13 abril 2007

¿Camino a África?

Hugo Maul Rivas
Director Área Económica
CIEN

Esta es una pregunta que comúnmente no nos hacemos. Desafortunadamente, nos guste o no nos guste, en promedio muchos de nuestros indicadores a nivel regional sólo son comparables con los de ese continente. De esa cuenta, así como nos gusta compararnos con casos exitosos de reforma y cuantificar lo que nos hace falta para llegar a ser desarrollados, sería sano, de vez en cuando, poner un poco más de atención a la experiencia del continente africano. Poner las barbas en remojo. Para muchos de los problemas que nos aquejan, la experiencia africana puede representar la situación límite a la que podríamos llegar. Por ejemplo, los estados fallidos africanos como una muestra de la situación límite de los problemas de ingobernabilidad.

Esta pequeña reflexión respecto al África no es producto de la casualidad. Recientemente, gracias a una invitación de la Comunidad de Democracias, coalición de gobiernos democráticos comprometidos con la promoción y fortalecimiento de los valores democráticos alrededor del mundo, tuve la oportunidad de visitar Mali, África del Oeste, y compartir varios días con académicos y tecnócratas de aquel continente. Escuchar a estos expertos africanos comentar acerca de los problemas que viven sus democracias fue una gran lección. Los problemas políticos, económicos y sociales que viven los países más pobres del África, aunque tienen cierta semejanza con los problemas que vivimos en Centroamérica, son mucho más complicados y profundos que los nuestros. No obstante, los orígenes y evolución de dicho problemas guardan cierto paralelismo con los que nosotros vivimos. Ese paralelismo podría ser de gran utilidad para entender lo grave que podría llegar a ser la situación si no se toman medidas correctivas en su momento. Si bien es cierto que algunos problemas de ciertos países africanos se relacionan con la carencia de recursos naturales, también es cierto que los problemas políticos han jugado un papel fundamental. La incapacidad para resolver problemas políticos puede llevar a un país a la deriva.

¿Vamos camino al África? En nuestro caso, aunque somos un país pobre no existe ninguna fuerza natural inexorable que nos mueva en esa dirección. Otra cosa es nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo y la actitud oportunista que promueve el sistema político. Esas dos fuerzas por sí solas son capaces de replicar de este lado del Atlántico las peores experiencias del África.

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