen estudios socioeconómicos y para los tramitadores (que habrán escapado de las Aduanas para incorporarse a tramitar pensiones) que llenen los formularios y hagan los proceso para los más de tres millones de ancianos desprotegidos (sí, los que hoy en día se encuentran laborando en la desprotegida economía informal).

4. Pecado 4: Negligencia

Al observar los parámetros del sistema, se pone duda de su capacidad para ser sostenible a lo largo de su vida. Sin embargo, pareciera ser más negligencia de parte de las personas que incentivaron este sistema que ingenuidad o ignorancia. Primero, éste programa inició siendo un sistema no contributivo, donde ni siquiera se había definido sus fuentes de financiamiento. Segundo, es de esperar a los reglamentos correspondientes para conocer la forma en la cuál se pondrá a funcionar este sistema. Sin embargo, existen grandes expectativas sobre cómo podrán controlar que realmente apliquen ancianos que nunca han contribuido al sistema, que los pensionados sean realmente personas que se encuentran en situación de pobreza y, por último, que el uso de los recursos sea transparente y sea el más eficiente.

Es más, pareciera que éste programa fue diseñado para mantener un pequeño grupo privilegiado, separado de la población que “pretende” cubrir. Para esto es necesario observar los sectores que tendrán poder para la toma de decisiones fundamentales del programa. En el Decreto 39-2006 se establece una comisión consultiva integrada por un titular de la Dirección de Previsión Social del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, un representante de la Procuraduría de los Derechos Humanos, dos representantes de la Asociación Nacional de Hombres y Mujeres de la Tercera Edad, dos representantes de la Asociación Nacional de Clases Desprotegidas. La conformación de esta comisión es una prueba de la negligencia de los congresistas que apoyaron esta ley, por las siguientes razones:

1. Es cuestionable la legitimidad de los representantes incluidos en esta comisión. Insto al lector que pregunte a las personas ancianas que suelen frecuentar los semáforos o esquinas congestionadas por el tráfico pidiendo limosnas si conocen o han escuchado algo de la Asociación Nacional de Clases Desprotegidas o la Asociación Nacional de Hombres y Mujeres de la Tercera Edad. Mejor aún, pregúntenle qué beneficios les han proporcionado estas instituciones y estoy seguro que en su mayoría las respuestas brillarán por la ausencia de conocimiento o beneficios. Ahora me pregunto si estas instituciones tendrán alguna capacidad de representación y serán capaces de cubrir las necesidades de la población más vulnerable a nivel nacional: las personas ancianas indígenas aisladas del estado guatemalteco refugiadas en el área rural y etiquetadas por algunos demagogos del poder como “los marginados”. Quisiéramos creer que si, pero la realidad pareciera apuntar hacia otra parte.

2. Se duda de la verdadera capacidad consultiva de esta comisión. Por ejemplo, qué facultades tienen para demostrar que son las instituciones más adecuadas para brindar una opinión efectiva respecto a los problemas financieros, para brindar apoyo a la interpretación de los estudios actuariales, para evaluar el gasto público y para dar un seguimiento íntegro al funcionamiento de este programa. Tal pareciera que esta junta directiva responde más a las necesidades de un cuchubal político más que a las de un programa de asistencia (autosostenible) para las clases desprotegidas.

5. Pecado 5: Avaricia

Algunas personas salieron hablando en los medios de comunicación en los últimos días afirmando que el Programa de Aporte Económico del Adulto Mayor no era un problema real para el Estado de Guatemala, ya que constituía un rubro de egresos demasiado pequeño. En otras palabras, se pudo haber interpretado de la siguiente forma: el Estado de Guatemala tiene un gran potencial para recaudar recursos que éste rubro de egresos no es importante. Si se buscara mejorar la calidad de vida de estos ancianos entonces se podría juzgar (bajo el mismo paradigma que los que propusieron este programa) que el Estado de Guatemala es avaro. Es iluso creer que con Q400 al mes puede elevar las condiciones de vida de un anciano, dejar la pobreza y alimentar a su familia si es que tiene. Más pareciera que en lugar de ser un régimen de seguridad social, se está promoviendo un sistema oficial de limosnas programadas. Perdón si esta última frase ofendió a alguien, pero tal pareciera que estas son las motivaciones que fundamentan el programa del adulto mayor. Lo más irónico de todo es que este tipo de medidas sean apoyadas y defendidas (muchas veces apasionadamente a capa y espada) cuando a nivel nacional se carece de una unidad social y de una fácil comunicación entre distintos sectores.

6. Pecado 6: “NOMBRELO USTED”

Si la ingenuidad fuera un pecado, este sería el subtítulo para esta sección. Ahora bien el pecador no sería el congresista o el político que apoyo o estuvo en contra de esta motivación. Sino el que cree rotundamente que este tipo de políticas se pueden realizar técnicamente desde las áreas económicas, financieras, actuariales y sociales. Es decir, personas como el autor de este documento serían los pecadores.

Hoy el programa del adulto mayor resuelve un equilibrio político y NO una necesidad real y concreta. Tal parece que el mercadeo político está cobrando auge (lo cual no critico, ya que puede servir para solucionar restricciones de información) y hoy vende la pobreza y la vejez para hacer campaña política.

Siendo pragmáticos, sí ganar votos era el objetivo, entonces es probable que los congresistas apoyaron esta ley hicieron bien sus cálculos. Veamos algunos argumentos de las genialidades realizadas por los funcionarios:

1. Es una política prometedora y que abarca a un gran segmento de posibles votantes. Si el 75% de la PEA es informal y del 25% restante hay un porcentaje adicional que no está insertado en algún régimen de seguridad social, entonces existe un caudal potencial de votos que esperarían recibir un “milagroso y solidario” ingreso en su edad de vejez. ¿No está mal un caudal político de más de 3 millones de personas?

2. Para el político es un sistema barato. La expectativa de vida de los beneficiarios de este sistema (los ancianos pensionados) es más grande que la de los funcionarios que apoyaron esta medida en sus puestos políticos.

3. Es un tema sensible y atractivo para la media nacional. ¿Quién no quiere ver a todos los ancianos en condiciones buenas y de bienestar?

4. Ni los diputados ni grupos importantes de funcionarios políticos aportarán algún centavo a este programa (¿no es la solidaridad un deber de todos?). Sólo los trabajadores dependientes, que son el motor de la economía formal, serán aquellos que sostengan el programa propuesto.

5. Es posible que esta medida no sólo sea para atraer votos, sino para incentivar la creación de empresas (viva el desarrollo económico impulsado por nuestros políticos). Por eso no es de asustarse si en algunos años vemos a alguno de estos políticos que apoyaron el programa administrando los fondos del ahorro previsional, montando una empresa que emite estudios socioeconómicos, o peor aún, volando hacia otro país, prófugos de la justicia buscando la impunidad en cualquier otra parte. Incluso, es posible que veamos alguno en el futuro devengando una pensión digna, porque su carrera política no fue lo suficientemente prometedora para generarle ingresos que le mantengan vivo en la vejez.

6. Parte de la población que sí aporte al programa puede ser insensible a lo que le signifique en su presupuesto (si la cuota puede tomar valores alrededor de 0.6% a 1% del ingreso del cotizante). Como bien dijo nuestro Presidente: “La iniciativa es muy justa y necesaria, y hay que apoyar con una PEQUEÑA contribución”.

7. Si no hay recursos entonces mejor hay que endeudar al país. Claro esta medida será pagada por los futuros contribuyentes o las futuras inversiones en el país, pero muy poco afectará a la elite política que hoy está en el poder.

7. ¿Es posible revertir esta medida?

El tiempo y los futuros equilibrios políticos lo dirán. Sin embargo, es necesario hacer énfasis en lo que debería pensarse y discutirse respecto al sector de seguridad social. A continuación, se muestra una serie de puntos e interrogantes que deben discutirse si realmente se desea ayudar a este sector de la población.

1. ¿Existe una necesidad legítima para apoyar este grupo de la población? Las medidas de seguridad social son recientes. Comparado con los miles de años de historia, los regímenes de seguridad social son relativamente jóvenes. Algunos países han logrado una mejora social al incluir estos sistemas. Sin embargo, otros han sufrido descalabros de su mala implementación (insto a analizar lo que ha sucedido en Latinoamérica y las razones del porque han cambiado en México y en algunos de los países de Centroamérica). Peor aún, sociedades que valoraban la unidad y la producción de riqueza intergeneracional terminaron destruyendo las instituciones que hacían funcionales estos objetivos al implementar estos programas. El individualismo mostrado en los países de occidente se explica en parte por el auge y funcionamiento de la seguridad social.

2. Es cierto, en Guatemala existe una población anciana que está sufriendo las consecuencias de la pobreza y actualmente no tiene los mecanismos para salir de ella. Si el objetivo es atacar esta situación, entonces ¿es el programa propuesto la única forma para tratar de resolver este problema? ¿Es el único y más urgente problema previsional a nivel nacional? ¿Qué otras medidas pueden tomarse para solucionar esta situación? Al responder estas preguntas es importante resaltar que es posible encontrar otros problemas similares (IVS, CPCE, IPM, entre otros) y también se pueden encontrar alternativas para solucionar este problema (sistemas de contribución definida, sistemas nocionales de reparto, sistemas mixtos de previsión social, entre otros). Es evidente, necesitamos continuar el diálogo y el debate en el sector. Es necesario aclarar cuál es el problema de fondo y cuál debiera ser la solución que necesita Guatemala.

3. Es necesario dar seguimiento al proceso político que se está formando tras esta reforma. El programa del adulto mayor es un sistema de funcionamiento perpetuo que afectará, tanto estas generaciones como las futuras por venir. Esta situación debería estar incentivando a todo guatemalteco a insertarse en el debate y a crear una opinión al respecto. Es necesario definir posiciones y aceptar que solamente a través del proceso político es plausible que pueda existir un cambio a este nivel social propuesto.

Es cierto, se necesita corazón para poder impulsar estas políticas. Después de comprender que las políticas sociales después de una negociación (racional) por parte de los distintos grupos de poder, en un ambiente de incertidumbre y por medio de un proceso político, entonces todo argumento retórico de la solidaridad, el cariño y la compasión es sumamente débil. Lo único que se alcanzaría al darle continuidad a esta línea de discusiones es generar un espacio lo suficientemente ambiguo para discutir temas económicos y sociales de relevancia. Es decir, se estaría empañando el debate y el diálogo, entorpeciendo cada vez más el desarrollo de las instituciones guatemaltecas.

Exorcismo de los Conceptos Políticos Guatemaltecos

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

El siguiente artículo fue presentado en el Seminario Permanente Konrad Adenauer en el tema "Bienestar individual, bienestar social". El autor participó junto con Gustavo Porras Castejón. El Seminario se realizó en la Universidad Rafael Landívar y fue convocado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, IDIES.

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1. Exorcismo del Estado y del Mercado

Entre los objetivos del Seminario Permanente Konrad Adenauer se habla de “determinar si los principios de la Economía Social de Mercado son válidos para basar en ellos el crecimiento económico de una sociedad como Guatemala”. Este es uno de los objetivos que nos trae el día de hoy a discutir sobre “Bienestar individual y bienestar social”.

Miro este objetivo y miro a mí alrededor. La escena intelectual y mediática guatemalteca adoran las soluciones sencillas entre el Mercado, el Estado, o un híbrido lleno de parches. Y para justificar su adhesión a cualquiera de estas fórmulas, hablan de bienes públicos y privados, o de bienestar individual o social o cualquier otra fórmula. Siempre justifican su elección, pero nunca realizan un análisis crítico de su propia elección. Estas soluciones provienen de usar marcos conceptuales donde suponen que contamos con la misma cultura, instituciones y equilibrios políticos como aquellos en Estados Unidos, Irlanda, Alemania o Noruega. Pero esto NO es real. Resulta que estamos en Guatemala, ante múltiples culturas en constante hibridación; instituciones frágiles; y equilibrios políticos débiles y algunos por nacer.

En todo caso, nuestra discusión debiera de partir de una serie de hechos que solemos ignorar:

  • En Guatemala no existe un Estado moderno. Esto tiene dos significados:
    • En la ciudad Capital, donde sí existe el Estado de Guatemala, es un obstáculo. Claro, hay caminos mal pavimentados; aceras incaminables; policías pero no seguridad; tribunales pero no justicia. Además, el sistema tributario es complejo; igual que la legislación laboral.
    • El otro significado es que más allá del kilómetro 20, el Estado de Guatemala deja de existir. Y si existe, es una comisaría en la que la gente desconfía; o es una dependencia de la SAT encargada de cobrar impuestos. Claro, está el edificio de tribunales, tan imponente en Quetzaltenango, pero más allá del cemento y el pago de salarios, allí no hay una institución real enfocada en justicia.
  • En Guatemala no existe un Mercado moderno. ¿Cómo podría serlo si muy pocos pueden usar el sistema de justicia para exigir el cumplimiento de contratos, permitiendo que algunos empresarios engañen a los consumidores; o evitando que muchos buenos empresarios generen mayores beneficios? ¿Cómo podría serlo si es necesaria la integración vertical y horizontal para diluir los altos costos de la inseguridad; y por la depreciación vehicular y la baja rotación vehicular producto del diseño de nuestra infraestructura, puertos y aeropuertos? ¿Cómo podría serlo, si a los niños se les enseña a ser trabajadores sin criterio, sin imaginación, sin deseos de tomar riesgos? ¿Cómo podría serlo si la informalidad laboral es del 75%, debido a una legislación laboral que sigue pensando en que se deben generar obreros, y debido a que todos los beneficios que dice generar son ilusorios y muy pocos se benefician pero muchos los pagan? ¿Cómo podría serlo, si es costoso convertirse en formal, la mayoría de las instituciones del Estado están en la Capital y estas instituciones son ineficientes? Claro que existe una importante desigualdad económica en Guatemala, pero allí sólo estamos señalando el efecto y no el origen. El verdadero problema es que la mayoría de ciudadanos guatemaltecos no tienen acceso a las instituciones anteriores, ¿cómo quieren entonces que incrementen su bienestar?

2. Exorcismo del Estado de Bienestar y de Amartya Sen

Pensar en soluciones a partir de cualquiera de los elementos Estado y Mercado resulta, a mis ojos, un ejercicio irresponsable e ingenuo. Por eso, pensar en privatizaciones o estatizaciones o concesiones o empresas de participación público-privado o Leyes de Competencia parecen recomendaciones fuera de lugar. Hay que exorcizar nuestras categorías, porque todas las anteriores siempre suponen un Estado o un Mercado que no es real en Guatemala.

Lo anteriOr también debe criticarse respecto a la Economía Social de Mercado. ¿Por qué el juntar un Estado y un Mercado tan débiles va a generar un resultado extraordinario? ¿No será que, dadas las deficiencias en el sistema de justicia, la falta transparencia y de rendición de cuentas, vamos a terminar con un Estado y un Mercado mucho más corrompidos, si ambos se unen? ¿Qué lo evitaría? ¿Dónde está esa voluntad política? ¿Dónde están esos controles? ¿Dónde está la tecnocracia necesaria? ¿Dónde están está ese gran movimiento ciudadano educado que se necesitaría? ¿No tendríamos que tener primero un Estado y un Mercado moderno?

Otro exorcismo que debe realizarse respecto al Estado de Bienestar es el relativo a su fundamento moral. En una de las lecturas asignadas se menciona la Parábola del Buen Samaritano como fundamento ético del Estado de Bienestar, porque el Buen Samaritano socorre y se solidariza con el que sufre. Lo hermoso de las parábolas es que tienen muchos más sentidos de los que uno percibe al principio, y dado que reconozco el carácter cuestionable de las enseñanzas cristianas, puedo discutir sobre lo que significa dicha Parábola. Creo que existe una diferencia sustancial entre el Buen Samaritano y el Estado de Bienestar. El samaritano ayuda y lo hace con sus propios recursos; no anda haciendo caridad con dinero ajeno. Por su parte, el Estado de Bienestar, personificado por sus políticos, habla de hacer caridad, pero con el dinero de otros. Además, cuando uno analiza el impacto de dicha caridad, realmente lo que significa es hacer inútil a ciudadanos. El Estado de Bienestar dice: eres incapaz para cuidarte, yo tomaré las decisiones para tu bienestar. Destruye su autonomía, su dignidad. El colmo es que he oído a demasiados europeos comentar que el “hermoso Estado de Bienestar”, en lugar de promover la dichosa solidaridad, ha generado europeos egoístas, porque como el Gobierno lo hace todo, han aprendido que no deben preocuparse por los demás, ni de sus padres, ni de sus vecinos. No sólo promueve la generación de inútiles, sino también de egoístas.

Por otro lado, el abordaje que realiza Amartya Sen es importante, pero al igual que las ideas de Estado, el Mercado y el Estado de Bienestar, resultan fantasmales para Guatemala. Tienen que pasar por un proceso de crítica para que podamos encontrar aportes. Una crítica práctica, hablaría de lo poco creíble que sería la promesa de que el Estado de Guatemala va a estar en la capacidad de implementar programas de mejoramiento de las “capacidades” de los guatemaltecos, cuando ha sido el mismo Estado el que se ha comprometido con otros muchos programas en el gasto social y no ha logrado avances importantes. ¿Cuántos de ustedes han visto los Proyectos de Presupuesto? ¿Qué piensan sobre las metas que establecen; los insumos que asignan; los controles que garantizan el uso efectivo de recursos; los incentivos para que los burócratas y funcionarios actúen debidamente; la transparencia de todo el proceso; el enjuiciamiento de los responsables? Y finalmente, ¿qué tanto se adapta los métodos y las metas a lo que la población quiere?

Si hablamos de bienestar y capacidades, en los últimos 50 años han tenido más impacto los empresarios informales e inmigrantes guatemaltecos en Estados Unidos que todos los burócratas y funcionarios guatemaltecos con sus programas de reducción de la pobreza y promoción productiva. Pensando en esta último, yo prefiero una crítica enfocada en que lo importante es abogar por impulsar las capacidades que ellos ya tienen pero que no pueden ejercer completamente, porque hasta ahora el mismo Estado no les ha permitido usarlas. Desde un vendedor de sombreros en el mercado de La Democracia en Quetzaltenango, hasta un vendedor de uvas a la orilla de la carretera hacia Zacapa, o una mujer indígena vendedora de tomates frente a la SAT en Sololá. TODOS ELLOS son grandes empresarios, toman riesgos, trabajan arduamente desde muy temprano en la madrugada, hasta muy tarde en la noche, y todavía, tras el ajetreo del trabajo, deben regresar a sus hogares y cumplir con sus labores familiares.

Ellos deben soportar todos los días que ni la Municipalidad ni el Gobierno Central hayan invertido adecuadamente en su localidad, así que no cuenta con buenos caminos, acceso a agua potable y drenajes, calles y mercados limpios y ordenados. Carecen también de seguridad para su familia y sus mercancías, de allí que frecuentemente afronten robos y deban invertir sus recursos en seguridad, en lugar de mejorar el negocio. Tampoco han contado con un sistema de justicia que les permita resolver problemas con los clientes, con los proveedores; que les permita establecer asociaciones en donde los líderes no se van a robar los aportes y sí van a colaborar en torno a los objetos propuestos por la misma asociación. Para ellos, el Estado guatemalteco significa: persecución por parte de la SAT; expulsión por parte de la Municipalidad; robo por parte de la policía; injusticia por parte de los tribunales; promesas incumplidas por parte de todos los políticos.

Hablemos, entonces, de estas capacidades que efectivamente tienen, pero no pueden ejercer. Muchos de ellos pueden, por si mismos, incrementar su nivel de vida. Lo han estado haciendo durante ya muchos años. Resuelven ellos mismos la provisión de bienes públicos y privados. Pero no logran resolver todos sus problemas ya que el Estado, y aquí no hablo del fantasma de las teorías europeas y americanas sino del Estado guatemalteco, se convierte en un obstáculo importante para que mejoren. Un obstáculo porque existe demasiado Estado en algunas cosas (como procesos burocráticos), pero muy poco Estado en lo demás (como justicia y seguridad).

3. Exorcismo de Napoleón y de nuestro ideal de Estado moderno

Llevamos 200 años en los cuales la autoridad ha intentado hacer de Guatemala una sociedad moderna. El problema ha sido que siempre hemos intentado una modernidad foránea que NO nos pertenece. Miramos hacia fuera como si allí estuvieran las respuestas a quiénes somos, qué deseamos y a dónde queremos llegar. Esta es una tarea perdida. No podemos negar que estamos inscritos en Occidente, pero tampoco somos Alemania. Nos queremos creer y crear una sociedad postmoderna cuando aun seguimos siendo premodernos para muchas cosas y ni la ficción que llamamos Estado, ni la ficción que somos nosotros como ciudadanos están en capacidad para dar ese brinco.

Y es todo este deseo de reforma, ese deseo de los políticos de ser Napoleón donde inician los problemas. Nosotros, encargados de discutir, proponer e implementar políticas, solemos ver a los pequeños empresarios informales como pobres y excluidos, y creemos que para mejorar su situación no tienen más opción que NUESTRAS decisiones y NUESTROS sueños sobre lo que es una buena sociedad y un buen ciudadano. El problema es que nosotros creemos que ellos deben adaptarse a nuestros grandes sistemas, grandes monstruos teóricos y burocráticos, que después no podemos implementar, y que sólo beneficia a la burocracia.

Los inútiles hemos sido nosotros, que no hemos aprendido de los ciudadanos de la calle, del mercado, de las comunidades. Ellos logran generar sistemas para coordinarse, para definir su propiedad, para crear riqueza, pero cada vez que viene una “Gran Revolución de la Autoridad” o ahora, cada “Gobierno”, queremos trastocarlos, romperlos, modificarlos, ignorarlos e IMPONER aquello que descubrimos como “lo mejor del Universo”, porque lo leímos en un libro o lo fuimos a ver a Luxemburgo.

Seguimos empeñados en esa idea de Estado centralizado, con una guía clara, con un proyecto. No niego que Guatemala aun necesita algunas reformas napoleónicas. Especialmente en lo que se refiere a crear autoridad y reformular el sistema político, jurídico y administrativo. Pero no para centralizar más un sistema inútil, sino para formular, desde lo local, a las autoridades. Renovarlo hacia donde las personas sí pueden tener control y dónde sí pueden cambiar rápidamente las reformas inútiles y beneficiarse de las buenas reformas. Porque el problema del dichoso Estado moderno no sólo es el problema de la imposibilidad de obtener la información necesaria, o el problema de los incentivos para generar burócratas eficientes. Los problemas fundamentales parecen surgir de la falta de legitimidad de las normas, lo inadecuado de las mismas y lo complicado para reformar las malas políticas y mantener las buenas.

4. Ideas sobre una eventual reforma: superando el Estado de abono

Mi labor de exorcismo ha sido el de vaciar palabras del léxico político de contenidos impropios a nuestro entorno. No podemos ignorar la idea de autoridad y de empresarialidad, debemos construir a partir de ellas. Pero no podemos hacerlo, si seguimos empleando palabras como Estado, Mercado y Estado de Bienestar como si fuéramos alemanes en Berlín. Estas tienen ya unas cargas semánticas que las hacen inútiles en nuestra realidad. Por eso, debido a que la autoridad y la empresarialidad resultan importantes, me permití hacer un exorcismo lingüístico y político, para que podamos empezar a pensar y hacer buenas políticas públicas.

A continuación propongo algunas ideas sobre la forma de una eventual reforma. Los contenidos, las formas específicas de implementarse y los beneficios que implican debieran decidirse por los involucrados. A mi me interesa exponer temas, no pretendo dar soluciones definitivas. Debemos recordar que el fantasma napoleónico suele rondar en las conclusiones y recomendaciones de los documentos.

Si vamos a pensar en mejorar la situación de la gente, sería un error iniciar pensando que “mejorar su situación” implica hacerla igual a la que a nosotros nos gustaría que fuera. Por lo mismo, hay que darles más voz a las personas para que decidan sobre su propia situación. Y esto debe hacerse bien, porque la experiencia reciente muestra que todo termina volviéndose un show político en manos de las multinacionales, el Presidente, los grupos ecologistas y la Iglesia Católica. Ojo, que no mencioné a la población de estas comunidades. En el tema de las minas e hidroeléctricas se han realizado referendums como una propuesta para tomar en cuenta a la población, pero estas medidas son inadecuadas. Para mí, estos referendums son un juego político donde la comunidad es la víctima. ¿Acaso todas las minas o hidroeléctricas son el infierno o el cielo? ¿Acaso no hay opciones intermedias? ¿Acaso estas comunidades sólo pueden obtener los beneficios que los otros bandos decidan o sugieran? ¿Acaso no hay otros beneficios?

¿Por qué no pensamos en asignar derechos de propiedad del subsuelo a estas comunidades? Esto sí sería poder de decisión. El Estado no tendría posibilidad de tomar decisiones sobre la vida de estas personas con tal de obtener regalías. Y si a estas comunidades les conviene vender, pues venderán, y si no les conviene, pues no lo harán. Lo importante es que ellos tomarán su decisión y obtendrán los beneficios y costos de la misma, y no será el producto de lo que decida el señor Presidente de la República junto con el señor Presidente de la Conferencia Episcopal.

La reforma tendría que ir orientada al tema de generar beneficios. Seguridad, justicia, infraestructura, mejores leyes tributarias y laborales. Permitir que la misma gente se genere su bienestar, no complicárselo. Uno podría pensar que todo esto se puede realizar de forma secundaria a las “políticas sociales”. Yo demando que las herramientas institucionales para el desarrollo personal y comunitario sean una prioridad. Los argumentos en contra, a mi parecer, son la justificación del político, porque para él es mucho más sencillo generar programas para entregar abono, dar tierras, otorgar crédito barato (sinónimo de regalar dinero de contribuyentes) y construir hospitales y escuelas (que luego no se logran organizar), que darle a los ciudadanos las herramientas institucionales para que ellos se superen y no dependan de los políticos. Hay que romper el ciclo del abono. Para los políticos es más fácil dar abono, no hay duda de eso; es hora de que eso cambie. Necesitamos un Estado que provea instituciones para que los ciudadanos puedan hacer uso de su inventiva para proveerse bienes privados, y para que puedan organizarse en sus propias comunidades o grupos para proveerse bienes públicos.

En cuanto a la solidaridad, yo no niego su importancia, pero si se va a hablar de la misma, hay que pensarla lo más local que sea posible. Mientras más alejada es la misma, la gente no percibe cuando empieza a dañar la autonomía de la otra persona. Pero eventos como Mitch o Stan reclaman posturas distintas, recordando que es prioritaria la transparencia y la rendición de cuentas para evitar el abuso de las autoridades locales y nacionales.

Asimismo, en el ánimo de rescatar la idea del Estado de gran escala, debo reconocer que habrá temas en los cuales la decisión local es muy pobre. Hay problemas como la violencia organizada que necesitan ser contrarrestados con medidas de una mayor escala. Hoy la violencia producto de las maras reclama acciones enérgicas y evaluar todas las aristas del problema. Incluso, evaluar nuestras categorías de análisis. Si la drogadicción va en contra de nuestra visión ética del mundo, ¿acaso la prohibición de los narcóticos es la única solución que existe? ¿No será que es esta prohibición la principal culpable de la violencia de las maras, en su deseo por acaparar territorios de venta de droga?

Aunque he hablado de algunos derroteros, creo que lo importante es el exorcismo que uno debe generar de sus categorías de análisis. El Estado, el Mercado, el Estado de Bienestar, nuestra añoranza de un Napoleón reformador… todos esos fantasmas debieran empezar a superarse. .

Un último exorcismo que debe realizar es el de pensar que existe por allí alguien con potencial para ser Presidente de la República y resolver nuestros problemas. Yo creo que no importa quién llegue a la presidencia, en Guatemala no se logrará ningún avance importante si seguimos pensando en hacer políticas públicas desde la zona 1 y sin legitimidad alguna, por mas votos que obtenga. Hay que darle participación a la gente. Hay que adaptar el Estado de Guatemala a la forma de los guatemaltecos y no al revés. Debemos empezar por permitirles, garantizarles y apoyarlos en la generación de sus propios bienes privados y públicos.

Abogo por destruir la idea de un Estado que distribuye abono, en todos los sentidos de la palabra. Yo propongo un Estado que provea herramientas institucionales para el desarrollo personal y grupal.

A mi juicio, es aquel que garantiza la seguridad de los ciudadanos y sus bienes ante amenazas internas y externas; justicia en términos penales, civiles y mercantiles; y que cuenta con mecanismos de transparencia y rendición de cuenta de sus autoridades electas mediante mecanismos democráticos. También cuenta con procesos transparentes que le permiten a la población ser oída y tomada en cuenta con respecto a sus peticiones.

Un mercado que funcione principalmente con transacciones impersonales, gracias a que cuenta con las instituciones adecuadas para su funcionamiento (contratos, tribunales). También se caracteriza por estar sujeto a constante competencia interna y externa, continuos procesos de innovación y creación destructiva.