Mario A. Cuevas, MSc
Director del Área Financiera
CIEN
A un año de la tormenta Stan, el país otra vez está contando los daños causados por una tormenta. Este año, la tormenta ha sido la quiebra del Banco del Café, que indudablemente ha provocado daños al país, daños cuyo recuento apenas está comenzando. Afortunadamente, la vulnerabilidad del sistema financiero ha disminuido considerablemente desde el jueves pasado (26 de octubre 2006). En aquel momento, debido a cierta impericia en el manejo de la logística, sistemas informáticos y algunos asuntos de sentido común por parte de las autoridades, puede decirse que la vulnerabilidad del sistema financiero alcanzó un máximo.
No hubo contagio gracias a la madurez y paciencia del público, que también ha sabido interpretar correctamente la estabilidad macroeconómica. Además, ya la ciudadanía está acostumbrada a que las autoridades digan una cosa un día y cambien a otra cosa al día siguiente por lo que, paradójicamente, las bajas expectativas del público con respecto a la actuación de las instituciones del Estado también coadyuvaron a mantener la tranquilidad entre la población. “Así hacen siempre” decían algunas personas. Pero la realidad es que no tiene por qué ser así.
¿Es posible aprender? Existe una extensa experiencia sobre el manejo de crisis bancarias, individuales o sistémicas, a nivel nacional e internacional. Desde los años setentas, pueden contarse más de cien crisis bancarias sistémicas en casi igual número de países, además de innumerables quiebras de bancos individuales alrededor del mundo. Cada uno de estos eventos ofrece lecciones para que las autoridades no cometan el mismo tipo de errores que se cometieron antes.
Hasta ahora, la atención de la opinión pública se ha dirigido casi exclusivamente a las aventuras épicas vividas por quienes depositaron su confianza en el Grupo Bancafé. Alguna información, aunque más limitada, ha sido ofrecida sobre la manera en que las autoridades resolverán el tema de la cartera de activos del banco (sabemos que una parte de los activos será administrada por CORFINA).
Lecciones de la experiencia internacional. Cada crisis bancaria, individual o sistémica, en cualquier parte del mundo, ha exigido la reestructuración de la cartera de activos (principalmente, aunque no exclusivamente, los préstamos realizados por la institución bajo liquidación). Este tema ha sido tratado con bastante profundidad en estudios internacionales, por lo que vale la pena recordar algunas de las conclusiones alcanzadas.
Para la resolución de la cartera de activos los gobiernos han hecho uso de vehículos especiales denominados genéricamente como “entidades de gestión de activos” cuyo fin específico puede ser reestructurar la cartera de préstamos o liquidar los activos tratando de obtener el máximo valor posible en el mercado en un plazo relativamente breve. Algunas entidades de gestión de activos han tenido el cuidado de documentar sus actividades escrupulosamente, lo que ha facilitado la elaboración de estudios retrospectivos sobre la efectividad y eficiencia de las entidades.
Según un estudio elaborado por el Banco Mundial sobre la experiencia internacional con las entidades de gestión de activos (Klingebiel, D. “The Use of Asset Management Companies in the Resolution of Banking Crises—Cross-Country Experiences”) éstas raras veces sirven para facilitar la reestructuración de activos (lo que normalmente permitiría mantener al mínimo los costos fiscales de una crisis). Con mayor frecuencia, la entidades mencionadas sirven solamente para la liquidación acelerada de activos bancarios (lo que eleva los costos fiscales por la necesidad de vender a precios bajos).
Cómo mantener las pérdidas al mínimo. En ausencia de un mejor mecanismo (aún no descubierto) puede esperarse que una buena parte del valor de los activos administrados por una entidad especial desaparezca y que el Estado termine con pérdidas importantes. Cabe notar que el estudio al que hacemos referencia no se circunscribe a las experiencias de países en desarrollo, sino que también incluye a países como Suecia, España y EEUU, lo que sugiere que es bastante difícil reducir el costo fiscal de una crisis bancaria (individual o sistémica) mediante la recuperación del valor de los activos.
Es muy importante notar que las entidades de gestión de activos han funcionado mejor cuando la mayoría de los activos están en bienes raíces y representan una fracción pequeña de los activos del sistema bancario. Otra característica importante es que las entidades exitosas han disfrutado de independencia política, además de una elevada capacidad gerencial y técnica, fondos adecuados para su funcionamiento, modernos sistemas de información y transparencia en sus operaciones.
La elección de CORFINA. Las autoridades guatemaltecas han seleccionado a CORFINA como la unidad que estará a cargo de la gestión y eventual liquidación de alguna parte de los activos del Bancafé. A la luz de la experiencia internacional, es pertinente preguntarse en qué medida CORFINA cuenta con independencia política, elevada capacidad de gestión, sistemas de información y normas de transparencia apropiadas, entre otros requerimientos. Dada las funciones mínimas que esa entidad desarrollaba hasta hace algunos días (para muchos fue sorpresa descubrir que aún existía) ¿puede esperarse que cumpla con los requisitos para tener éxito identificados a través de la experiencia internacional? ¿Qué planes existen para mejorar la capacidad de gestión de CORFINA? ¿Disfruta dicha entidad de suficiente autonomía e independencia?
CORIFNA y el daño a mi bolsillo. Recordemos que el uso de vehículos institucionales que no satisfacen los requerimientos mínimos para la gestión o liquidación de activos eventualmente redundará en costos fiscales elevados, o sea, en impuestos que todos tendremos que pagar. La selección de un vehículo inapropiado, una gestión sujeta a influencia política, poco técnica y nada transparente, saldría muy cara. El recuento de los daños apenas está comenzando y todavía es posible influir para mantener los costos al mínimo posible. El factor CORFINA aún puede manejarse ya sea fortaleciendo urgentemente su independencia y capacidad, o trasladando los activos a otra entidad que tenga un perfil más apropiado.