19 febrero 2007

El Futuro de las izquierdas

Lisardo Bolaños Fletes
Investigador Asociado
CIEN

El siguiente artículo fue la presentación dada por el autor en el foro "El futuro de las izquierdas: del marxismo radical al tecnócrata pragmática". El mismo se realizó el 23 de agosto del 2006 en la Universidad Francisco Marroquín. Fue convocado por el Centro Ibn Khaldun y el autor estuvo acompañado por Roberto Blum, director del Centro de Ética David Hume; Francisco Fernández, director de la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela y el moderador: David Martínez Amador, Director del Centro Ibn Khaldun.

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Antes de hablar del pasado, del presente o del futuro de la izquierda en América Latina, hay que hablar de qué significa “la derecha”, la que se supone es la contraparte y que, en última instancia, parece que es parte de nuestras preocupaciones, aunque no la mencionamos en el título del foro.

Como “derecha” solemos identificar, no la clasificación proveniente de la Revolución Francesa (conservador/revolucionario), sino aquellos grupos con actitudes a favor de la iniciativa privada frente a las actitudes a favor de un mayor control del Estado en la vida de sus ciudadanos. O en todo caso, generar políticas redistributivas hacia los pobres y hacia los ricos (de lo cual no solemos darnos cuenta). De alguna manera, estas políticas surgen desde el período Colonial, intentando escapar al control y los impuestos de la Corona y se acrecentan previo y durante la Independencia. Sin embargo, talvez sean las dichosas Revoluciones Liberales y Positivistas donde las derechas latinoamericanas surgen como fuerza política definitiva.

Esta derecha funda el Estado-nación; logra la estabilidad política exterior con los ejércitos nacionales, y, en materia económica y política, era limitadamente liberal. Esta derecha, no es una clase media que surge y que se antepone a los intereses de los déspotas y busca un equilibrio político donde se logra una verdadera democracia liberal, donde se abre la economía nacional, al comercio exterior y al comercio interior. No, para nada. Esta derecha latinoamericana, representa el trasvestismo ideológico, el cambio institucional “más conveniente” para la élite política y económica del momento, quienes se decían liberales. Una reformulación de las relaciones sociales, pero no como lo entendería una derecha que promueva una democracia liberal. De lo contrario, no sería posible comprender el surgimiento y mantenimiento de las instituciones laborales cuasi-esclavistas que se dan en esa época, como las habilitaciones o la ley de vialidad en Guatemala. Tampoco, la escasa movilidad social, por restricciones políticas, económicas y sociales.

Si ellos son los abuelos de las derechas latinoamericanas, ¿acaso no es comprensible el surgimiento de una izquierda que repudie dichas posiciones? ¿Acaso no resulta heroico, políticamente correcto, y todo lo se les ocurra, decir que uno es orgullosamente de izquierda? ¿Acaso no es fue todo el abuso anterior lo que deseaban olvidar y superar las revoluciones de izquierda en América Latina? Nosotros, suponen algunos, tuvimos la nuestra, en 1944, aunque muchos lo ponen seriamente en duda.

Pero, obviamente, su objetivo no era establecer la dichosa democracia liberal, el libre mercado y el Estado de Derecho, todo ese arsenal institucional que nos han enseñado como positivo. Talvez un poco de democracia liberal, pero en el fondo, programas como el “socialismo espiritual” o programas de industrialización encaminados a generar la industria y los obreros necesarios para la revolución socialista.

Es a partir de este punto donde la historia se empieza a convertir en gris. Los izquierdistas querían industrializar al país, para eliminar la explotación de los campesinos en los latifundios, para tener obreros (léase proletariado), ergo revolucionarios; y, para tener un grupo de presión que los defendiera del deseo de contra-revolución de las derechas. ¿Qué significaba esto último? Hacer que existiera competencia dentro de los miembros de la élite y generar beneficios económicos para que estos industriales pudieran producir. ¿Qué beneficios? Limitar la competencia interna y externa; no pagar impuestos; etc. Seguro que muchos empresarios se enamoraron de la izquierda, por no decir que uno podría encontrar una gran correlación entre la fortuna de los empresarios latinoamericanos y la protección que el Estado dio a sus empresas. Claro, eso no hizo que desaparecieran los “empresarios de la derecha”, eventualmente, ellos se convirtieron en los beneficiarios de tales medidas, dada la escasez de capital.

Conclusión sobre las derechas: su concepción del Estado suele estar vinculado con mantener estructuras políticas, económicas y sociales que limitan la movilidad social y que pretenden mantener el status-quo. Sí, libre comercio y todo eso, pero siempre que no sea en los productos que afectan mis negocios. En el caso de Guatemala ¿quién podría estar financiando a la derecha en el terreno político? Puedo imaginarme unas cuantas industrias: pollo, azúcar, leche… En todo caso, claro que necesitan un poco de las izquierdas intrasigentes para que se opongan al libre mercado y así no se le ocurra a la clase media o a los Diputados declarar un libre comercio radical.

Conclusión sobre las izquierdas: no son revolucionarias frente a esta realidad. En el fondo, buscan aprovechar el descontento de la falta de movilidad social, el descontento por lo inadecuado de la estructura política, económica y social, pero no para efectivamente penetrarla y cambiarla. En el margen, utilizar el aparato político para darles dádivas, pareciera que es suficiente. ¿Resolver sus problemas de pobreza? No. ¿Lograr individuos libres pero interdependientes? Tampoco.

En el fondo, la izquierda es necesaria para la derecha. El discurso de izquierda resulta atractivo y necesario para la derecha, porque suele interpretar el mundo desde una misma concepción del mundo, pero desde perspectivas distintas. Pensemos, ¿acaso no parecen de izquierda los discursos del FRG, de Berger, de Flores, de todos ellos?

¿Y, entonces?

Cuidado con caer con la usual descripción que ambos grupos nos están acostumbrando. Esas ideas de “ricos y pobres”, o de “trabajadores y empresarios” son insuficientes, inadecuadas, para comprender nuestra realidad. ¿Cuántos empresarios formales hay? ¿Cuántos trabajadores formales hay? ¿Cuántos trabajadores hay en Guatemala? ¿Cuánta gente es clase media? ¿Cuánta gente se cree pobre cuando realmente es clase media?

Hay una mayoría silenciosa.

Hay una mayoría que no está siendo representada en el sistema político, que busca cada vez más oportunidades, que está ascendiendo con cada vez más poder económico.

Hay una mayoría que podría terminar cayendo dentro del discurso de la izquierda-derecha, ante la falta de actores políticos que representen una propuesta positiva y nueva.

¿Por qué pueden tener futuro las izquierdas en América Latina? Desarrollaré tres tesis:


  1. Porque están afectando la manera de interpretar la historia y la actualidad, haciendo que tengan mayor oportunidad de ganar espacios políticos.

“La introducción de la máquina a la producción avivó más el hambre de ganancias de los capitalistas. Cargaron con más trabajo a los obreros, con jornadas de trabajo más largas, de 16 y 18 horas. Se introdujo el trabajo de las mujeres, las niñas y los niños, pagándoseles menos”.

Esta descripción proviene de un pequeño librito titulado “El neoliberalismo”, publicado por la Asociación Equipo Maíz de El Salvador.

Me pregunto en qué paraíso terrenal estarán pensando ellos que existía previo a la invención de las máquinas, como para que la gente no tuviera que trabajar todavía muchísimo más para lograr sacarle frutos a la tierra o al mar.

Al mismo tiempo, me preguntó ¿qué interpretación alternativa les estamos ofreciendo nosotros sobre la historia? O, ¿es que acaso fue así? ¿Acaso la historia no necesita ser interpretada?

  1. Porque están empezando a hacer algo inusitado: que el Gobierno, aunque sea, a nivel local, funcione.

En el caso de Guatemala, la Revolución de Octubre de 1944 trajo la “institucionalización del Estado”, pero al mismo tiempo, ello conllevó a la fragmentación haciendo que finalmente el Estado sea, cada vez más, una organización infuncional. A ello sumémosle eventos mal encaminados pero con buenas intenciones, como cuando se decidió que todos los jueces de paz tenían que ser abogados… ¿qué hizo nuestra Constitución con este colapsara porque no existía, ni existe, la capacidad de atraer tantos abogados como jueces de paz, haciendo implosión el sistema, situación que aun vivimos.


Ante este escenario, ¿qué han empezado a hacer varios grupos de izquierda? Empiezan a hablar de temas como “auditoría social” y están logran resultados sorprendentes. Claro, no todo el que habla de “auditoría social” es de izquierda; pero usualmente, en estos círculos académicos “lliberales” (o libertarios o similar), no se nos enseña a vigilar, controlar, fiscalizar la labor del Estado. Se nos enseña a rechazar sus iniciativas; no ha minimizar los problemas que puede ocasionar; no a ser prácticos. Me pregunto yo si esto se debe a que, en el fondo, estamos inmersos dentro del problema usual de las derechas latinoamericanas: pensamos desde las élites económicas liberales que siempre han desdeñado al Estado, excepto cuando obtienen algún privilegios económicos de él y poder político, y por lo tanto, nunca hemos comprendido el liberalismo como un mecanismo, por sobre todo político, para cambiar el equilibrio político a favor de la naciente clase media y generar movilidad social.

Bueno, supongamos que no nos gusta la auditoría social y que somos radicales en ese sentido de que no queremos al Estado haciendo nada de eso. Pregunto: ¿por qué no estamos enseñándole a la gente cómo podría solucionar los problemas que aquejan a sus comunidades, sin necesidad de recurrir al Estado? Si no les damos opciones, ¿por qué van a creer ellos que “el mercado lo soluciona todo?

En todo caso, ¿qué han logrado a través de la auditoría social? Logran concluir puentes que llevaban muchos años que la Municipalidad y los amigos del Alcalde seguían cobrando y que no construían; lo mismo con carreteras y otras obras.

  1. Porque están ocupando espacios políticos, no en la televisión, sino en la gente, ganándose su confianza.

En la política, mientras mayor es el nivel de desarrollo de una sociedad, mayor es la especialización y los espacios que se abren, que se generan para ser ocupado por políticos y por la opinión pública. Espacios que, no necesariamente son curules en el Congreso o puestos dentro del aparato estatal; sino es un espacio, un lugar virtual donde se realizan las interacciones sobre temas de interés de los individuos reunidos en una comunidad o sociedad.

Si la izquierda en América Latina tiene futuro ( y por lo tanto la derecha intervencionista también), es porque nosotros no nos interesamos en cuestionar sus ideas; en identificar acciones alternativas; en comunicarnos con la gente; mostrar la bondad del libre intercambio; etc… Por su parte, ellos sí lo hacen.

Talvez, lo que acabo de decir no responde al título del Foro de manera directa, pero creo que sí lo hace. Primero, nos ubica en términos de qué significa la izquierda y demuestra que la misma no se contrapone a la derecha, sino, talvez al liberalismo, lo cual no ha sido adecuadamente defendido en la arena política al día de hoy. Segundo, mi interés es mostrar que el futuro de la izquierda entre los latinoamericanos no es una cuestión mecánica que sucede sin que nosotros actuemos; en todo caso, tiene potencial de suceder, y de suceder de mil maneras, mil dolorosas maneras, si nos quedamos de brazos cruzados. Aquí señalé algunas áreas donde fallamos en actuar. Estoy seguro que hay mil más. Estoy seguro que hay mil formas en que podemos afrontar cada una de estas áreas.

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