Inmigrantes y Coyotes (II)
Director Área Económica
CIEN
¿Por qué seguir insistiendo con este mismo tema? ¿Acaso la reciente entrada en vigencia del DR-CAFTA y la próxima visita de G. Bush no son muestras claras de un cambio en las relaciones entre ambos países? Como dice un querido amigo, filósofo por cierto: puede que sí, puede que no. Todo depende del ángulo desde donde se vea. En todo caso, no se pueden juzgar estos acontecimientos sin tomar en cuenta la oscura sombra que proyecta el muro fronterizo. Por un lado se habla de construir puentes y por el otro, en la “frontera”, se construye un muro. Un muro que separa, que distancia. Un muro que protege a quien está “dentro” de los peligros que están “fuera”. Por supuesto, peligros que, al igual que en la historia del coyote, canis latrans, los define quien tiene el poder para hablar en nombre de la ley.
El problema en lo que a nosotros respecta, no radica necesariamente en que la “cacería” ahora incluya también al inmigrante “ilegal”, sino en la aparente ausencia de límites en la forma que el “imperio” ejerce su poder. Sobre todo, cuando dicho poder se ejerce en nombre de una ley que no todos entienden ni comparten. En nombre de una ley que no cambia las condiciones reales de quienes están “dentro” y quienes están “fuera”, que no cambia los incentivos existentes para querer pasar al “otro lado”. Es difícil saber quien va a terminar ganando. El paralelismo del fenómeno de la inmigración “ilegal” con los programas de control contra el coyote, canis latrans, pareciera indicarnos que contra la naturaleza no se puede. Al igual que los caninos, los “coyotes” tradicionales, los que cruzan indocumentados, simplemente responden a los incentivos y a la necesidad de sobrevivir en un ambiente hostil. Mientras los incentivos no cambien, algo que el muro por sí mismo no puede lograr, siempre habrá quien esté dispuesto a arriesgarse. Aunque eso signifique desafiar al gobierno más poderoso sobre la tierra.
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