Consejo Nacional de Adopciones - CNA
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CIEN
A seis meses de haber constituido el Consejo Nacional de Adopciones – CNA –, sus administradores “celebraron” las primeras dos adopciones bajo el nuevo régimen. Sin embargo, los niños desamparados tienen poco que celebrar. Tanto se criticó el “negocio” de las adopciones que ahora tenemos un proceso monopolizado, politizado y burocratizado en manos del Estado de Guatemala en perjuicio de miles de niños.
Antes del CNA, el proceso de adopciones permitía que cerca de cinco mil niños encontraran un hogar y un mejor futuro cada año. Con la nueva ley, a finales del pasado junio, ya llevamos un déficit de dos mil cuatrocientos noventa y ocho niños. El anterior proceso no le costaba nada al pueblo de Guatemala porque todo lo pagaba la familia adoptante. No era un proceso perfecto (¿cuál lo es?), pero funcionaba para que los desamparados tuvieran un mejor futuro. La mayoría de los adoptados iba a los EUA. ¿Se imagina cómo les cambió la vida a esos niños? A cambio de esto, los mal llamados “defensores de la niñez”, en complicidad con algunos embajadores de “países amigos”, se inventaron lo que tenemos hoy (no me ayudes compadre).
Como todo lo que cae en manos del gobierno, el CNA se convirtió en un botín político. A días de haberse constituido, el nuevo gobierno intentó remover a sus participantes para “poner su gente”. Luego los participantes se pelearon por la “presidencia” del organismo. Contrario a lo que ocurría antes, ahora, innecesariamente, se gastan diez millones de quetzales de impuestos que pagan los guatemaltecos más pobres para los “gastos de operación” del CNA (quiere decir que los primeros dos adoptados “costaron” dos millones y medio de quetzales).
Antes alegaban que los abogados “ganaban mucho”. Ahora que el “negocio” quedó en manos del CNA, la prensa reporta que cada uno de sus directores cobra treinta mil quetzales mensuales. Antes, los niños abandonados recibían atención médica y alimentos en casas cuna privadas pagadas por los padres adoptantes. Pero como los “defensores de la niñez” se encargaron de satanizar esa actividad, se acabó el “negocio” de las casas cuna y, ahora, no hay donde alojar a los niños mientras dura su proceso de adopción. Frente a este grave problema, la solución gubernamental es gastar más impuestos en una campaña de publicidad buscando voluntarios que quieran, temporalmente, hacerse cargo de los infantes.
La semana pasada encontraron abandonado el cuerpo mutilado de un bebé de cinco meses. Antes de la nueva ley de adopciones, existía el incentivo para unir las vidas de esas inocentes víctimas, con familias adoptantes. Felicidades por haber acabado con el “negocio” de las adopciones. Acabaron también con el futuro y la vida de miles de niños.