04 agosto 2008

El puente Santa Rosa

José Raúl González Merlo
Miembro de Junta Directiva
CIEN

El puente Santa Rosa que conecta Puerto Quetzal con Puerto de San José fue destruido aproximadamente en octubre del año pasado. Frente a la indolencia e indiferencia de las autoridades, los ciudadanos han tenido que aguantar casi 10 meses hasta que la iniciativa chapina ofreció una solución parcial: un puente privado. Pequeño ejemplo que demuestra lo poco que en realidad necesitamos al gobierno y lo mucho que nos perjudica su ineficiencia.

Cuando el puente Santa Rosa quedó parcialmente destruido, el tránsito entre Puerto Quetzal y Puerto de San José comenzó a ser un martirio. Primero, los ciudadanos tuvieron que soportar largos períodos de espera mientras se habilitaba un carril y se hacían turnos para que pasaran los carros. El tránsito pesado tuvo peor suerte. Simplemente fue desviado por una ruta que parecía más bien un paraje lunar por el pésimo estado de la ruta alterna. Al paso de los meses, esta fue la única ruta para todos los vehículos debido a que el puente fue totalmente cerrado. La cosa se puso mucho peor pero existía la esperanza de una pronta reconstrucción. Pasaron los meses y no pasó nada… Llegó la temporada de lluvia y la ruta alterna parecía ahora un paraje marciano por su cada vez peor estado.

De repente se corrió la bola de que había sido habilitado un puente alterno que cobraba cinco quetzales de “peaje”. Construido de forma rudimentaria, a un costado de donde está el destruido puente (ahora en construcción), la idea fue todo un éxito. Regresaron las colas para esperar el turno y pasar pero eso era mucho mejor que tomar el desvío gubernamental y destruir la suspensión del vehículo. Una solución “privada” a un bajo costo, contribuyó significativamente a aliviar las molestias de la lentitud de las soluciones públicas.

Nuevamente, una persona con espíritu empresarial encontró la manera de resolver un gravísimo problema para la población que tenía que viajar al Puerto de San José. El puente privado debe ser un éxito financiero por el número de personas que voluntariamente pagan por usarlo diariamente. No obstante lo anterior, pronto será inaugurado el nuevo puente a un alto costo para los ciudadanos. Al valor de los materiales que sirvieron para construirlo, habrá que agregar el costo de los recursos y tiempo perdidos por el atraso de casi un año en su reconstrucción.

La lección es clara: las soluciones privadas, si se dejan, son más eficientes que las públicas. Lógico: las primeras tienen que ser rápidas para poder ser rentables. Las segundas no tienen un sentido de urgencia ni calidad; por ello es que llegan tarde, mal y a veces nunca. Mis respetos para la persona a quien se le ocurrió poner el puente privado. El dinero que gane habrá sido bien habido para beneficio de la población del Puerto de San José.

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