21 abril 2007

Los Q 35 millones

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

No todo lo que dice la prensa es verdad ni todo lo que dice es mentira. Por razones puramente ilustrativas, supongamos que es verdad lo publicado el 16 de abril en Prensa Libre y que transcribo literalmente: “Enrique Torres, representante legal del Sindicato de Trabajadores de la Educación en las negociaciones del Pacto Colectivo, afirmó que los Q35 millones servirán para pagar la asesoría que le ha brindado a la asamblea magisterial a lo largo de ocho años”. El equivalente a unos Q4.4 millones por año, Q365 mil por mes o Q18 mil por día. Al tipo de cambio vigente, y suponiendo una jornada laboral de 6 horas diarias –ya que la persona citada probablemente tenga encomendadas otro tipo de tareas profesionales– una tarifa por hora de unos US$ 392 .

¿Mucho o poco? Depende. Según entiendo, en algunos estados de la EE.UU., en caso de que la parte patronal pierda un juicio laboral, la legislación obliga al patrono a pagar sus honorarios a los abogados de la parte trabajadora. Para determinar el respectivo monto, muchas cortes utilizan la Matriz de Laffey, en la cual se establecen las compensaciones que deben ser pagadas por hora en ese tipo de servicios. Según el United States Attorney’s Office del Distrito de Columbia (http://www.usdoj.gov/usao/dc/Divisions/Civil_Division/Laffey_Matrix_4.html), la tarifa para un abogado con más de 20 años de experiencia fue, durante el 2005, de US$ 390 por hora. Es decir, este abogado está cobrando una tarifa “globalizada”, como las que se acostumbran en el “imperio”. No esperen críticas de los allegados a este abogado, ellos siempre callan cuando les conviene.

Los US$ 390 por hora equivalen a más de 500 veces el salario promedio de un trabajador formal, y casi más de 1000 del ingreso de un trabajador informal. ¿Por qué Don Enrique gana tanto? ¿Será por la productividad de su trabajo? Esa sería la típica respuesta de un economista. Sin embargo, en temas como este el puro análisis económico resulta demasiado ingenuo. En lugar de preguntarse acerca de la productividad del trabajo de esta persona, de la comparación internacional de la tarifa o de la relación que dicha tarifa guarda con el ingreso promedio de los guatemaltecos comunes y corrientes, habría que preguntarse qué va a hacer Don Enrique con ese dinero. ¿Será que lo va a repartir? ¿Entre quienes? La coyuntura electoral levanta sospechas. ¿Será que va a servir para financiar la campaña de alguien? ¿La suya propia? ¿La de su jefe? ¿La del jefe de su jefe? Mejor ni seguir preguntando. Como bien dicen los Tigres del Norte, al “Jefe de Jefes” se le respeta a todos niveles. Dadas estas circunstancias, habrá que pagarle los Q 35 millones y darle las gracias por haber cobrado tan poco.

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