02 noviembre 2006

Reinterpretando la historia laboral

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

“Surgieron también dificultades a propósito de la Ley contra la Vagancia y la cuestión de las libretas de trabajo. La obligación de pagar el salario diario de 30 centavos que mandaba la ley, causó problemas. Algunos finqueros se quejaban de no poder pagar esa cantidad. El 6 de octubre de 1936 los patronos de Quetzaltenango se unificaron para mantener un salario de 15 centavos al día, con el apoyo del Jefe Político; al mismo tiempo, acordaron pagar por tarea y aplicar los castigos y sanciones a quienes no cumplieran con las obligaciones de trabajo, y llegaron incluso a enviar una petición al Presidente para que la Ley contra la Vagancia se acatara estrictamente y se asegurara para Quetzaltenango mano de obra a un costo justo”.

El párrafo anterior, que puede servir muy bien para replantear la discusión sobre la legislación laboral, proviene de Aníbal Martínez y Bruno Busto, del Tomo V de la Historia General de Guatemala. Al día de hoy, estos eventos se han narrado de la siguiente manera:

Primera interpretación. La descripción realizada por Martínez y Busto muestra por qué no funciona la libre contratación, pues los empresarios intentarán reunirse y pagarles salarios de miseria a los trabajadores. Por lo tanto, es necesario un código laboral que proteja a los trabajadores, que los defienda, que evite que sean sujetos de un sistema cruel de explotación. El Estado es el mecanismo de salvaguarda que, diciendo qué está bien y qué está mal, salvará a los trabajadores guatemaltecos. Es más, el principal mecanismo es establecer, por ley, un salario, pero no máximo, sino mínimo, para garantizar un ingreso que les permita vivir decorosamente, al trabajador y su familia.

Sin embargo, existen otras posibilidades interpretativas, otras formas de ver el mundo, otras formas de comprender los mecanismos económico-políticos que afectan el desarrollo de nuestro país:

Segunda interpretación. La descripción realizada por Martínez y Busto muestra por qué es necesario promover un Estado transparente, que rinda cuenta de sus acciones y que sea imparcial, no cediendo ante grupos de presión que desean privilegios. El Estado, al actuar a favor de los finqueros sólo destruía los beneficios que genera la libre contratación para los trabajadores. Por lo tanto, es necesario generar dos reformas. Por un lado, establecer libre la contratación de trabajadores, porque ¿acaso no fue dicha libertad de contratación la que en primer lugar hizo que subieran los salarios de los campesinos en 1936? ¿Acaso no era la libre contratación a lo que más tenían miedo los finqueros en 1936 porque sabían que iban a tener que competir, pagando más salarios, para obtener mano de obra? La otra reforma, se refiere a establecer la legislación y los mecanismos para que el Estado de Guatemala haga cumplir los contratos laborales de forma imparcial y que no caiga en favoritismos o corrupción.

Esta forma de repensar el pasado puede que cause ira a muchos lectores, sin embargo, es una lectura-posible sobre nuestro pasado. Yo no tengo el método infalible para interpretar “correctamente” el pasado. Tampoco creo que alguien lo tenga. Y si alguien cree tenerlo, le recomiendo leer un poco de filosofía de la ciencia para que se de cuenta de su error. A mí, todo lo que me interesa, es enunciar una lectura-posible sobre la historia laboral guatemalteca y las lecciones que ello acarrea. Me interesa, por sobre todo, poner en duda nuestra forma “inocente” de creer, sin cuestionar, nuestra historia. El problema, en el fondo, es que los guatemaltecos todavía somos esos niños de escuela que aprenden de memoria lo que dice el libro; donde ni nuestros padres, ni maestros, ni los libros, nos enseñan a cuestionar lo aprendido; y, en el fondo, a nosotros no nos importa.

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